IV St. Valentino (+18)

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¿Se acuerdan cuando capítulos atrás el Mutō decía que no le gustaban los hombres y que no era ningún gay? Pues en este capítulo va a quedar como payasin. Así que alisten sus cámaras para captar el momento exacto de su humillación.

¿Sanzu lo logro? ¿Logró voltearse a Mutō? Entérese por usted mismo.

¡Gracias a todos por sus lindos comentarios! Como siempre no está demás decir que sus comentarios me han motivado a seguir escribiendo esta historia e inspirarme con cada uno de ellos. Desearía responder a cada comentario, pero por cosa de tiempo siempre me quedo en medio camino, así que pido perdón.

Me gustaría que me contaran que tal quedó esta parte, si necesito perfeccionar en detalles o debería estudiar un poco más sobre la teoría de la erótica masculina. Sus comentarios me vendrán bien (siempre que no sean insultos (⁎˃ᆺ˂) soy un conejito sensible!)

PD: Para cierta personita, sí, tú, no te hagas. Que me dio potente idea por Facebook, pues, gózale porque la llevé a cabo en este fic. (El traje sadomasoka, no xD pero sí lo otro)

 (El traje sadomasoka, no xD pero sí lo otro)

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La angustia comienza a arderle desde el interior de su pecho, no le gusta la sensación de estar en la soledad e incertidumbre. Esta tortuosa angustia se propaga a cada segundo un poco más ya que el único sonido que se escucha en todo el lugar es el resonar de sus propios pasos ir de aquí para allá sin tregua, transitando una y otra vez por cada rincón de la fabulosa habitación del hotel.

Estaba desesperándose.

Pasaba más de una hora desde que Mutō salió a ¨comprar¨ lo qué Sanzu se le ocurrió súbitamente pedirle como excusa para que saliera de la habitación, pero no pronosticaba que su capitán se demorara tanto. Tal vez lo estaba haciendo a propósito, dejando pasar el tiempo pensando que así Sanzu se cansaría de esperar y lo encontraría dormido en la cama cuando regresara.

Sanzu se maldijo internamente ¿Para qué le pidió que se fuera por unos momentos? Ahora que lo pensaba, bien pudo solicitar su pedido de delivery (el de él, no el que le mandó a pedir a Mutō) y pedirle al otro que se tapara los ojos o se encerrara en alguna parte para que no viera el contenido de la ¨cajita mágica¨

Sanzu debió pensar mejor las cosas. Ahora tenía el presentimiento que su insufrible capitán se las ingeniaba para escaparse de él.

Como pasó tanto tiempo desde que Mutō se fue, Sanzu ya se cambió de ropa por la que mandó a pedir. No iba a tener su primera vez con Mutō usando esos estropajos con los que había salido de casa. Bueno, sí, todavía tenía que usar ese enorme hoodie (que estaba seguro que se lo robó a Mutō alguna vez, pero se le olvidó devolverlo) sobre la ropa que se compró para deslumbrar a su capitán.

El peliclaro se dejó caer sobre la enorme cama King, era tan cómoda y elegante que le daba la sensación de ser la entretención de la noche de un gran magnate. No compartía el deseo de Mutō sobre ir ganando dinero fuera de la ToMan, todavía lo aborrecía, pero, ¡vaya! Los lujos que se estaba dando a su joven edad no se los podía dar cualquiera. Aunque... Si Mutō seguía gastando así y derrochando en caprichos, no le hacía mucho sentido que quisiera ahorrar porque eso no era para nada barato.

HardcandyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora