PRÓLOGO

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PRÓLOGO



¿En qué me había metido? Yo, que tenía todo bajo control. Yo, que tenía todos mis horarios calculados y planeados para no salirme de línea. Yo, que lo único que quería era triunfar, que no soportaba las caídas por más que me hicieran aprender. Que aguantaba caída tras caída, que me levantaba con más fuerza que nunca cual fénix.

¿Por qué había dejado que mi corazón decidiera sobre mi futuro? Debía volver a poner las cosas en su sitio. Debía centrarme en lo que tenía que hacer y no en lo que quería hacer. 

Yo había trabajado duro para llegar a donde estaba. No me lo habían dado todo hecho como pensaban todos. Sí que tenía oportunidades de escalar rápidamente hacia la cima gracias a mi padre, pero yo había insistido en empezar desde lo más bajo en una de sus empresas. Yo había currado mi nueva posición ahora que él quería despejarse un poco y vivir su vida.

Ahora la única esperanza que tenía sobre el futuro de sus empresas recaía en mi y no podía defraudarlo, no podía dejarme llevar por sueños que nunca se cumplirían aunque me esforzara en ellos.

Tampoco podía permitirme luchar en ellos. Sabía cuál era mi destino y era ayudar a mi padre. Él que nos había dado todo a mi hermano y a mí, lo único que yo podía devolverle en agradecimiento por todo su esfuerzo y amor y cariño, era esto.

Seguir su legado era un honor para mí, como una cruz.

Así que, en cuanto dejé de pensar, dejé de guiarme por mi cabeza y escuché más a mi corazón, supe que iba a joder todo por lo que había luchado.

¿Cómo podía dejar que el corazón me guiase si mi cabeza gritaba?

T A G A L O GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora