Epílogo

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Mi familia lo es todo para mí.

Desde que Anya llegó a nuestras vidas puedo decir que todo ha sido caótico, pero no de una mala manera. A veces el caos puede ser precioso, aunque al principio puede asustar y demasiado.

Ser papá fue una de las experiencias que más ha marcado mi vida. Creo que tanto Jungkook como yo hemos cometido errores —y los seguimos cometiendo—, pero de eso se trata esto, ¿no?

Estoy a punto de cumplir treinta y seis años, y puedo decir que, después de tantas caídas, llantos y frustraciones, soy feliz. Nos ha costado tanto llegar a este punto que a veces no lo puedo creer, y es que ser papá de tres nenas no fue fácil.

—Y así fue, su padre y yo tuvimos la historia más romántica de todo el universo —dijo Jungkook, sonriente.

Rona y Yanmi soltaron un suspiro ensoñador, mientras que Anya me miraba con la intención de que confirmara las palabras de mi esposo.

Asentí, no le iba a llevar la contra a mi alfa si después no quería ver un gran drama de su parte.

—Siempre cambias la versión de la historia, papá —señaló la mayor de nuestras hijas—. Incluso en una mencionaste castillos y caballos. —Me miró—. En Busan no hay muchos de ellos.

Solté una carcajada.

Anya no caía fácilmente en los cuentos de amor que Jungkook le contaba. Nuestra niña tenía trece años y cada vez era más difícil atraparla en historias de fantasía y amor.

—Es que antes había más de ellos en Busan —excusó Jungkook—. No lo sabes porque ni siquiera habías nacido, pero hasta había unicornios.

—¡¿Unicornios?! —preguntó, exaltada, Yanmi.

—Ay, papá —susurró Anya con una pequeña mueca.

—Es verdad. Ustedes no me creen, pero todo era un mundo mágico. Su padre —me señaló— era un hermoso príncipe que debía ser rescatado de un gigante muy horroroso.

—¿Y lo rescataste? —preguntó, asustada, Rona.

—¡Claro que lo hice! Era mi deber de caballero.

Me mordí el labio inferior con una sonrisa y abracé mis piernas mientras observaba a mis cuatro amores.

Todas las noches teníamos la costumbre de sentarnos a charlar en familia. Podíamos pasar horas y horas escuchando a nuestro alfa contar historias de amor donde éramos los protagonistas. Las niñas también aprovechaban para contar cómo les había ido en el día.

Era nuestra manera de estar en contacto con ellas y de compartir momentos en familia.

Me encantaba observarlos y, en varias ocasiones, no podía creer lo rápido que había avanzado el tiempo. Mis niñas habían crecido bien y eran hermosas.

Jungkook y yo hemos hecho un excelente trabajo.

Todas tenían algo de él y de mí, eran una mezcla bastante curiosa de nuestras genéticas. Anya tenía el pelo rubio, herencia de parte de mi abuelo; sus ojos eran grandes y marrones oscuros; nariz regordeta y pequeña; labios gruesos y sonrisa de conejito. Tenía hoyuelos apenas marcados que podían pasar desapercibidos justo como los de su padre.

Por otro lado, estaba Rona. Ella tenía el pelo negro y con rulos; ojos afilados y de un tono verdoso; sus labios eran finos y cuando sonreía se le formaban unos preciosos hoyuelos. A diferencia de Anya, Rona era más tranquila. Adoraba dibujar y podía pasar horas coloreando.

Yanmi se parecía a Taehyung, y no, no había una historia extraña de por medio. Jihyo decía que era porque me la pasé enojado con él durante el embarazo y que, por esa razón, salió idéntica a su tío. Su cabello era castaño y rizado, piel bronceada y con una bella sonrisa rectangular. Tenía el mismo lunar que él en la nariz, pero Jungkook solía enseñarme el suyo y decir: «Yo lo tengo, ella también se parece a mí».

☀️ Un verano junto a ti [ km ] #UVJATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora