Capítulo 9: Primer encuentro entre el mar y una hermosa tabla

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Yori

El día llego a la misma rutina de arreglarse, aunque sentía que algunas cosas se me estaban olvidando.

Había quedado en ayudar al compañero de Tsuinaoi, pero ahora que lo pensaba debía alistarme pronto, me sentía emocionada, ya que recibí una invitación, incluso me pagaron el boleto, eso era penoso, es que nunca ha sucedido que alguien le invitara o pagara algo... de por sí amistades eso era inexistente, solo colegas y nada más, aunque Onemine, junto a algunos chicos, era injusto que ellos hicieran todo eso por algo tan sencillo, pero prometí que aceptaría lo que dijeran. Si no mal recuerdo había quedado que este fin de semana irían, aunque, había pasado ya una semana del proyecto, parecía emocionante esta salida, sin embargo, mi mente no ayudaba mucho a la hora de recordar.

—Es que no es para tanto... no hice mucho—. Revisaba el armario, repasando con la vista cuál era la ropa más cómoda.

¡Bum!

—¡ah!... pueden dejar de entrar así por así—. De verdad que les encanta maltratar la puerta de mi habitación, debería acostumbrarme a ponerle cerrojo.

—Si vas a caminar, llévate unas zapatillas—. Tsuinaoi, parecía estar bien relajada en mi cama.

—Oye, ¿Por qué te encanta estar aquí?—. Me acerqué al closet sacando una camisa negra, cómoda, algo grande, así estaba bien, me encantan las mangas celestes que tiene, debo ver una falda.

—Tu cuarto permanece un poco más ordenado, así que es ¡UFF!, así como paz—. Me lanzo una sonrisa de total tranquilidad, se notaba que le fascina estar tirada en mi cama.

—Qué bonita, desordenando mi cama, ¡ve a la tuya!—. Solté la ropa y la sujeté del brazo logrando sacar la mitad de su cuerpo de mi cama.

—¡No! Déjame aquí es demasiado agotador, mi habitación está justo al lado de la plasta de mi hermana, no me dejo dormir, por estar con esas ridículas en videollamada—. La liberé del agarre con cuidado.

—¿Y ahora?—. Pregunte sentándome junto a ella.

—Se la paso hablando de...—. Parecía no querer continuar, se notaba pensativa.

—Dime—. No iba a quedarme con la curiosidad.

—Yori-san, se la paso pintándote de...—. Lanzo una de mis almohadas hacia la pared.

—Da igual, además debes hacer tus tareas, voy a salir—. Era mejor ignorar aquello no iba a enfermarme por Tsuinrai y sus complejos o algún síndrome hacia mí.

—Dale, pero te ayudo a escoger la ropa—. Antes de protestar ya estaba en mi closet seleccionando y sacando ropa.

Luego de 8 cambios de ropa, al fin me dejo en libertad, y ella dice, que use ¿zapatillas? Para entonces ponerme dos tacones que ni siquiera son míos... ¿Qué sentido tiene?, se contradijo a sí misma, no obstante, esos zancos solo se los pondría ella, los zapatos estaban demasiados altos, no iba a andar con eso. Así que solo agarre una de mis faldas un suéter negro, de la misma manera que combinaba con todo y zapatos bajos, listo más nada.

—Jajajá lo siento, es que los tacones le quedaban—. Reía bastante alegre bajando las escaleras.

—Si muy graciosa, tío me dio permiso, no regresaré tarde—. Mencione, ya abriendo la puerta para irme.

—Sí, sí ¡bye, bye!—.

—¿Quién te dio permiso de salir?—. Se notaba molesta, rápido le miré.

—Tía, conversé ayer con usted y mi tío, se acordó que podía salir—. Estaba algo desconcertada, y más aún al ver a Tsuinrai, con tantas bolsas.

Una Voz Distante,Un Amor Silencioso.(reescribiendo historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora