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Sesshomaru veía como su medio hermano follaba a la chica que había amado siempre, sacó su pene del pantalón para comenzar a tocarse al escuchar los leves gemidos de la azabache, que aún sin saber que se trataba de Inuyasha disfrutaba cada embestida.

Se puso frente a la ojiazul, quitó el objeto de sus labios y metió su pene allí, Kagome chupaba lo mejor que podía, entre las embestidas de quien estuviera detrás y Sesshomaru que entraba en lo más profundo de su boca, tenía la mente en blanco por tanto placer y le costaba mantenerse sobre sus manos.

–Kagome, ¿Sabes quien está follandote en este momento?– ella negó, sus mejillas sonrojadas le hacían saber que aún sin saber disfrutaba estar así– ¿quieres ver?

Inuyasha miró enojado a su medio hermano, cabía la posibilidad que ella al darse cuenta se negara a seguir, quizá lo odiaría por estar allí sin su consentimiento, pero no logro hacer nada ya que Sesshomaru había quitado la seda de los ojos de Kagome, quien trató de acostumbrarse a la luz mientras dejaba de chupar al youkai y volteaba.

–¡Inu!– gritó sorprendida y con placer, el híbrido dejó de moverse pero Kagome movió su cadera haciéndolo entrar nuevamente y más hondo– sigue por favor.

El menor de los Taisho salió de ella y quitó los vibradores antes de entrar en su trasero esta vez, Sesshomaru estaba fascinado por el placer que mostraba el rostro de Kagome.

–Soñé tantas veces con esto– dijo Inuyasha tomándola fuerte de las caderas y moviéndose lo más rápido que podía– y debo decir que mi imaginación se queda corta.

–Nunca podrías cansarte de esto– respondió Sesshomaru haciendo que ella lo masturbara, se correría en su cara– es el placer que desear tener una y otra vez para ti y nadie más.

Inuyasha gimió alto cuando se corrió, el youkai gruñó de placer mientras veía como su semen escurría por el rostro de Kagome, quien trataba de recuperar el aire recostandose unos instantes.

•••

Inuyasha volvió a casa de Naomi un par de horas más tarde, Sesshomaru le había dado un perfume que cubría el aroma de Kagome, así en caso de estar Naraku no sabría que estuvo con ella.

Sonreía recordando los encuentros que tuvo con Kagome, Sesshomaru los había dejado solos y pudo tenerla para él solo, se tiró al sillón mirando al techo, quizá no sería suficiente para él, pero debía hablar con su medio hermano y los otros dos para seguir yendo a verla.

Naomi y Kikyo llegaron juntas, Koga venia un poco más atrás y dejó par de bolsas en la mesa antes de despedirse rápidamente y salir de allí, sabía perfectamente dónde iba, y no lo culpaba, hasta él deseaba salir corriendo de allí solo para estar una vez más con la ojiazul.

•••

Dos días habían pasado, no pudo hablar con Sesshomaru ni con ningún otro, pues al parecer se habían llenado de trabajo al estar tan pendiente de Kagome y dejar de lado sus deberes.

Sesshomaru por su lado no dejaba de pensar en aquel día donde estuvo a punto de marcar a Kagome, aun sentía aquellas ganas de hacerlo, quizá era por estar cerca de su ciclo de celo, pero no podía dejarse llevar por sus instintos o Bankotsu y Koga encontrarían la manera de asesinarlo.

–¿Señor?– la voz de Jaken lo trajo al mundo real, se sentó bien y siguió escribiendo mientras le indicaba que continuara– la señorita Kagura llamó nuevamente, dice que de no responder vendrá aquí en persona.

–Dile que las amenazas no funcionan conmigo– dejó los papeles en las carpetas y se levantó, entregó tres hojas  a Jaken y él salió– no me molestes más si vuelve a llamar.

Jaken suspiró revisando el papeleo, fue hasta recepción y dio el mensaje de su jefe, la mujer que atendía allí simplemente asintió y volvió a su labor.

El youkai por su parte fue a casa con Kagome, sentía que el calor corporal subía de solo pensar en ella, sus garras se enterraron en el volante mientras se la imaginaba en todas las posiciones posibles, gimiendo e implorando más.

Las luces estaban apagadas cuando entró, subió lentamente la escalera y pudo escuchar el agua correr, debía estar dándose un baño, el cual no duraría mucho ya que él estaba allí solo por una razón, menguar un poco su lívido.

Tomó asiento en la cama, había ropa doblada y dedujo que era la que se pondría ahora, tomó las bragas y aspiró su aroma, aun sin usarlas estaban impregnadas en su aroma y eso lo prendía. Kagome salió del baño y al ver a Sesshomaru recostado y con sus bragas en mano deseó jugar un poco con él.

Dejó caer la toalla que envolvía su cuerpo y se acercó hasta poder ponerse de rodillas frente al bulto que comenzaba a notarse mucho más entre los pantalones del peliplata, subió las manos lentamente y recibió la mirada llena de lujuria por parte del youkai, sonrió mientras comenzaba a quitar el cinturón y así bajar todo inmediatamente liberando su ereccion.

–Estas jugando sucio– advierte Sesshomaru tomando asiento– ¿Aún así seguirás?

–¿Jugar sucio? ¿No fuiste tu quien tomó mis bragas y se calentó?– dio una lamida y lo escuchó gemir– es gratificante verte así.

Metió todo lo que pudo en su boca y comenzó a chupar, Sesshomaru apoyó una mano sobre la cabellera azulada y le marcó un ritmo, trató de no pensar en sus ganas por marcarla, usó todo su autocontrol para mantener a Yako sin salir.

Kagome se levantó y empujó al youkai para que quedara bien recostado, se subió y se penetro sacando un gemido en ambos, se movía lento, no sabía si era su imaginación o realmente estaba pasando, pero sentía como el pene de Sesshomaru se hacía más grande y grueso.

–Tócame– pidió tomando sus manos y poniéndolas en sus pechos, le encantaba sentir como él recorría su cuerpo, con deseo, hambre y un cariño único– ¡Sessh...!

–Kagome, deseo tanto marcarte– susurró cerrando los ojos y bajando hasta su cintura para tomarla bien y entrar aún más hondo– se me hace difícil controlarme.

–No te controles– se acercó al oído del ojidorado y habló en medio de jadeos, su mente ni había procesado del todo lo que él deseaba hacerle, pero necesitaba más placer– Has lo que desees conmigo.

Y con esa frase, el autocontrol de Sesshomaru se fue al carajo, Yako tomó posesión por completo del cuerpo y apretó a Kagome más contra su cuerpo, aspiró su exquisito aroma y acercó los colmillos hasta su cuello.

La Dulce Fruta Para TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora