Days go by

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Llovía, era una mañana fría y nublada, desde el balcón Chuuya contemplaba los árboles a su alrededor, estaban en una de las casas de seguridad de la mafia, del otro lado de las puertas de cristal, dentro de la cálida habitación, Dazai yacía recostado entre cobijas, no se había movido ni un centímetro, desde que Chuuya lo había forzado a entrar, y envuelto en la cama con esperanza de que se durmiera. Dazai parecía estar sufriendo de un gran dolor de cabeza, así que Chuuya lo medicó y lo dejo dormir.

De eso ya habían pasado alrededor 5 horas.

Para entonces el plan de Gogol se abría ejecutado. Chuuya estaba en una carrera contra el reloj, sin noticas sobre Fyodor, sólo podía contar con que, si el plan de Nikolái fallaba, Ranpo y Poe detendrían por un tiempo al ruso, lo suficiente como para que Chuuya recuperara a Dazai, pero dado el estado en el que estaba el castaño, no podía hacer mucho hasta que recuperara las energías, no quería estresarlo más.

Volvió a revisar sus mensajes, todo parecía normal, pero el tiempo seguía avanzando, no podía retrasar más lo inevitable.

Dando un última calada a su cigarro, Chuuya entro a la habitación — Escúchame — habló con voz firme, pero sin agresión — Sé que estás despierto, llevas así un par de horas, lo sé porque te conozco bien, mejor que nadie — aclaro — Tu siempre has sido mejor con lo mental, pero en la cuestión física, lo soy yo, así que terminemos con esto —

Chuuya se sentó en la alfombra al lado de la cama para estar frente a frente con Dazai, que seguía acostado, pero que ahora lo veía con interés.

— Lo diré primero — Chuuya rodeó sus rodillas con sus brazos — Te quiero — susurró, seguido de un suspiro desesperado — Y odio que te hayas olvidado de eso ¿De acuerdo? Odio ser él único que cargue con esto, con lo que fuimos o somos — dijo Chuuya con un hilo de voz, pero pronto recuperó energía y comenzó a elevar su tono, dejando salir su enojo — Odio que te hayas atrevido a olvidarme, porque yo jamás podre, odio que seas tan cobarde —

Tomo un poco de aire, volviendo a la neutralidad — Pero lo que más odio, es que te hagan daño —

Ambos se miraron por un largo rato, en completo silencio, sus respiraciones se acompasaron.

— Por eso terminamos — explicó Chuuya, con su cara oculta entre sus brazos — Nos hacíamos daño —

La mano de Dazai salió de entre las cobijas y suavemente se poso en los cabellos pelirrojos. Los ojos del mafioso buscaron los del otro.

— Azul — fue la primera palabra de dijo Dazai, que no había hablado desde el concierto.

Chuuya se rio con amargura — ¿Es lo único que dirás? ¿Tanto te fundió el cerebro? — Dazai parpadeó un par de veces confundido.

Chuuya tomó la mano del agente y la besó, mientras se ponía de pie — No importa — dijo, quitando las cobijas que envolvían como taco a Dazai — No importa si no me recuerdas ahora o no lo haces nunca, hay cosas que nunca cambian y no dejaré que nadie te haga daño — sonrió con satisfacción — Si no me quieres, lo volverás a hacer, eso — señaló en su pecho vendado, en dirección a su corazón — Siempre ha sido mío —

— Dicen que el daño está hecho —

— Dicen que nuestros días están contados —

— Dicen que perdimos lo que encontramos —

— Dicen que sabemos que perdimos —

OblivionWhere stories live. Discover now