CAPÍTULO 63: Mal presentimiento

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Alexander

En cuanto Abril sale del aula, un escalofrío recorre mi cuerpo, y a partir de ese momento mi tranquilidad se cuela por el retrete, y dejo de prestarle atención al maestro para empezar a pensar cuál habrá sido el motivo que tuvo mi padre para llamarla a su oficina, pero no logro dar en el clavo.

Miro el reloj en mi muñeca cada tanto, al mismo tiempo que acecho la puerta rogando para que Abril vuelva pronto, hasta que suena el timbre para el receso y salgo corriendo del aula a buscarla. Camino apresuradamente por los pasillos hacia el despacho de mi padre, y la veo viniendo hacia mí, caminando distraída, así que me apresuro hacia ella y cuando me ve, una sonrisa radiante ilumina su bello rostro e inmediatamente me siento más tranquilo.

—Mi pequeña, ¿cómo te fue? —la saludo buscando una respuesta en sus ojos, a la duda que carcome mi cabeza desde hace unos minutos, y ella me abraza y se pega a mi pecho para después continuar nuestro camino hacia el patio trasero.

—No lo sé amor, es algo inesperado, pero bueno.

—Cuéntame, ¿qué quería de ti?

Nos sentamos en la tribuna y ella me mira fijamente a los ojos:

—Primero me felicitó por mis buenas notas y desempeño, después me reafirmó que ahora es el nuevo dueño del pub y me contó las razones por las que lo compró; él dice que sus visitantes son potenciales clientes para su negocio, y que quiere ser reconocido de nuevo en la ciudad y en el país, por lo que el "Pub Estelar", al ser tan famoso, es una buena opción para darse a conocer a más personas. Después me ofreció ser la nueva administradora de todas las sedes, en especial la principal, ya que no le queda tiempo para hacerse cargo él mismo.

—Eso no suena nada bien, presiento que hay más motivos.

—Sí, de hecho, me dijo que pensó en mí porque no conoce a ninguno de los trabajadores y, por lo tanto, no confía en ellos; dijo que yo le agradé desde que me vio, y que he demostrado ser una buena persona, además de responsable.

—¿Y tú le crees?

—En realidad no me pareció que hubiera malicia en sus palabras, pero confío en ti, no en él, por eso le pregunté cuál es el verdadero motivo por el que me ayuda, si los tres sabemos que él se opone a nuestra relación, entonces me dijo que ya me había dado sus motivos y que es cierto que él no está de acuerdo con lo nuestro, pero que no es verdad que quiere perjudicarme, que solamente quiere que no te desvíes de tu camino porque eres el pilar más importante para que sus negocios sigan creciendo, y heredes la fortuna de tu familia.

—Yo no le creo nada... lo conozco y sé que está tramando algo, pero no puedo adivinar que es —asevero apretando mi mandíbula—. Así que sigue con la idea de cederme sus negocios, cuando ni siquiera sé a qué se dedica aparte del instituto —agrego—. No pienso hacerme cargo de algo que no conozco.

—Tal vez se trata de algo muy fundamental para él y teme que tú puedas no interesarte en eso, estará buscando mejorar la relación contigo para ver si aceptas tomar su lugar en unos años. —«Mi pequeña ingenua, con tu fe puesta en la hipócrita humanidad»—. Hay algo que me dejó un poco confundida y fue cuando dijo que tú eres muy inteligente y que te darás cuenta de tus errores, no sé si lo decía por mí o por todo lo que pueda pasar debido a nuestra relación en general.

—Es notorio que no hay buenas intenciones en su propuesta —aseguro tratando de que reaccione—. Tal vez cree que al ser tu jefe, además del director, puede tenerte más controlada.

—No lo sé; sin embargo, quiero pensar que no es así, que tal vez él quiere que le demuestre lo que valgo y si soy digna de ti.

—Tú no tienes que demostrarle nada a él ni a nadie, yo te quiero y te elegí, que seas la correcta para mí, es suficiente.

El universo que inventamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora