TREINTA Y UNO

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León

Tres semanas, ese el tiempo que mi mujer ha pasado en coma. Están a punto de despertarla. En cuanto esté despierta, iré a Italia a buscar a Fiama para traerla aquí. Sé que a mi esposa le encantará la idea de nuestro hijo nazca en Rusia. El médico retira el tubo de respiración mecánica que mi esposa tiene metido por la boca. Le pone otro tubo de oxígeno más pequeño en la nariz.

-Despertará en unos minutos, nos dice.

Espero a los pies de la cama con las manos apoyadas en el piecero. Ivanna empieza a mover los dedos de las manos. Dmitry intenta ponerse de pie, pero Lina lo obliga a quedarse sentado. Los ojos de mi esposa empiezan a abrirse.

-¿Señora Di Santos?- la llama el médico.

Mi esposa abre la boca, ningún sonido sale de ella. El médico comprueba la reacción de sus pupilas.

-Normal- murmura.

Agarra las manos de mi mujer.

-Señora Di Santos, apriete mis manos con toda su fuerza.

Mi esposa hace un gesto de dolor.

-Le hace daño- gruño.

-León- dice Ivanna en un hilo de voz.

-Lo siento señor, debo comprobar la movilidad de sus manos.

-¿Está bien?- pregunta Dmitry.

Me acerco a mi mujer.

-Sí, señor, la fuerza es la esperada en la mano izquierda.

-¿Y la derecha?- pregunta mi suegro.

-Tendrá que recuperar lo que pueda con fisioterapia. Sin embargo, debo advertirles, no recuperará la fuerza al cien por cien, los nervios y los huesos estaban muy dañados. Hicimos lo que pudimos para salvar la mano.

-Gracias doctor- dice mi suegro.

-Los dejamos a solas, si necesitan algo pueden avisar a la enfermera.

Acerco mi cara a la de mi mujer, le doy un beso en la frente.

-Quiero agua- dice.

Dmitry se levanta rápidamente, antes de que Lina pued reaccionar, agarra la botella de agua de la nevera de la habitación. Abre el tapón y ayuda a mi esposa a beber.

-¿Cómo estoy?- pregunta mi mujer.

Le limpio con mi pulgar el resto del agua que tiene en el labio superior. Miro a mi suegro, él asiente.

-Amore- suspiro- Has estado tres semanas en coma- ella asiente débilmente- Te han limpiado el organismo de la puta droga.

Respiro hondo, no es momento de enfadarme. Ivanna toma mi mano.

-Cazzo, te amo- le digo.

Mi esposa sonríe.

-Sigue contándome, no te distraigas estúpido.

Mis suegros y yo nos reímos bajito para no despertar a Anna, que está al otro lado de la habitación.

-Con el escáner ese que tienen eliminaron la adicción de tu cerebro. Les dije que te hicieran adicta al sexo, pero no me hicieron caso.

Mi mujer se ríe débilmente, en cambio, mi suegro me fulmina con la mirada.

-Papá, no lo mires así.

-Un día de estos te quedas viuda- dice cruzándose de brazos.

Ivanna me mira.

-¿Entonces estoy limpia?

LEÓN #3 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora