Besando a un demonio

Capítulo 32 - Final

Final

Un omega sostenía en sus brazos a su cachorro mientras ambos disfrutaban de un chapuzón en la piscina de casa. El clima era normal en el exterior, pero la piscina climatizada mantendría sus cuerpos tibios. Era bueno el pequeño desarrollara defensas de manera natural por lo tanto hacían de vez en cuando este tipo de estrategia.

No caminaba por las partes profundas, pero si a una altura donde el pequeño en su pecho pudiera disfrutar del agua.

El omega tuvo miedo al principio, creyó que el estar ausente por cierto tiempo haría que el pequeño lo desconociera y lo rechazara. No pudo estar más equivocado.

El bebé se adhirió a él como pegatina, casi olvidando a su padre alfa. Miraba con los mismos ojos de admiración a su madre, siempre buscaba tocar su rostro y balbuceaba por mucho tiempo como si estuviera contándole una gran historia a Wei Ying. El pequeño estaba encantado, se sentía pleno.

— Pequeño rábano eres un milagro — El cachorro en respuesta lanzó un balbuceo más sonoro.

— ¿No extrañas a papá? 

— Mmmh — Sus balbuceos sonaban igual a las respuestas de Lan Zhan cuando se conocieron.

— Yo también lo extraño, se ha ido por unas cuantas horas. Nos acostumbró a su presencia ¿No crees que debe ser responsable? — El bebé parpadeó incomprendido — Sí, debemos castigarlo.

El tiempo pasó, después de unas semanas de haber regresado Wei Ying y Lan Zhan fueron liberados de sus cargos. Gracias a que las pruebas fueron suficientes para ambos.

Los meses siguientes mientras el pequeño Lan Yuan crecía, el caso del señor Jiang se iba determinando. Con testigos que surgieron de su misma empresa y todas las pruebas presentadas. El veredicto final lo inculpó, dejando una sentencia sin libertad condicional. 

EL alfa moriría estando en prisión. Después de todo lo que hizo, obtenía su castigo. Su familia se despidió de una manera fría el día que se lo llevaron. Sin posibilidad de algún día conocer a sus nietos. Sin el perdón de sus hijos. No le quedaba más esas rejas por años.

Cuando estuvo establecido en la prisión de máxima seguridad del estado, tuvo una visita inesperada. El omega que no esperaba ver, lo buscó.

— Lan QiRen, ¿Qué hace un omega como tú aquí? — Quería lucir un reproche que en definitiva no sentía.

— Quería ser testigo de que estuvieras pagando tus pecados. Pero esos golpes alrededor de tu rostro me confirman que tu vida aquí será más que un castigo. Aunque lo peor para ti es el desprecio de tu familia.

— ... — Su gesto era ligeramente lastimero, pero en cuestión de segundos se recompuso a una sonrisa aterradora — Creí que venías a una visita conyugal.

— ¿No cambiarás ni con el peor de los castigos?

— Ya soy la peor basura nacional, ¿Por qué aparentar? — Y es que lo era, sus pensamientos siempre eran malos y sucios. 

— Al menos eres honesto — Lan QiRen lo observó. ¿Cómo aquella dulce persona pudo cambiar a esta que tiene frente a sus ojos? Ya no existía rastro de esa persona y aún seguía estando involucrado de alguna manera.