Tú puedes Bishop

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Kate Pov:
  
    
Cuando llegamos a nuestro piso, salimos juntas del ascensor. Estuvimos todo el tiempo en silencio, pero ningún segundo fue incómodo, por el contrario, se sentía la paz, y me impresionaba lo bien que me sentía a su lado.

No sé cómo se sentiría ella, pero las veces que volteé a verla, su rostro estaba completamente relajado, no había rastros de incomodidad, así que eso me hizo confirmar que las dos nos sentíamos a gusto con la otra. Me impresionaba y me alegraba a la vez que nuestra relación fuese creciendo cada vez más.

—¿Quieres algo de comer? —pregunté.

—Tal vez solo agua —contestó caminando a mi lado.

Caminamos hasta la cocina, yo me acerqué al refrigerador y saqué la jarra de agua. La dejé sobre la mesa y ella me agradeció con una sonrisa. Yo fuí en busca de unas galletas.

—¿Y cómo es eso del arco y flecha? —preguntó con un tono curioso.

—¿Y cómo sabes que los uso? —la interrogué mientras me recargaba en la cocina.

—Eres la aprendiz de Clint, ¿Qué más podría enseñarte? —rió leve.

—Buen punto —la señalé y me senté frente a ella—. Pues bien, empecé haciendo ese deporte desde muy temprana edad, junto con algunas otras actividades —la miré y levantó las cejas.

—¿Y eres buena?

—Soy la mejor. Aunque nunca voy a superar el nivel de Clint en el arco, las medallas siempre me han demostrado que puedo ser la mejor de todos si me lo propongo —sonreí orgullosa.

—¿Cuántas haz ganado?

Esa faceta curiosa me gustaba, me hacía sentir que le interesaba, que ella quería saber más de mí.

—Incontables, si sumamos las de todas las actividades, tengo más de 40 seguramente —sonrió leve.

—Entonces sí eres buena —tomó el vaso y bebió su contenido. Que supongo, sirvió cuando fuí por las galletas.

—¿Y tú? —frunció el ceño—. ¿En qué eres buena? —pregunté curiosa yo esta vez.

—Se podría decir que en todo. El tener tantas misiones de todo tipo, hacía que tuviera que estar lista en todos los aspectos, tanto sigilosos como cualquier otro. No era nada fácil, pero esos 15 años allí me sirvieron para ser la mejor de esa base —hizo una leve sonrisa triste.

—¿Sabes usar el arco?

—Sé usar cualquier cosa que me pidas —se encogió de hombros—. Desde un arco hasta un misil —sonrió.

—Podríamos ir a probar a la sala de entrenamientos —propuse mientras me levantaba.

—¿En serio? —preguntó sorprendida y asentí—. ¿No se van a enojar?

Se notaba como quería dar un ejemplo, de que ella respetaba las normas del complejo.

—Tranquila, siempre vamos ahí con Yelena, ella práctica con las armas y yo con el arco —levanté los hombros—. Vamos —ladée mi cabeza para que me siguiera. Se levantó y caminó conmigo. Caminamos por los pasillos hasta llegar al ascensor, bajamos y en pocos minutos llegamos al gimnasio. Entramos y nos dirigimos a la sala de práctica de tiro—. Aquí están los arcos, ¿Por qué no me enseñas? —miré la variedad de arcos que había.

—Con gusto —dijo con una sonrisa. Se quitó la chaqueta que tenía desde hoy, dejando ver sus brazos, un poco musculosos, seguramente por todo el entrenamiento que tuvo en la base. Se puso todo lo que necesitaría para no lastimarse, agarró uno de los arcos parecidos a los que usa Clint y un par de flechas—. Solo no te asombres —me miró y fue hasta uno de los espacios para poder tirar.

 Il Mio Sorriso Preferito - Kate BishopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora