Has sido de gran ayuda

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Es por la mañana, Enola y yo caminamos juntas por el mercado de flores. Buscando una flor muy específica.
Miro todo con una sonrisa, me fascinan las flores, los niños correteando, la gente. Llevo un vestido amarillo precioso, y noto como la ilusión sale por mis poros.

Inspecciono todo y sonrío cuando veo un puesto, con un chico de espaldas en él.

- Quiero dos rosas amarillas, una margarita y dos tulipanes morados. -digo y mi hermana me mira extrañada-

No hemos preparado eso.

- ¿Qué haces..? ¿Qué hacéis aquí? -dice sonriente al girarse-
- ¿Qué tiene que ver Londres? Si tanto te apasionan las flores.
- Puedo perderme
- Te hemos encontrado -respondo-
- Y, ¿por qué? -dice pero se le desvanece la sonrisa- Por el dinero. Hay una recompensa
- ¿De veras? No sabía. -digo y me acerco a él- ¡Pues tendré que atarte ahora mismo! -grito agarrandolo y al ver su cara de miedo comienzo a reírme burlona-
Enserio, ¿cómo puedes ser tan ridículo?
-digo pero él me mira serio así que dejo de reir- El dinero no se gana traicionando a personas cercanas.
He venido, porque en tu ausencia me has caído mejor. Y porque tu vida está en peligro, al parecer. -explico sarcástica-
- ¿Por qué te caigo mejor? -dice agarrando un tulipan morado sonriendo-
- Ya está, ningún, "¿quién quiere matarte?" o algo así. ¿No te importa?
-el chico no responde, solamente me da el tulipan coqueto, y lo agarro-

Los tres caminamos fuera del mercado, aunque En se mantiene detrás, fuera de la conversación.

- Encontré tus flores prensadas. Muy bonitas, aunque no entienda de flores.
- Porque eres una ignorante -dice y lo miro ofendida-
- ¿Cómo te atreves? -río divertida- Soy la chica más informada que jamás conocerás. -digo frunciendo el ceño-
- Vale, entonces ignorante porque quieres.
- No he tirado tu flor. Y además cambiarás de parecer, niño -digo burlona-
- No soy un niño, soy un hombre
- No eres un hombre, y en el caso de estar a punto de serlo, espérate a que yo lo diga.
- Te quedan mejor los pantalones -dice y le pego ofendida-

Auch.

- Te he echado de menos, Valeria Holmes.
- Yo lo intenté, pero insoportable Lord Sensible, estás en todos lados.
Y ahora vamos, porque por si no te has dado cuenta, estamos en un grave peligro, por tu culpa. -digo con borderia-

Agarro el brazo de Tweksbury, subiendo así la velocidad de nuestros pasos.

Llegamos a nuestra sucia habitación y el chico la mira curioso.

- ¿Vivís aquí?
- Tú tienes una habitación en el Ritz -dice En burlona-
- Me he permitido más comodidades que vosotras
- La dueña de la pensión nos aseguró que estaba bien
- Además no somos vizcondesas como alguien -me burlo-
- Sí, pues la dueña os mintió. -dice quitándose su chaqueta cuando posa sus ojos en nuestra ropa interior, por lo que me apresuro a guardarla-
- Solo hay una cama, así que tú dormirás en el suelo -dice Enola-

Me acerco a el queso, y veo que varios ratones están comiendo, terminándolo.

- ¿Tewkesbury que comen los ratones a parte de queso? -pregunto curiosa-
- No sé, lo que encuentren. ¿Por qué? -dice y se acerca, cuando los ve se asquea- ¿Qué haces con ratones ahí?
- Dándoles de comer, ¿no es obvio? -digo divertida- Solo me dan asco de animales. Las ratas, serpientes, sapos y ranas. Y todos los insectos -explico asqueada por los últimos, y veo que me mira fijamente- Perdón, a veces hablo mucho. Realmente..estoy acostumbrada a hablar mucho cuando estoy o muy nerviosa o muy ilusionada por hablar de un tema. -digo rápido y me freno- Ves, discúlpame.
- No me molesta -dice sonriendo-

Cuando siento esos preciosos ojos, no puedo evitar que mi corazón lata más rápido. Aunque corto el contacto visual y voy a la cocina a por más queso y agua en un plato.
Vuelvo y Enola y Tweksbury hablan

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