Capítulo XXI.

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Esa noche era distinta, las gotas de lluvia golpeaban la ventana con fuerza y los relámpagos traspasaban las cortinas iluminando toda la habitación, pero a diferencia de otro momento donde estaría solo en medio de la cama de dimensiones descomunales, ahora se encontraba abrazando a su pequeño ángel quien había escuchado con atención toda la historia de su vida.

Fue complicado contar cada detalle porque eso ameritaba recordar sus días de infierno junto a ese hombre, los llantos de su madre junto a esos golpes en su rostro que simplemente no le gustaban. Las veces que no tuvo para darle un poco de comida a su hermana y las noches donde ese hombre llegaba ebrio a desquitar su furia con él.

Eran los peores recuerdos que tenia y que siempre quiso borrar de su cabeza, pero hasta la fecha no a podido hacerlo, mucho menos perdonar cada insulto, cada golpe y cada palabra que traspasaron su corazón.

Barcode se dispuso a escuchar esa historia con atención hasta que llegó un punto donde Jeff comenzó a desesperarse, tomo su mano estrujándola entre las suyas dando el tiempo necesario para que su respiración se regulara, pero no lo consiguió.

Repetía a cada momento que él no había hecho nada, que nunca hubiera sido capaz de lastimar a su madre y le creía. Barcode creía en cada una de las palabras de Jeff, sabía de sus sentimientos, de la nobleza que existía en su corazón a pesar de los sentimientos que escondía y sobre todo sabía que un niño de seis años no podía cometer tal crimen.

El pelinegro comenzó a experimentar un ataque de pánico, de esos que le daban cada noche de tormenta o en el aniversario de la muerte de su madre, con él tiempo había aprendido a controlarlos al igual que sus sentimientos, pero ahora que liberaba todo el peso que sentía su corazón esos estragos volvieron.

Su cuerpo temblaba con frenesí, las lágrimas salían de sus ojos como si fuera una carrera, sus manos se pusieron heladas en tan solo pequeños segundos, la palidez atacó su rostro y sus labios comenzaron a moverse en un tembloroso miedo, junto con las palabras que salían desde su garganta que cada vez se convertían en un eco.

—Jeff, mi amor, está bien. Estoy aquí contigo, te creo.

Era lo único que podía repetir mientras lo abrazaba y dejaba caricias sobre su cabello, sentía como el mayor se aferraba a su pecho a un desnudo mojando su piel con las lágrimas que caían de sus ojos, los sollozos que salían de sus labios en un momento comenzaron a asustarlo porque parecía no poder controlarse, pero poco a poco el llanto fue disminuyendo y Jeff se separo de él para mirarlo a los ojos.

—Debía contártelo en algún momento, no quiero tener secretos contigo.

Acaricio con cuidado su mejilla mientras dejaba un suave beso sobre sus labios, Barcode no quiso alejarse en ese momento, así que hizo presión en su rostro con sus manos para acercarlo un poco más. Ver la desesperación de Jeff en sus ojos lo había asustado y temía que se dejara llevar nuevamente por sus recuerdos.

—Gracias por tener confianza en mí, estaré siempre contigo lo prometo.

Jeff sonrió ante la ternura evidente en sus palabras y dejo que el menor se recostara sobre su pecho acariciando sus cabellos. Todo lo que tuvo que vivir hasta los seis años no era algo que le gustara recordar, pero tampoco podía evitarlo después de todo las heridas de su corazón aun no se encontraban cerradas, el rencor a su padre biológico aun no desaparecía y el recuerdo de su madre seguía ahí en su mente incrustado como un alfiler.

Le lastimaba recordarla en medio de la cocina, con sus ojos mieles cerrados con una fuerte presión, la palidez en su piel y la herida de su cabeza goteando sangre, fue una imagen demasiado fuerte para su pequeño corazón y aun más cuando su padre lo culpo de haberla lastimado. Eran recuerdos no podían desaparecer tan fácil, pero hacía el intento por continuar su vida normal a pesar de todo el dolor.

Something in the rain│JeffCodeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora