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Se sentía tan irreal ese amor que estaba recibiendo, no solo de la marioneta, sino de todos sus vecinos, regalos, afecto, se sentía extraño, aunque agradecía ese gran cambio, la paranoia y ese sentido de que algo no iba bien picaban su cabeza con un alfiler, realmente quería confiar, quería creerles pero no podía por el mero hecho de todo por lo que paso para llegar a esa falsa comodidad de ahora.

── Recuerda, cada que necesites algo, estoy para ti, William. Recordó la voz de Julie.

Estaba en casa de Wally haciendo manualidades cuando este se fue a comprar cosas de Howdy, generalmente lo acompañaba pero hoy opto por quedarse al sentir flojera por levantarse de su silla, terminó de cortar el último papel y sonrió satisfecho.

── Ya esta, soy libre. Murmuró apretando la tijera con una sonrisa.

Su mirada se posó en la manualidad de su amigo, extraños pero bonitas flores, sintió incomodidad por eso, parecían ojos, como los que se cargaba el muñeco ese, rápidamente agarró un libro para cubrir aquello, suspirando, definitivamente iba a necesitar demasiadas sesiones de terapia para recuperarse si algún día salía.

El silencio no era molesto, no sentía nada realmente, era como si sus emociones se fueran en un breve momento, respiro profundo, ya era la tercera vez esta semana, cada que pisaba la casa de Wally, carece por un breve momento de sentimientos, como si se reiniciara, levantó su mano para mirarla y luego observó la tijera, se sentó recto en su lugar bajando dicho objeto punzante para guardarlo en el bolsillo, se levantó sin mucho apuro, realmente se estaba tardando, sentía que lo hacía apropósito, no tenía mucha paciencia.

── Hey, Hogar, hay algo interesante ¿qué me puedas enseñar?. Hablo en voz alta, el rechinar de las ventanas parecían una afirmación, sonrió ante eso para bajar las escaleras, con los focos del pasillo le guiaba, era tan interesante aquello, parecía un juego, mínimo podría entretenerse así.

Pero tan pronto inicio su felicidad, culminó en un silencio abrupto, la única luz que quedaba alumbraba la puerta del sótano, que se fue abriendo lentamente, incitando a que entre, trago duro, recordaba las palabras del mayor, esa mirada fría y amenazante cuando le preguntó que guarda allí, para luego desaparecer esa expresión por una relaja y un falso "Nada importante" con esa risueña sonrisa.

── Hogar, ¿es seguro?, ¿Wally se enojara?. Los nervios hacían que golpeara con la suela de su zapato el suelo en un golpe rítmico, acomodo sus lentes antes de entrar. ── Veamos que quieres mostrarme tan desesperadamente, que chismosa eres Hogar.

La puerta del sótano se cerró, asustandolo, con el corazón latiendo fuerte, bajo aquel tramo de escaleras, la luz amarillenta iluminaba la habitación de azules paredes, el aroma no era desagradable, como si estuviera en una película de terror y esperará un cadáver al terminar de bajar, no había mucho, viejos cuadros, un goteo que bajaba de una cañería oxidada, pero al ver completo la habitación, vio frascos, papeles y una mesa de metal en medio de todo, la casa ya no parecía tener poder allí, solo allí, ¿por qué?. Fue hacia la mesa con los frascos, agarrando uno, viendo algo flotar, curioso se acercó.

── ¿Qué mierda?. Entre cerró los ojos para acercarse a la luz y ver, su corazón freno de golpe, eran globos oculares.

Sus manos perdieron fuerza por un segundo por el shock, pero agarró con fuerza el frasco antes de ser consciente, su pecho podía sentir como su corazón se alarmaba, eran ojos humanos, nadie aquí poseía ese tipo, miró los planos y sin dudas quedó sin aire, había un cuerpo humano dibujado, fotografías suyas cuando era humano perfectamente, ¿sus partes humanas fueron reemplazadas para acoplarse al mundo?, no conocía el material, miró sus manos, tenía la calidez de la misma piel, la desesperación se mostró en su pálido rostro, ¿corazón humano?, no estaba entiendo nada, se alejó en pasos torpes de aquello antes de que su espalda chocará con la mesa metálica, sus ojos viajaban frenéticamente por la habitación, como si su memoria le diera el punto pedazo de duda que le quedaba, recordaba una luz sobre sus cara, la ceguera, sonidos de sierra, agarró su cabeza con fuerza cerrando los ojos, salió de su trance cuando escuchó la puerta del sótano, abriéndose y cerrándose, la casa lo llamaba, eso lo puso peor, dejo todo como lo recordaba para subir corriendo las escaleras, la respiración agitada, sintiendo como caía su alma de su cuerpo, al salir la puerta se cerró con un click, asegurándose de estar bien cerrada, subió las escaleras al cuarto de Wally donde se supone debió quedarse, ¿qué significaba esas partes del cuerpo?, ¿Wally lo armo?, no podía asegurarse de que fue él pero no entendía, ¿cómo?, se sentó en la misma silla donde debía estar, quería llorar, quería irse, quería volver a morir.

── Ya llegué William, te traje regalos.

Sin duda alguna, ahora temía peor.














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Lamento no haber publicado, mi universidad me da tareas que me quitan hasta las ganas de vivir, aunque ya falta poco para el final de este libro, espero lo disfruten.

Dejo mis redes sociales, siganme no sean culos.

IG: @pokito_dibujante

Twitter: @Lucifer57298100

¡Bienvenido Vecino! | Wally × LectorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora