Sophie Anderson
Cerré la puerta detrás de mí y la silueta de Adrien sentado el sillón me hizo sentirme culpable. Era mi culpa haberlo dejado esperando hasta tan tarde.
—Has vuelto, ¿Dónde estabas, cielo? —me preguntó levantándose
—Fui al parque y comí un helado—omití la parte de Max
—¿Sigues enfadada? —fruncí el ceño y recordé lo que había pasado horas antes
—No—mentí y él no lo notó
—De todas formas, lo siento, sé que son tus padres y no debo meterme en vuestra relación.
—Olvídalo Adrien, no pasa nada. —el me abrazó y le devolví el abrazo
—¿Vamos a dormir? —asentí
Entramos a la habitación y cada uno se cambió en silencio. Me acosté a su lado con la mirada perdida en el techo y él tampoco dijo nada.
—¿Estamos bien, Soph?
—Sí, Adrien. Estamos bien. —él se volteó y me quedó mirando.
—Buenas noches, Soph—me dio un beso en la mejilla y acostó su cabeza en mi hombro—Te amo
—Igual yo.
***
Al día siguiente me levanté sola, mi alarma había sonado a las 9 de la mañana, pero me desperté unos minutos antes. Supuse que Adrien ya se había ido a la oficina.
Suspirando me levanté y me dirigí al baño. Me aseé y luego me fui a la cocina. No tenía ánimos de hacer nada así que me serví un vaso de yogurt. Prendí mi laptop a mi lado y entré a mis correos. Tenía bastante trabajo.
Me pasé probablemente dos horas sentada en el sofá haciendo algunos documentos y enviándolos. Me ardía la vista y tenía hambre. El sonido de mi teléfono me sacó de mi trance y me levanté a atenderlo.
Era mamá
—¿maman?
—Sophie, Bonjour, ma fille—saludó—¿Estás sola? No quiero interrupciones como la de ayer
Solté un suspiro y dije que sí
—Sigo sin entender qué haces con ese tipo. Él no te proporciona nada—la interrumpí
—Al punto por favor, mamá
—Bien, tu padre quiere que vengas a parís el lunes ¿Podrás?
—¿Mañana? —revisé el calendario que había en la cocina 20 de febrero
—Sí, mañana. ¿Has olvidado que el cumpleaños de tu padre es el 21 o qué?
—No mamá, pensaba mandarle un regalo en encomienda—escuché su bufido
—¿Acaso tu noviecito es más importante que tu padre?
Aquí vamos de nuevo—suspiré
—Ahí estaré, mamá.
—De acuer—el grito de una niña la interrumpió—Bueno te dejo, Sophie. Tengo que atender un asunto. —colgó sin dejarme despedirme
Cerré todas las pestañas de mi laptop y entré a buscarme un boleto para viajar hoy por la noche, lo pagué y cerré la laptop.
Me fui nuevamente a mi habitación y alisté una maleta, tenía ropa allá, de todas formas. Estimaba que me quedaría casi una semana por allá, así que agarré mi celular y le escribí a Max.