Capítulo 6: Eres como una herm...

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Yori

Debía ser una broma, estoy algo confundida debido a que aceptaron tan rápido su opción, sobre cómo realizar el mural de la profesora de arte, era bastante temprano, debía alistar sus materiales para hoy. Sentía la emoción, no podía esperar para armar el mural, aunque los nervios del trabajo en equipo y con todos, ese si es un problemita, si en dado caso no se llevarán, y si luego entonces nadie se pone de acuerdo.

—Habíamos quedado en que cada quien llevaría algo para armar hoy el mural, a ver me toco los acrílicos, llevaré también grapadora, cintas, tizas...—. No puedo creer lo que acabo de hacer. —Mi maleta no cierra...
¡ay no!—.

—¡Hola!, prima, no sabes cuánto te extraño es una lástima que estemos en diferentes años y tú en preparatoria y nosotros en secundaria—. Apenas la oí mi gesto cambio a uno de penumbra.

—¿Qué deseas? —. Dije mirándole con algo de cansancio.

—Sabes bien que solo pase a saludar, ¿Por qué eres así conmigo? —. Sus ojos parecían estar atentos como esa sonrisa de seguridad plena.

—... deja el drama, sé bien a que viniste—. Solo extendí un documento en toda su cara.

—Gracias, eres muy bu...—.

Solté el documento, ya debía de irme, apenas la oí, deje de sostener la carpeta, y salí junto con mis maletas para hoy.

—¡Oye, ash!...—. La oí decir.

Baje las escaleras con cuidado de no tropezarme con las maletas, revise que llevara lo indicado tanto necesario.

—Vaya, hasta que te dignas a bajar...—.

—Buenos días, tía—. Dije sin ánimos, el tío ya se había ido, alcé la vista, ahí se encontraba ella en el comedor desayunando, suerte que madrugué.

—Por favor, apúrate en crecer, ¿no? O por lo menos haz algo en esta casa—.

Sabía que esta mujer me odiaba, la verdad lo increíble de todo esto es que ni siquiera sé la razón, solo camine hacia la nevera, cogí un frasco en el cual guarde mi avena trasnochada, y otros envases los cuales guarde en una mochila pequeña.

—Tenga buen día, tía—. No sentía nada, solo talvez respeto y un poco de cariño por ser mi familia.

Al salir vi a una muy dormilona Tsuinaoi, aún tenía su cabello hecho un caos, sonreí al verla.

—Uhm, vaya solo eres tu Yori-San—. Dice mientras hace estiramientos.

—Buenos días a ti también, Tsuinaoi, déjame arreglarte—. Le hice un gesto para que se girara de espaldas a mí.

—Uhm...está bien—. Murmuro bajo, pasando un cepillo que tenía en su maleta.

—¿Quieres llevarlo como siempre en una coleta o gustas que te haga dos?—. Ella solo me asintió, tuve que descifrar cuál sería mejor optando por la última.

—¿a qué horas te dormiste?—. Pregunte arreglándole el cabello.

—Es que hoy debemos entregar un resumen con nuestras palabras sobre lo que pensamos de los 3 capítulos de la novela Las cadenas de tu propia acción —. Mencionaba moviendo las manos.

—Me alegro es un buen libro, aunque, ese no es de ninguna traición, habla más bien de los efectos de tus acciones y como 8 diferentes personas se terminan relacionando entre sí, uno es un sicario, una doméstica, una joven de familia rica, una viuda con su hijastra pequeña, un mayordomo, doctor y un niño—. Trataba de recordar bien, todo es bastante impresionante, como todo se mezcla solo por una persona.

Una Voz Distante,Un Amor Silencioso.(reescribiendo historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora