La prueba de San Bakar

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Nuevamente me encontraba en la Sala de los Mapas. El profesor Fig, como era usual, me acompañaba. Tras lo ocurrido en Feldcroft, en la bóveda y el enfrentarme a una nueva prueba, sentía que mi cabeza era una nube oscura, densa y caótica. No podía poner en orden mis pensamientos, aunque no escatimaba esfuerzos en ello.

La última vez que habíamos conversado con el profesor Bakar, nos dijo que necesitaba tiempo para poder organizar su prueba, tal y como había sucedido con la profesora Fitzgerald. Sin embargo, ya el momento había llegado. Aunque, nuevamente, el profesor Bakar expresaba sus dudas sobre mí. Tuve que, nuevamente, expresar mi preocupación por Ranrok. Ya no había tiempo que malgastar, eso sólo nos dejaría vulnerables, a merced de la furia de los duendes.

Finalmente, se me reveló la ubicación de la cuarta y última prueba. El profesor Bakar mencionó que debía tener aptitudes con los animales. No podía dilucidar a qué se podía llegar a referir con eso, pero no dejaba de agradecer en mi mente a la profesora Weasly y Deek por enseñarme la sala de Menesteres y la posibilidad de refugiar animales allí. No había hecho más que aprender acerca de la conducta de los animales que había rescatado, por lo que esperaba que esa experiencia me aventajara un poco.

El profesor Fig, tal y como había sucedido en pruebas anteriores, me esperaría en la ubicación de la prueba. 

- ¿Se encuentra lista, camarada? 

- Si, casi. Necesito abastecerme de algunas pociones antes de emprender el viaje. Estas pruebas me han demostrado que nunca se es muy precavido. 

- Muy bien, pero no se demore demasiado, debemos llegar a la prueba del profesor Bakar de inmediato.

- Si, profesor, lo haré lo más rápido que pueda.

Salí prácticamente trotando de la sala, apresurándome hacia la sala de Menesteres. Al llegar, con las manos temblando de los nervios, preparé unas pociones herbovitalizantes a la máxima velocidad que mis temblores permitían. Las cargué cuidadosamente en mi pequeño bolso y me dispuse a comenzar mi camino hacia la ubicación que se me había mostrado.

Mientras trotaba por el castillo prestándole atención sólo a mis atribulados pensamientos, intentando alcanzar la salida, tropecé. Caí al suelo sin entender muy bien qué había sucedido. Miré hacia delante y vi a mi víctima.

- Ominis, lo lamento mucho, no prestaba atención de mis pasos. 

- Descuida, no me sucedió nada, y no es la primera vez que tropiezo tampoco - Intentó esbozar una risa, tal vez en un intento de evitar que sintiera culpa. - ¿Qué te sucede? Jamás había sentido que corrieras así por el castillo. No tiene que ver con Sebastian, ¿Verdad?

Cuando quise comenzar a hablar nuevamente, me di cuenta que el aire se agolpaba torpemente en mis pulmones. Tuve que tomar un respiro, lo que pareció preocupar a Ominis. Comencé a hablar en un tono de voz casi similar a un susurro.

- Tengo que irme rápidamente hacia el sur, Ominis. Debo ir a la última prueba, el profesor Fig ya se encuentra en camino.

La expresión de Ominis denotaba que definitivamente no esperaba escuchar esas palabras.

- Pensé que tal vez llegabas tarde a una clase. ¿Te encuentras bien? - Ominis sabía que no podía acompañarme o ayudarme. Me reconfortó escuchar sus palabras y que tal vez, aún después de lo ocurrido, seguía considerándome una amiga.

- Estoy nerviosa, y algo preocupada porque estamos en una carrera contra el tiempo... y los duendes. 

- Ojalá pudiéramos acompañarte, no me parece justo que debas hacer esto sola. 

- Creo que en este momento, aunque pudieran, solo tú me acompañarías. - Ambos quedamos presos de un silencio incómodo durante unos instantes. - Discúlpame, Ominis, debo irme ya.

Un cuento de serpientes (Sebastian Sallow / Ominis Gaunt) (HL fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora