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La ojiazul sentía su cuerpo temblar ante cada movimiento, se apoyó en un brazo y la otra mano tocó su intimidad, la abrió ante los ojos ansiosos del youkai lobo, quien pasó la lengua por sus labios antes de acercarse y pasarla por los pliegues de Kagome.

–Exquisito– susurró antes de hundir su rostro en en trasero y comenzar a darle sexo oral, la ojiazul se aferró lo mejor que pudo a la cama y no dejó de gemir hasta que sintió su orgasmo llegar–.

Notó la diferencia, Bankotsu había deseado ir lento, disfrutarla, pero Koga le mostraba lo que realmente deseaba hacerle a su cuerpo, como es que deseaba tocarla y probar todo de ella antes de hundirse en lo más profundo de su ser.

–¡Koga!– gritó en desesperación, necesitaba ya tenerlo dentro, el moreno se separó y limpió la comisura de su boca, se acomodó bien y entró de golpe haciéndola temblar y dejarse caer en sus pechos–.

–Que impaciente– dijo dando una nalgada y moviéndose tortuosamente lento– Dime que es lo que quieres.

–Más duro– pidió en súplicas y movió más su trasero– por favor, Koga.

El pelinegro sonrió antes de tomarla fuerte de las caderas y moverse acelerado, disfrutaba ver su pene entrar y salir del interior de Kagome, escucharla gemir, gritar su nombre, como su cuerpo se perla por el sudor y su piel se eriza ante el mínimo toque.

Le toma una pierna y golpea aún más su interior, Kagome se deja caer y grita ante un nuevo orgasmo, Koga comenzó a tocar su botón rosa, sintió como lo apretaba aún más y las ansias por llenarla retumban en su cabeza, pero se obliga a sí mismo a salir antes de eyacular, se pone frente a Kagome y hace que chupe su pene hasta que se corre llenandole la boca y un poco cae a sus pechos.

–Descansa, la noche aún es larga– sonrió antes de levantarse e ir al baño.

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El sol que se asomaba por la ventana comenzó a molestar en su rostro, Kagome se removió sintiendo el malestar de su cuerpo, tomó asiento cubriendo su cuerpo y volteó para ver la hora, era casi medio día.

Miró junto a ella y vio una pastilla y una nota de Koga, reconocía muy bien su letra. Sonrió al ver que había puesto "Tómala para que sigamos repitiendo esto" se puso una bata y fue a buscar agua, también puso a preparar café y subió para darse un baño.

Tenía marcas en su estómago y piernas, el solo recordar todo lo que le hizo la hacía temblar y desear más, ¿estaba mal? La tristeza que había sentido al principio por estar lejos de su madre se había ido poco a poco, no deseaba que le arrebataran este momento, donde podía disfrutar de los tres sin remordimiento al que pensaría su familia o la sociedad.

Hoy decidió ponerse falda y una playera por sobre el ombligo, sandalias y cabello tomado en una coleta, bajó para hacer omelette de huevo con algunas especias, su café y tostadas, subió a la habitación, hoy estaría en cama recuperándose del dolor.

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Sesshomaru masajeaba su frente mientras estaba en la tina de su hogar, hace apenas tres horas pudo terminar todo el trabajo, maldijo a Koga y Bankotsu, ya que habían podido disfrutar de Kagome sin problemas, ahora le tocaría a él y para asegurar que no llegarán a molestar procuró dejarle trabajo.

Bankotsu recibió la notificación que su objetivo estaba marchándose del lugar, chasqueo la lengua enojado, jamás le había tocado un trabajo tan difícil, o al menos lo sentía así ahora que estaba lejos de Kagome.

Koga se encontró con al menos dos nuevos inversionistas para su empresa, sonrió de lado al saber que Taisho planeo todo esto solo para tener a Kagome, respiró hondo, no podía reclamar, ya la había disfrutado toda una noche, claro que debían compartirla.

El peliplata se vistió y se fue directamente donde Kagome, por el camino compró algunas cosas para que hiciera de comer, amaba como esa mujer cocinaba y sobre todo disfrutaba verla cantar y bailar en la cocina.

Entró sin hacer mucho ruido, se guio por el aroma y llegó hasta la habitación, la puerta estaba medio abierta, se escuchaba el respirar agitado de la ojiazul, Kagome estaba recostada tocandose, mordía su labio y al hacerse un poco más atrás su cabeza quedó colgando por la orilla de la cama.

Sessh...– su nombre se escuchaba muy bien en medio de gemidos, entró cruzando los brazos y la ojiazul al verlo deseaba detenerse.

–Sigue, si te detienes serás castigada– la idea sonaba tentadora, un castigo del youkai solo significaría sexo duro, quizá se lo haría por el trasero, la idea causó espasmos en su cuerpo al tener el primer orgasmo– hueles tan bien excitada por mi.

Se acercó y se arrodilló quedando frente a ella, beso su labios y las manos las llevo hasta los pezones, Kagome siguió tocandose, esperando decidiera subirse o hacer que lo montara, todo servía, aceptaría cualquier posición siempre y cuando la hiciera correrse.

–Como me encantaría follarte duro– susurró en su oído, sacó las manos y se levantó caminando a la puerta– pero no he comido desde ayer, vamos.

Kagome chasqueo la lengua enojada y avergonzada, se supone que la deseaban ¿no? ¿Como se atrevía a dejarla así? Se cambio las bragas, o mejor aun, se quedó sin ellas para hacerlo imaginar todo lo que podían hacer allí mismo en la cocina, en el comedor y la sala estar, lavó sus manos y bajó viendo como había sacado carne fresca, verduras y vino.

–Has algo a tu gusto– el ojidorado se hizo una coleta y Kagome jadeo ante lo bien que se veía así– yo preparare el acompañamiento así comemos más rápido.

–Bien– se agachó para tomar un sarten y escuchó el gruñido de Sesshomaru, sonrió antes de levantarse lo más lentamente posible– Haré carne con reducción de vino, ¿te parece bien?

–No juegues así, no ganarás– le tomó de las mejillas y mordió su labio– pero si, por mi esta bien.

La Dulce Fruta Para TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora