CAPÍTULO 1ALEXANDER
Nada tenía sentido. Nada lo había tenido desde el momento en el que entré en la oficina y me encontré con mi jefe acompañado de una niñita que yo ya había visto rondando desde que era pequeña por la empresa, puesto que yo también lo hacía con mi padre. Pero lo que más me sorprendió es que en estos siete años en los que ella no había pisado ni una maldita vez estos suelos, había cambiado mucho, se había desarrollado, había adquirido unos atributos que no sabía que podía tener. Y se veía más madura, como si los años le hubiesen dado experiencias dolorosas.
Pero, esta historia no empezaba aquí, sino un mes antes, cuando mi jefe nos avisó de su sucesión. Nos explicó que deseaba pasar más tiempo con su mujer, puesto que llevaba trabajando toda su vida para hacer de su empresa algo grande y ahora que lo había conseguido, quería satisfacer los deseos de su esposa y viajar con ella. Así que el próximo mes se incorporaría uno de sus hijos.
Todos pensamos que sería el chico el que ocuparía su puesto, no la prepotente niña que venía algunas veces pidiéndole dinero a su padre, o lloriqueando porque una de sus compañeras había insultado alguno de sus trabajos.
Por lo que sabíamos, ambos se habían sacado la carrera en arquitectura, así que realmente sí que podía haber sido cualquiera, pero ella era una caprichosa que no le pegaba nada estar al frente de algo tan grande como estas empresas.
Frank Anderson, el jefe y dueño de todo esto, siempre nos había dicho que en caso de que sus hijos no quisieran formar parte de aquello, uno de nosotros seríamos elegidos para llevar su creación. Y todos habían apostado por mí. Así que tal vez era eso lo que me molestaba que, después de dos carreras, ella se llevara el primer puesto por ser la hija de papi.
Y conforme me iba acercando al tumulto de gente que se había agolpado alrededor de ellos, como si fuera la mismísima reina, pude ver en sus iris azules la satisfacción, como si supiera que me había arrebatado ese lugar.
Yo llevaba trabajando aquí desde los veinte años, porque mi padre y Frank se llevaban bien y habían trabajado antes en Londres, así que yo decidí mudarme con el que ahora era mi jefe para hacer prácticas y terminar la carrera de arquitectura, para después de acabarla empezar con la de abogacía—tal y como lo quería mi padre por sus empresas—, que la había terminado el año anterior.
Tenía confianza con mi jefe, me trataba como si fuera un hijo más. Pero jamás me vi venir esta traición, aun más sabiendo cómo de caprichosa era su hija.
La había visto desde pequeña quejarse por absolutamente todo lo que veía, por cómo vestía la gente, sintiéndose ella más por tener un dinero que su padre se había ganado con sudor y lágrimas.
—¡Alexander! —me llamó entonces el señor Anderson cuando aparecí en su campo de visión.
Me acerqué como lo requería, notando que la niñata rubia de su lado alzaba su mentón, como si quisiera demostrar quién tenía el mando ahora. Sin embargo, en sus ojos vi el brillo del reconocimiento. Nos habíamos visto antes, aunque yo nunca le había prestado más atención de la necesaria porque su comportamiento me parecía absurdo.
Venía vestida de traje blanco, con su pelo rubio recogido en un moño bajo. Maquillada en el intento de parecer algo más mayor, cosa que no consiguió.
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T A G A L O G
Teen Fiction#2 (SE PUEDEN LEER DE FORMA INDEPENDIENTE, PERO RECOMIENDO EMPEZAR POR VIRAHA, APARECEN PERSONAJES DE ESA NOVELA) ¿Qué debes hacer cuando el corazón guía pero la cabeza grita? ¿Luchas por tus sueños? ¿O le haces caso al deber? Victoria Anderson d...