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En medio del fuego cruzado, donde ya había dado por perdida su vida luego de asesinar a su objetivo, Bankotsu recibió los mensajes de Koga, quien informaba la situación actual respecto a Kagome.

–Tiene que ser broma– jadeo enojado cuando se dejó caer en una pared y revisó la herida en su abdomen– y yo que deseaba descansar dos días antes de volver.

Cargó el arma nuevamente, respiró hondo antes de salir y disparar dando justo en la cabeza de los que deseaban matarlo, salio de aquella fábrica abandonada donde lo habían acorralado y corrió lo más rápido que pudo mientras enviaba mensaje a dos números.

Llegó al auto que había rentado, guardó las armas que ya estaban sin munición y salió del lugar, vigilando siempre no ser seguido. Condujo por media hora hasta el departamento que se le asignó, ya dos de sus hermanos permanecían allí, Jakotsu y Suikotsu.

–Mierda, te dieron paliza– habló Jakotsu jugando con un abanico– por suerte Suikotsu esta aquí y viene con su personalidad bondadosa.

–No me jodas– respondió el ojiazul dejándose caer en la cama y siendo atendido por el castaño– hazlo sin anestesia, debo volver hoy mismo.

–¿Que? Estas en terribles condiciones– habló Suikotsu limpiando la sangre– deberías descansar.

–Tengo problemas más graves– fue todo lo que dijo para después aguantar el dolor de como le abrían la piel y sacan la bala-.

•••

En una habitación con solo la luz del sol asomándose por la ventana, un peliplata se retuerce en la cama, algo iba mal con su cuerpo, no era normal este nivel de dolor en un hanyo.

–¿Inu?– ¡Oh que bien! Ya había comenzado a alucinar, sus dorados ojos se fijaron en la silueta junto a la cama y estiró la mano– ¿que sucede, estas bien?

Su mano fue tomada con cuidado y solo entonces cayó en cuenta que esto era real, una calidez recorrió su cuerpo y se sintió aliviado, se puso en pie y acaricio el rostro de Kagome.

–¿Que pasa?– preguntó la azabache con una sonrisa– dijiste que debía ayudarte, pero no me has dicho a que.

–Kag...de verdad estas aquí– susurró abrazándola– no te hice daño.

–¿Daño?– cuestiona alejándolo un poco– ¿que sucede contigo? Actúas extraño igual que hace dos días cuando fuiste por mi.

¿Ir por ella? ¿acaso él había alejado a Kagome de Sesshomaru? El youkai lo mataría, había ido a su hogar y le aseguró que no sabía dónde estaba ella, pero, ¿como él no pudo percibir su aroma?

–Será mejor que te alejes de él– Kagome e Inuyasha voltearon, unos ojos rojos los estudiaban a ambos– su sangre demoníaca busca tomar el control, por eso no recuerda nada.

–¿Como nos encontraste?– pregunta Inuyasha poniendo a Kagome tras él– habla.

Kagura ríe, avanza hasta Inuyasha y lo quita fácilmente del camino, Kagome no se mueve o hace algún intento de escapar, extrañamente ella le da confianza.

–Ven conmigo y podrás ayudarlo– dijo estirando la mano– y también podrás ir con Sesshomaru, esta como loco buscándote.

Kagome dudó unos momentos, miró al hanyo que tomaba su cabeza pidiendo por favor que el dolor se detuviera, si había una mínima posibilidad de ayudarlo, lo haría, y después volvería con Sesshomaru, así que tomó la mano de Kagura y salieron de allí.

La pelinegra tenía un auto esperando fuera, la hizo entrar y dio una dirección, en el camino iba revisando su celular, verificando que tuviera todo tal cual le había indicado su hermana Kanna.

Tardaron casi una hora en llegar a destino, el templo Higurashi, Kagome al verlo sintió miles de recuerdos pasar por su mente, como si antes hubiera estado allí.

–¿Que hacemos aquí?– deseaba saber mientras bajaban del auto– este lugar...

–Estar aquí ayudará a tu mente– respondió Kagura y comenzaron a subir las enormes escaleras– Este lugar un día fue tu hogar, solo que no recuerdas.

Kagome recorre con la yema de sus dedos la barandilla de las escaleras, corre hasta llegar arriba notando una vivienda deteriorada con los años, lo que parecía ser una bodega y un cuarto pequeño frente a un enorme árbol.

Una brisa vino de aquel lugar, como si la invitara a avanzar, y así lo hizo, camino abriendo las puertas corredizas viendo unos escalones que daban hasta un pozo.

–¿Que es esto?– avanzó quedando frente al pozo, tocando la madera, sintiendo como su corazón se acelera y su cuerpo vibra en extraña felicidad y melancolía– ¿por qué estamos aquí?

–Aquí podrás hacer que todos tengamos lo que necesitamos– dijo Kagura llegando junto a ella– pero debes entender, que lo que haré será solo por beneficio propio al principio.

–¿Que?– se giró a verla, pero lo único que recibió fue un empujón en su pecho que la hizo caer al pozo-.

•••

Sesshomaru había llegado al departamento de Inuyasha nuevamente, el lugar estaba a oscuras y podía percibir el aroma de Kagome y Kagura allí.

Enojado, comenzó a buscar a su medio hermano, necesitaba una maldita explicación ahora mismo, fue a la cocina, sala estar y cuando estaba llegando a la habitación sus sentidos le alertaron de peligro.

La puerta de la habitación salió volando y un Inuyasha con ojos rojos y largos colmillos estaba allí, mirándolo fijamente antes de lanzarse a atacarlo.

Esquivó todos los ataques antes de tomarlo por los brazos y dejarlo inmovilizado en el piso.

–Ahora se por que no recuerdas nada– dijo buscando entre sus bolsillos el celular para marcar a Koga, quien respondió a los pocos segundos– trae tu trasero al departamento de Inuyasha, ahora.

Colgó sin esperar respuesta, se quedó en aquella posición hasta que el youkai lobo apareció con sus dos ayudantes, quienes llevaban sedantes especial para hanyo y Youkai.

–Esto está mal, muy mal– decía Koga moviendo inquieto un pie– ¿me explicas como terminamos con un Inuyasha controlado por su sangre Inu, si solo estamos buscando a Kagome?

–Algo esta alterando su lado demonio– responde Sesshomaru soltando sus manos cuando lo ve dormido– si sigue así, no podrá volver a ser hanyo.

La Dulce Fruta Para TresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora