XIV. Asmodeus (+18)

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Hola, querubines, ¿me extrañaron? Parece que la semana santa me da toda la inspiración para escribir los +18 (el año pasado también subí para semana santa contenido +18)

Por fin después de 84 años publico la continuación del fic. Espero que tengan sus máscaras porque entrarán a Chernobyl con un nivel de toxicidad alta, un sin sentido de situaciones, relaciones inmaduras y de poca sanidad mental, situaciones MUY vergonzosas, y, porque se los debo, +18

Y ya lo público de una vez o sino me voy a tardar dos meses más. Así que disculpen todos los errores que pueden haber. Son las 02:30 y mañana tengo clases.

—¿Y? ¿Cómo van las cosas? — Haitani trenzó su cabello, relajado

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—¿Y? ¿Cómo van las cosas? — Haitani trenzó su cabello, relajado. Por fin no escuchaba la bulla y contaminación acústica que Rindo producía con su "música" de mierda. Lejos de su ruidosa casa, en esa cafetería, el ambiente era muy calmado. —¿Para cuando me invitan a verlos tener sexo?

—Eres un degenerado— reclama, molesto. Ve la gran taza de café de Haitani, estaba llena a niveles insanos —¿Por qué tanto café?

—Voy a ir al cine más tarde, será una horrenda y aburrida película, pretendo no dormirme en medio de la película y si tengo suerte distraerme con un par de besos. — termina de atar su cabello. —Pero no cambies el tema ¿cómo van las cosas entre tú y tu capitán?— en esa temporada es el chisme favorito de Ran.

—...Mal.

—¿Cómo que mal? ¿Y todo mi sacrificio de qué valió? Estuve corriendo medio festival de ese pelón tatuado y tú me dices que las cosas al final van mal entre ustedes. Exijo una explicación.

—Lo que pasa...

....

—Capitán, ven aquí.

—¿Qué?

Esperó el momento preciso en que todos y cada uno de los miembros de la quinta división desaparecieran. Entonces llamó a su capitán, con la seriedad solemne y tranquilidad que era usual y común en Sanzu siempre que estaba en presencia de otras personas que no fuera su capitán, porque cuando estaba solo con él tenía otra personalidad. Pero en ese preciso momento se mantuvo frío y sereno, así como su capitán le enseñó a ser.

Estoico, su superior lo observó con cierto grado de extrañeza al notar que su vice capitán no le comunicaba nada, que sólo parece observar un punto discreto e inexistente hacia un costado. Mutō decidió acercarse más a Sanzu e inspeccionar que podría ser lo que encontró o lo que quería mostrarle, pero allí no hay nada más que ellos dos. Sin embargo, el peliplateado sigue manteniéndose firme e intrigante en su posición.

Cansado de tanta trama, el mayor suspira al no encontrar respuestas en el menor.

—¿Qué es, Sanzu? No te entiendo. Sólo... dímelo.

—¿Siempre confías en mí?

—¿Qué?

—Que si siempre confías en mí. Bajas la guardia cuando estás a solas conmigo, cosa que jamás he visto que hagas con otra persona.

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