Capítulo 13: Perro del diablo

359 22 0
                                    

OliviaGold Star

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Olivia
Gold Star

Gold Star era mi pizzeria favorita y la verdad nunca me cansaba de mirar todas las pinturas que se encontraban por todo el lugar, siempre sería su lugar especial.

—Lamento por tardar, pero este lugar está tan lleno que algunos tardan en escoger —Candice soltó un suspiro—. ¿Qué estás mirando?

—¿Sabes quién pintó esta pintura? —vi como fruncía el ceño mientras miraba la pintura.

—¿Acaso fue Van Gogh? Nuestra comida llegará pronto, vamos a la mesa —mencionó Candice con una sonrisa.

—Iré en un minuto —respondí, Candice asintió y me dejó sola.

En la pared se podía apreciar una pintura de Salvador Dalí, un pintor español. "El nacimiento de una divinidad", no era su pintura favorita, pero era interesante.

Dejé de mirarlo y caminé hacia la mesa, pero me detuve y preferí ir primero al baño. Al salir del baño, sentí  como mi corazón se aceleraba y todo gracias al sentir mí fragancia favorita.

—Ese perfume... —murmuré para mi misma.

De la nada una chica un poco similar a Andrea apareció en uno de los pasillos, me acerqué un poco y hablé.

—¿Andrea? —su esperanza decayó un poco al ver que se había equivocado, la chica no se inmutó y entró a una de las puertas.

Solté un suspiro y regresé con Candice.

—Ollie, ¿dónde estabas? Acaban de traer las pizzas —dijo Candice con una sonrisa—. Aquí está tu malteada de fresa, para mi decidí una de chocolate.

Sonreí un poco incómoda, Candice lo notó.

—¿Qué pasa? —El mesero que siempre me atendía llegó con otra malteada.

—Siento interrumpir, pero mi compañero se equivocó con esta malteada —decía mientras agarraba la de fresa y colocaba la otra—. Esta sí es la tuya, Olivia.

—Muchas gracias, Froy —comenté con una sonrisa, el chico asintió y se retiró.

—No sabía que querías de otro sabor —murmuró la pelinegra soltando un suspiro.

—No acepté la de fresa porque soy alérgica a las fresas —mencioné con tono suave.

—Oh Dios, la verdad es que no lo sabía... Lo siento mucho —soltó Candice haciendo una mueca. 

Sonreí, pero por dentro me sentía un poco decepcionada. La primera vez que hablamos, fuimos a comer y fue ahí donde le dije que era alérgica a las fresas. 

Después de ese incómodo momento, el ambiente volvió a estar relajado. Mientras comíamos hablamos sobre las clases, universidad y de las vacaciones.

—¿Qué vas a hacer en vacaciones? —preguntó Candice mientras tomaba un poco de su malteada.

Noche Estrellada: La estrella más solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora