••4••

221 36 7
                                    

Sango escuchó atenta a cada hombre, su plan de secuestrar a Kagome era descabellado, se quedó con la boca abierta cuando Bankotsu, aquel mercenario que conocía muchos métodos de secuestro y asesinato, relato el plan como si fuese lo más normal del mundo.

‐¡¿Es que están locos?!- se levantó alterada y caminaba de un lado a otro- yo tampoco deseo se case con él, ¡pero esa no es la manera!

-Si conoces otra, dime- debatió Bankotsu cruzando sus brazos- mira linda, es eso o verla sufrir más adelante por que se dio cuenta que Naraku no la ama a ella.

-Naraku un imbecil, ¡ustedes idiotas!- les apuntó enojada- ¿por qué no hablar con Kagome? Piensen en sus sentimientos.

-Sango, estara muy bien, la cuidaremos y diremos a Naomi en su momento para que este tranquila- Koga se levantó para tomarla de los hombros- si nos ayudas, ella estará bien, será feliz en el futuro cuando escoja bien con quien estar.

Sango se lo pensó, ella iría a la prueba de vestido, estaría el día anterior a la boda, ¿y si la atrapan? No tendría rostro para ver a Kagome y decirle todo aquello, se mordió la uña del pulgar mientras miraba a los tres hombres y asentía, les ayudaría.

•••

El día en que debían llevarse a Kagome llegó, Sango sirvió un poco de y por pedido de Kagome solo le dio fruta picada, decía que no deseaba llenarse y al día siguiente que su vestido no le quedase.

Estuvieron charlando de todo, la castaña vio la duda en los ojos de su amiga y entendió el por qué hacían aquello los tres amigos, se decidió entonces que estaba bien el plan, no podía soportar la idea que en algunos años ella llegara llorando por que se dio cuenta que Naraku jamás olvidó a Kikyo y su matrimonio solo era por el parentesco.

-Cuídate mucho- susurró mientras la despedía en la puerta, fue a la cocina rápidamente para tomar el cloroformo, un paño y salió por la ventana viendo que su amiga solo había dado unos pocos pasos.

Susurró un "lo siento" mientras la llevaba hasta su auto y conducía a la casa donde la tendrían, le parecía excesivo tener que atarla a aquella silla, pero la verdad haría caso, ellos prometieron que estaría bien.

***

Sesshomaru salió a fumar y atender el llamado de su confidente, aquel que hacía todos los movimientos para que sus negocios salieran bien, lo necesitaban en la oficina así que dejó a todos allí, se despidió de Kagome y salio en dirección al centro, donde estaba su edificio.

Koga tuvo que ir a casa de Naomi junto a Sango, pues la castaña dijo iría por él ya que deseaban ayudase con la búsqueda de Kagome. Se despidieron de esta y Bankotsu le sonrió de lado, ella supo lo que significaba, así que prefirió ir a darse un baño.

El moreno esperó a que subiera creyendo la esperaría y fue quitándose la ropa poco a poco hasta que llegó a la habitación, escuchó correr el agua y entró viendo como estaba quieta, su figura siempre lo había vuelto loco, cintura pequeña, caderas anchas, trasero redondo, piernas largas y pechos que cabían perfectamente en sus manos.

Se quitó los bóxer antes de entrar y cerrar la puerta, tomarla de la cintura e ir besando sus hombros y parte de la espalda, jamás había sido delicado con otras mujeres, buscaba placer y que supieran hacerle buenos orales, pero Kagome era distinta, ella merecía amor, sentir en cada toque lo deseada que era, merecía el cielo en cada entrega.

-Ahora solo seré yo- Kagome hizo la cabeza hacia atrás y disfrutó como las manos masajean sus pechos y luego una mano baja hasta su intimidad, toca delicado y poco a poco se moja- date la vuelta.

Ella obedece y comienzan un beso lento, Kagome se abraza al cuello de Bankotsu y este la toma pegandola a la pared, su pene entra despacio sacando un suspiro de gusto, como nunca antes va lento, disfruta el cálido interior y como ella lo aprieta, los suspiros se vuelven gemidos y los besos suben de intensidad antes de separarse y tomar un pezon entre sus dientes.

Kagome gime fascinada, no podía mentir, había imaginado mil veces como seria tener sexo con Bankotsu, así como con los otros dos, pero admitía que su imaginación se quedaba corta, sabía que en algún momento él aceleraria y la llevaría a ese preciado orgasmo que se repetirá las veces que sean necesarias para saciar la lujuria de ambos.

El mercenario se obliga a mantener un ritmo lento, donde no la lastime y menos buscar solo su placer, pero Kagome no se lo deja fácil, menos al acercarse y gemir en su oído que acelere, que la folle duro como realmente desea.

Bankotsu la afirma bien del trasero y le dice que no se suelte, se deja de mover unos segundos antes de sacar por completo su pene y meterlo rápido hasta tocar su punto G, Kagome hace la cabeza hacia atrás ante el placer y comienza a sentir como su intimidad se moja aun más al sentirlo golpear duro su interior.

Se besan encantados, Kagome entierra sus uñas en los hombros del pelinegro antes de sentir el primer orgasmo, el pelinegro no se detiene y continúa hasta que siente como se corre en el calido interior de la azabache.

-¿No estas cansada verdad?- sonríe coqueto, Kagome lo mira esperando a que continue- seguiremos hasta que sea hora de irme.

Corta el agua y la hace salir sin tomar alguna toalla, al llegar a la cama la recuesta en la orilla y se arrodilla para pasar la lengua por su intimidad, mete dos dedos y comienza a darle placer, sacando suspiros de gusto en Kagome, quien solo puede gemir y aferrarse bien a las sabanas.

Pone una mano sobre el estómago de la ojiazul para evitar que se mueva demasiado, saborea el exquisito orgasmo de Kagome y aún cuando le pide unos segundos para descansar no escucha, sigue succionando su hinchado clitoris hasta que la siente temblar.

Sus ojos están brillantes ante las lágrimas, cree que la lastimó pero cuando le susurra que por favor la tome, que desea volver a tenerlo dentro traga saliva nervioso, solo ella podía ponerlo así.

La Dulce Fruta Para TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora