Sophie Anderson
Mi alarma sonó tempranísima, me preparé para ir al gimnasio y salí de mi habitación a las 7 de la mañana. Mis músculos pedían un descanso al regresar a casa, tomé una ducha y comí mi desayuno. Hice algunas videoconferencias y terminé de procesar algunos documentos, hasta que una llamada me interrumpió. No tenía registro de aquel número así que contesté.
—¿Hola?
—Hola, ¿Me comunico con la señorita Anderson? —dijo una chica
—¿De parte de quién?
—Somos de la empresa Falcao, me gustaría hacerle una propuesta laboral
—Soy Sophie Anderson, y como dije anteriormente, no estoy interesada. —dije con toda la intención de colgar.
—Señorita Anderson, un gusto poder hablar con usted. Sé qué hace más de un año nos dijo que no estaba interesada y comprendemos porqué. Pero realmente nos gustaría contratarla, conocemos el trabajo de sus padres y enserio necesitamos de su trabajo.
—Lo lamento, ojalá pudiera trabajar con ustedes. Pero en este momento no.
—No tiene que ser ahora, señorita Anderson—dijo emocionada—La oferta sigue disponible el resto del año. Si decide unirse después de agosto, no habría ningún problema
—De acuerdo, lo pensaré. Gracias.
—No tiene por qué agradecer.
Se despidió y colgó. Solté un suspiro y dejé mi teléfono en el sofá. Era la tercera empresa que me llamaba en menos de un año. Adrien me había aconsejado que no me meta en ello, y creí que era lo mejor porque estaba segura de que lo hacían por su imagen.
Me cambié por una falda pegada marrón de cuero y un top marrón de un tono más claro, me puse mis tacos y esperé a que Amber llegué para ir a almorzar. Ella llegó pocos minutos después y estaba vestida con un bonito vestido azul y unas zapatillas blancas.
—Hay un restaurante que me ha gustado, pero está un poco lejos—dijo cuando me subí a su carro—Igual y llegamos a la hora
Eran las 3 de la tarde, así que asentí y ella manejó.
—¿Estás emocionada por tu cumpleaños? —me preguntó
—Joder, con tantas cosas olvidé mi cumpleaños. —suspiré
—A ver, si mis horarios cuadran el 23 de abril lo tengo libre—dijo ella—Vamos ambas a Mónaco, siempre es bonito pasar los cumpleaños allá.
—Me encantaría ir, pero no quiero dejar solo a Adrien.
Amber rodó los ojos—Chica, es tu cumpleaños y él ya no es un niño
—Ya, lo sé. Me confirmas si lo tienes libre y salimos a Mónaco.
Amber sonrió—Bien, tengo los planes perfectos.
Nos la pasamos conversando bastante y estuvimos de ida al circuito una hora después.
—No he visto a Max a pesar de estar en el mismo hotel. ¿Sabes algo de él? —me preguntó
—Salí con él, el lunes. —Amber alzó las cejas— Fuimos a un club
—¿Fuiste de fiesta con mi hermano y no me dijiste? —negué—peor aún. ¡No me llevaste!
Solté una risa y ella me acompañó
—¿Qué tal la pasaron? —preguntó interesada de pronto
—Me divertí bastante, me enseñó algunos tipos de baile que no conocía. Fue genial—Amber sonrió