IX

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Respiro profundo, había planeado todo, estaba todo perfecto, como debía ser, soltó el aire en un suave suspiro preparado para todo, miró a Julie que le regaño una sonrisa, con ayuda de sus amigos había logrado preparar un ambiente romántico para él y William, quien por cierto no había visto en todo el día por estar ocupado planeando esta velada.

William no era de irse así por así, al contrario se la pasaba en la biblioteca tratando de descifrar el libro negro que encontró la otra vez, claro, cuando estaba solo, Wally aún no sabía lo que hacía, según él, solo leía y ya, eso le tranquilizaba porqué es difícil esconder cosas a alguien que conoce hasta el último pensamiento que poseas.

El dichoso hombre de altura grande siguió las indicaciones de Frank en donde iba a estar Barnaby y William, ya que pidió a su mejor amigo distraer al tímido chico, hoy sería un gran día.

── Barnaby por favor, salte de encima. Escuchó la voz de su amado muchacho, a paso rápido se acercó para ver la escena. ── ¡Te voy a meter en una perrera!

El perro grande estaba literalmente sobre el piel pálida, que chillaba por ser liberado, no estaba molesto, al contrario, antes de sentir celos, verlo tan desesperado por salir le hizo sentir gracia, soltando una risa que el de lentes escucho.

── ¿Wally?, ¡Wally, ayúdame!. Al oír el nombre de su mejor amigo, Barnaby se levantó de golpe, mostrándose feliz quería mostrar tanto al nombrado pero, arruinaría la sorpresa.

── Vamos a casa William. Eso lo tomo como una orden, levantándose del suelo para sacudir su ropa antes de mirar de mala gana al perro que sonrió con energía, ablando la mirada y se fue despidiéndose con la mano.

── Pareces muy feliz, ¿qué estas tramando?. Preguntó curioso.

── Nada.

El camino fue silencioso, el sol iba entrando para dar paso a la oscuridad de la noche, sus ojos prestaron atención a la casa, Hogar, parecía animada, no como otras veces donde aquellos ojos donde ventanas posaban, mirando al suelo.

William extrañado entró primero en la casa, todo estaba oscuro, de la nada se encendieron las luces dejando ver una mesa bien decorada, las velas sobre dicha mesa se prendieron dando una cálida luz tenue, ¿era lo que estaba pensando?. Escucho una su risa detrás suyo, el mentón del mas alto se coloco en su hombro para mirar lo que había logrado, su rostro se tiño de rojo, ¿qué significaba todo eso?.

── ¿una cena romántica?. Murmuró confundido, la calidez de su rostro era vergüenza. ── ¿Hogar, tú le ayudaste?.

La casa rechino ante eso, tomando como una afirmación, solo ingresaron, cerrando la puerta para tomar asiento, era demasiado extraño, parecía una escena cliché de una película romántica, no había disgusto pero si confusión que oculto con una sonrisa falsa, ¿Wally tenia sentimientos?, no se explicaba todo eso, tan elegante y bonito, definitivamente Julie le debió ayudar, las servilletas rosas le delataban, ignoró su sexto sentido para disfrutar el momento de paz.

── Wow, esta muy bonito, ¿hiciste esto para mi?.

── por supuesto que lo hice, ya nos hacia falta un avance.

Wally fue a la cocina en busca de la comida, momento, ¿avance?, ¿avance de qué?, frunció el ceño mirando el plato de manera pensativa, sus palabras tenían tanta carga en su mente que averiguar el mensaje subliminal de estas eran muy difíciles. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el aroma exquisito de un guisado, miró la comida antes de soltar una risa, cosa que extraño mucho al otro.

── ¿qué es gracioso?.

── Esa cosa no la hiciste tú, lo aprecio mucho que pidas ayuda antes de hacer que mi trasero sufra por tu comida.

Wally hizo un puchero pero tenía razón, después de que comió esa vez la tarta de manzana, cosa que no sabían a manzanas, quedó en el baño un largo rato.

── Uno se esfuerza.

── Lo note, gracias Wally. Agradeció por la comida y la velada.

La noche fue espléndida, podían hablarse como si se conocieran de años, realmente se sentía tan cómodo que olvidó sus preocupaciones primerizas, se levantaron a bailar una música de ritmo lento que sonaba de la radio, acomodo con cuidado su cabeza en el pecho ajeno mientras seguían moviéndose, tenerlo cerca era extraño, casi no se tocaban, ahora estaban bailando pegados, como si fuera a desvanecerse, Wally soltó la mano ajena para detenerse y agarrar su mentón para mirarse a los ojos.

── ¿lo disfrutas?. Su voz sonó distinta a la relajada, parecía algo diferente.

── No me hables así que me sonrojo.

Un simple beso lo hizo olvidar incluso donde estaba parado, un beso tierno y corto.

── Es hora de ir a dormir.

La música se detuvo, William salió de su trance, Wally parecia estallar de felicidad pero el pelirrojo no sintió nada con ese beso, al separarse, un beso en su frente fue plantado antes que el dueño de la casa se fuera a la cocina para limpiar el desastre, frunció el ceño, se despidió con la mejor sonrisa para al segundo de subir la escalera, borrar su felicidad, estaba confundido, ¿por qué no parecía reaccionar?, se encerró en el baño, para mirar su pálido rostro, levantando sus manos y tocando su rostro, parpadeo un momento antes de verse humanamente, retrocedió asustado, ¿qué acababa de pasar?.

No podía ni siquiera gritar, la casa estaba viva, seguro lo vería o escucharía si es que pudiera hacerlo, lavo su rostro antes de salir y miró al frente, allí estaba Wally, por reflejo le dio un puñetazo en el pecho.

── ¡En tu cara!, ¡Para que veas que asustarme no te sale gratis!.

── me lo merezco. Sobo el golpe para que ambos fueran a dormir, despidiéndose entraron en una respectiva habitación, William a la de invitados.

Cerró la puerta para sentarse en la cama, tenía mucho que pensar, ¿qué estaba pasando?.



¡Bienvenido Vecino! | Wally × LectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora