En un cuarto hecho para una niña consentida, una pequeña de diez años, de piel blanca, ojos azules claros, pelo rubio con rizos ondulados, vestida con un traje rosado, medias blancas, guantes blancos, y zapatos rojos, estaba sentada sobre una mecedora y peinaba una fina muñeca de porcelana. La pequeña estaba cantando con mucha felicidad en su rostro.
En el cuarto de la niña, se veían muñecas de porcelanas, que tenían caras de felicidad, ya que estaba en sincronía con su dueña, aquel lugar parecía amigable y feliz, pero aquel amable ambiente, solo era pasajero y condicionado a las emociones de la niña. La pequeña seguía peinando su muñeca, pero el ritmo que ejercía cada vez era más frenético y furioso.
Tal fue la furia que ejerció contra el juguete que portaba en su mano, que al final termino quebrando el cuello de su delicada pepona de porcelana, y con enfado arrojo la arrojo el cuerpo y la cabeza, contra el suelo, esto hizo que aquel delicado juguete de porcelana se quebrase en varios pedazos. En aquel instante los rostros de las demás muñecas cambiaron, las expresiones eran de enfado, ya que estos juguetes y su ama, compartían las mismas emociones.
La niña que había cogido una rabieta, exclamo el nombre de una persona, luego repitió varias veces aquel nombre, para que aquel hombre, apareciese frente a ella, entonces como si fuese alguna clase de ilusionista, aquel sujeto que era llamado por los gritos de la infanta, hizo acto de presencia. El hombre era un joven de buen porte, y que simple vista pudiese parecer un príncipe o un atrayente noble, el sujeto se arrodillo frente a la niña.
El recién aparecido, era un sujeto de piel blanca, su pelo era negro y corto, sus ojos era de un color verde azulado, entre claro y oscuros, su vestimenta consistía en una chaqueta fina de color azul, pantalones azules, los cuales estaban sujetado con un cinturón negro, zapatos negros, y una capa reversible, una parte negra y otra de color verde.
—¿Cuál es la razón de su enojo, mi señorita? —Preguntó el recién aparecido a la infanta.
—Quiero una hermana, con quien jugar—exclamó la niña y agrego—Y la requiero con suma urgencia.
—Disculpa, mi señorita, pero esa orden es complicada de realizar—le contesto el hombre a la niña y contestó—Su padre, ya no tiene el impulso para realizar tal hazaña, los humanos a una cierta edad...bueno a ellos, le es complicado...
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Adalid de una diosa.
FantasyEl desde la niñez a sido frágil, sus padres lo ignoran, ellos prefieren más a su hermano menor, el siempre se ha preguntado cómo llegó a los 17. Un día fue invocado a otro mundo, tal vez como cualquier historia el sería uno de los héroes que salvarí...