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Un mes después

Los días de Kagome pasaron en elegir lugar para la boda, flores, enviar las invitaciones pendientes y por las tardes se quedaba en su hogar esperando por Naraku para cenar y dormir juntos.

El trío de amigos por su parte, se juntaban tres veces a la semana en el bar, dos días en casa de Koga y los otros dos eran libres, cada uno ensayaba su parte, nada podía salir mal, era esa su única oportunidad.

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Sesshomaru miraba el vaso frente a él, Naraku estaba allí por negocios pero su mente solo se cuestionaba que es lo que tenía él que Kagome acepto su relación sin pensarlo.

–¿Estas escuchando?– el de ojos rojos chasqueo los dedos frente al rostro del peliplata, quien asintió leyendo rápidamente los papeles para entender su plan– ¿Hay algo que cambiarías?

Tu boda con Kagome– pensó viendo la programación de llegada para el producto– todo parece estar en orden, igual que siempre se hará de noche cuando se esté cerrando el puerto.

Naraku asintió, tomó sus cosas y salio de allí sin ver la mirada de odio por parte del peliplata, quien alzó su vaso en forma de salud, por que en solo tres meses Kagome ya no estaría con él.

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Otros dos meses pasaron, Kagome estaba en la prueba de su vestido acompañada de Naomi, sus fieles amigas Sango y Ayame, quienes tomaban fotos y le sonreían diciendo lo bien que cada vestido se veía en ella.

–Estoy segura, este es el indicado– se miraba al espejo, vestido con hombros caídos, cola de sirena y pequeñas perlas formaban flores en algunas partes– ¿le gustará?

–Le fascinará– animó Naomi a su hija mientras la tomaba por los hombros– quedará encantado.

–Y seguro deseara adelantar la luna de miel– bromeó Sango sonrojando a la ojiazul, quien negó sacando esos pensamientos de su mente– recuerda que desde hoy nada de sexo.

–Gracias por recordarlo aquí– dijo sarcástica y bajando de la pequeña plataforma– Iré a cambiarme y pagaremos.

Naomi le ayudó a quitar el vestido, Sango hablaba por mensaje y cuando vio a su amiga salir ya con el vestido pagado y guardado en una enorme caja, fueron por un café y donas.

En una casa lejos de los suburbios, tres hombres alistaban sus trajes, miraban cada detalle plasmado en aquella habitación y cada uno ya sabía lo que debía hacer.

–Bien, no deberíamos tardar más de diez minutos– habló Bankotsu sentado y apoyando sus manos en la amplia mesa– ¿Estas seguro que ella hará bien su parte sin delatarnos?

–Claro que si, tampoco desea que Kagome se case con el idiota que solo ve a Kikyo en ella– aclara Koga paseando de un lugar a otro– se ve hermosa en aquel vestido.

–Se ve hermosa siempre– dijo Sesshomaru viendo un par de fotografías puestas por las paredes– pronto la tendremos.

–Ahora la duda más grande– habló Bankotsu haciendo que ambos lo vieran– ¿y si un día debemos dejarla ir? No puede estar siempre encerrada, no querrá preocupar a Naomi.

–Y si le preguntan, dirá que fuimos nosotros– respondió Koga– Estamos jodidos de todas formas.

–¿Quieren calmarse?– Sesshomaru se masajeaba la frente mientras evitaba que comenzará un dolor– ella podrá ver a Naomi, no es animal para estar en cautiverio– se sentó alzando una pierna y apoyándola en la otra– no dirá nada, por que sabemos lo que sintió, por que aún queda ese rastro de amor hacia nosotros.

–Lo disfrutará, y no querrá que se lo quiten– respondió con una sonrisa el de tatuaje en la frente– Quizá tengas razón.

Se quedaron unos minutos más allí, bebiendo y repasando una y otra vez los pasos a seguir.

***

El tan esperado día llegó, los nervios de Kagome molestaban en la nariz de Koga mientras la escuchaba hablar sin parar, le gustaba eso, ver sus labios moverse e imaginarlos en diferentes situaciones, se imaginó besandolos, probando su sabor y todo de ella.

Kagome luego de unas horas se despidió, debía ir con Sango y luego a casa de su madre, cuando dejó el despacho Koga marcó a Sesshomaru avisándole que estuviese listo, Bankotsu por su parte la observa desde lejos fumando un cigarrillo.

–Bien, solo es cuestión de tiempo– susurra botando el humo y yendo hasta su casa– mañana estarás con nosotros.

La noche llegó, Sesshomaru buscaba su chaqueta, Koga se ponía en contacto con su ayudante y Bankotsu ya manejaba hacia el bar.

Sango despide a Kagome en la puerta antes de entrar y estirar sus brazos, todo lo que logro apreciar Kagome fue una mano frente a su rostro antes que todo se volviera negro.

Naomi miraba la hora en el reloj de pared, hace media hora su hija debió haber llegado, una sola idea cruza su mente y tomando el celular marca a Naraku.

‐¿Le dirías a Kagome que se venga? Ya es tarde y solo debe esperar hasta mañana– dijo luego de los saludos.

Kagome a de estar con Sango, hoy estarían juntas– respondió el de ojos rojos saliendo hace poco de la ducha– ¿ya le llamó?

–Sango me ha dicho que se despidieron hace media hora– ambos se levantaron de sus lugares– ¡Naraku, donde está mi hija!

El pelinegro cortó la llamada, se vistió rápidamente y fue a su auto hasta conducir a un bar ya conocido, donde no le gustaba que Kagome pasara sus noches pues odiaba la idea que esos hombres le hicieran cambiar de opinión en cuanto a su relación.

En una mesa apartada de las demás, tres hombres alzan sus vasos en un brindis y beben el contenido de un solo trago, Naraku se planta frente a ellos mirándolos a cada uno con una expresión de enfado.

–Donde está– habla sin saludar.

–¿Quien o que?– responde Koga primero, alza una ceja y Naraku lo fulmina con la mirada– se más claro, O'nigumo.

–Kagome, donde esta ella– habla ya cansado y casi rechinando sus dientes– respondan o si no...

–¿O si no que?– Bankotsu se levanta y apoya una mano en la mesa acercándo su rostro un poco al de Naraku– no hemos visto a Kagome desde la mañana, hoy estaría con Sango ya que mañana es su boda.

–¿La has perdido?– la voz de Sesshomaru salió tan convincente en su enojo que pronto Naraku se desesperó, llevó una mano a su cara antes de caer sentado– ayudaremos a buscarla, vamos.

Los tres amigos abandonaron el bar, subieron al auto del mercenario y una sonrisa apareció en sus rostros mientras iban a una casa en los suburbios.

La Dulce Fruta Para TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora