Sophie Anderson
Adrien estaba furioso cuando salimos del circuito. Estaba segura de que si le decía algo explotaría. Manejó en silencio y no me atreví a decirle nada hasta que estuvimos en el hotel.
—Estoy muerto. —dijo tirándose a la cama—Ven aquí, Soph.
Maldije interiormente.
—Adrien, los papás de Max me invitaron a su cena. —dije apoyándome en el marco de la puerta.
Él rápidamente alzó su cabeza y me miró.
—¿Me estás jodiendo? —negué—Osea tengo que aguantar que mi equipo prefiera al chico nuevo y ahora ¿Tengo que aguantar que mi novia prefiera estar con mi compañero?
—Ven conmigo, te han invitado también—sugerí y él soltó una risa seca.
—Anda a donde quieras, Sophie. —regresó su cabeza a las almohadas.
Con pasos lentos me subí a su espalda y dibujé figuras deformes en ella.
—No te enfades, sus papás me guardan aprecio y yo a ellos, Amber es mi mejor amiga, Dan es mi amigo, incluso Max es amigo mío.
—Haz lo que quieras. —dijo entre dientes.
Solté una respiración profunda y me agaché para darle un beso en la sien.
—Regreso en un par de horas.
—El vuelo sale mañana a las 7. No hagas bulla cuando llegues o duerme en el cuarto de invitados si llegas muy tarde. —dijo deteniendo mi camino hasta el baño.
—Bien. Dormiré en el cuarto de invitados. —cerré la puerta con fuerza y me metí para bañarme.
Salí 15 minutos después y me dispuse a elegir mi ropa. Opté por un vestido azul con unos tacos blancos. Me cambié rápidamente y salí de la habitación. Adrien no dijo nada cuando escuchó que me senté a esperar un taxi y yo tampoco tenía ganas de decirle nada.
—Te veo mañana. —dije antes de salir del piso.
El taxi ya estaba afuera cuando salí del hotel. Amber se había ofrecido a recogerme, pero me negué. Le pagué al taxista y me bajé rápidamente. El lugar estaba lleno de gente con sus teléfonos y maldije muchas veces más cuando empezaron a tomarme fotografías. Los de seguridad me ayudaron a entrar y busqué con la mirada a los chicos encontrándolos en una mesa bastante alejada de las ventas.
—Sophie, querida. Estoy feliz de que estés aquí—dijo Emily, la mamá de Max.
—¡Sophie! —la mamá de Dan se levantó de un salto y me abrazó—Cariño, cada vez que te veo estás más preciosa. ¿No ha venido tu novio?
—No, estaba un poco cansado—ella asintió comprendiendo.
Saludé a Jacob y Tobías, los papás de Max y de Dan, y luego me senté en la silla libre al lado de Max.
—Felicidades campeón, no te vi en el motor home. —Max me sonrió
—Gracias, rubia. —rodé los ojos.
—Me voy a pintar de rojo a ver si me sigues diciendo rubia—sonrió más.
—¿Hay mucha gente afuera? —me preguntó y asentí.
—Mañana saldremos en muchas páginas de chismes—solté un resoplido.
—Y peor si no han visto a tu novio por acá. ¿Está enfadado?
Dudé en contestar
—Un poco, pero ya se le pasará —me encogí de hombros.
El mesero llegó poco después y cada uno pidió su plato. Ya casi acabando la cena el papá de Dan se levantó a dar un brindis.