009

4.9K 456 11
                                    

Lentamente abro mis ojos, friego suavemente estos evitando lastimarme y bostezo con sutileza.

Miro a mi lado y me encuentro con unos ojos color almendra y me espanto. De inmediato los recuerdos vuelven a mi cabeza.

Mehmed suelta una risa divertida y acaricia mi mejilla. Yo le sonrio avergonzada por mi reacción.

-Alah, nunca tuve un mejor despertar.

El se inclina para besarme lo que me toma de sorpresa pero por supuesto que le correspondi.

-Debo irme, Majestad. Si no, estoy segura que me azotaran.-Me preocupe demasiado e intento salir de la cama.

Sin embargo Mehmed toma de mi brazo y me lo impide.

Volteo la mirada hacia él y puedo ver sus ojos recorrer mi cuerpo para luego volver su mirada a mis ojos.

-No. Primero debes desayunar.-Me sonríe cual niño pequeño y eso provoca una sonrisa en mi.

-Pero, su Alteza mis deberes en el Haren...-Intento seguir hablando pero me da una dura mirada.-Lo siento. Me quedaré.

El vuelva sonreír y me indica que vuelva a acostarme a su lado.

Ambos nos quedamos en silencio. Me ánimo a levantar mi mano y trazar algunas formas en su pecho.

Momentos más tardes ambos desayunamos entre risas y jugueteos como niños pequeños.

-Me encantaria estar así todo el dia.-Susurré inconscientemente y tapó rápidamente mis labios.-Disculpe, he pensado en voz alta, Majestad.

El me mira con una sonrisa encantadora y acaricia mi mejilla.

-Daría todo mi oro y mi riqueza para solo permanecer un momento más a su lado.-Susurra y me sonroja completamente.

Oh Dios. Si este hombre sigue así moriría en este momento.

El tiempo a su lado llegó a su fin cuando Mehmed tuvo que irse. Por mi parte me quedé para acomodar todo lo que se había desordenado con permiso del príncipe y luego de colocarme mi vestido salgo de la habitación para correr por todo el Palacio hasta mis clases.

-Lo siento.-Entré cuidadosamente y mi atención va directo a la clase.

Horas y horas más tarde Jasha nos dió un último anuncio.

-En tres soles se las analizará para el puesto de doctora asistente en el Palacio.-Dice Jasha, la doctora mayor del harem.-Quien considere apta, lo obtendrá.

Una sonrisa radiante se asomó por mi rostro. Demostraría lo calificada que estaba.

Me despedí de las demás mujeres percatandome de que todas eran mujer adultas. Temi por un momento no estar a la altura de esas mujeres, sus años les brindaban algo que yo no tenía; experiencia.

Me cambié con el vestido que nos daban a todas las esclavas y en la repartición de tareas me obligaron a lavar la ropa, limpiar los suelos de las entradas principales y acomodar el cuarto de la Sultana Mahidevran.

Al terminar todo estaba completamente exhausta. Quise llorar al sentir mi cuerpo adolorido.

Mi estómago rugia y cuando terminé mis tareas quedé completamente libre.

En los pasillos del Palacio me encontré a las favoritas riendo entre ellas mientras que una estaba sumamente rígida y su expresión no era para nada agradable.

Seguí mi camino restándole de importancia a todo lo demás. Moría de hambre y sueño.

Cuando el sol pasó un cuarto de su punto más alto llegué junto al resto de las muchachas y me arrojé en la cama.

-¿A donde has estado?-La voz de Cecilia me hace gruñir levemente.

Necesitaba un momento de paz.
Mis clases fueron demasiado pesadas y la limpieza no había ayudado, mi cabeza dolía.

Me urgía verdaderamente un baño.

-Me llevaron contra mi voluntad a los aposentos de un príncipe.-Murmuré sin importancia aún con mis ojos cerrados.

-¿¡Que!?-Victoria grita y ahora todas las miradas estaban sobre nosotras.-¿¡Y lo dices así!? ¿¡como si no fuera la gran cosa!?

-¿Por qué lo sería? Hacen lo mismo con todas aquí.-Y mis palabras dolieron.

Abro mis ojos lentamente y mordí mi labio.

-Si, pero no muchas pasan su noche con uno de los príncipes. ¿Cual fue?-Ahora es Camila quien se suma a la conversación sentándose a mi lado.

-Mehmed.-Susurré muy despacio. No quería ser más el centro de atención.

Me sonrojé al recordarlo y tapé mi rostro con la esperanza de que ninguna lo notaba. Fue en vano.

Camila y Victoria exclamaron en asombro. Cecilia me Miró con el ceño fruncido.

-No puede ser...-Me sonríe Camila y me da palmadas en la espalda.- ¿Y como es él? ¿Es verdad que sus manos te llevan al paraíso? Si es que me explico en que sentido.-Hace un extraño movimiento con sus manos lo que me hace fruncir el velo divertida.

-No les contaré más. Muero de hambre.

-Cuando seas Sultana no te atrevas a olvidarte de nosotras. Me señala Victoria divertida.

-Y emparejame a mi con uno de los príncipes.-Exclama Cecilia con una sonrisa y yo río levemente.

-Están locas. Soy solo una esclava más en el Harem. Jamás tendré poder alguno. El príncipe Mehmed ya ha elegido a su favorita. Si tengo suerte podré ser libre y así dedicarme a lo que siempre quise ser. Doctora.

Mis palabras vuelven a hacer efecto. Mi estómago se revuelve con esa idea de jamás volver a ver al príncipe de ojos marrones.

-Oye..estas demasiado pálida.-Murmura Camila esta vez con un semblante serio.

En ese momento, Sumbul entra con su mirada paseando rápidamente por todo el Harem hasta que se encuentra conmigo.

-Sarah, ven aquí.-Me hace una señal y rápidamente me levanto acatando la orden.-Ven conmigo y no hagas ni una pregunta que no tengo tiempo.

Miro hacia atrás y las chicas se despiden con una sonrisa agitando sus manos.

-Muero de hambre Sumbul. En verdad hago más aquí que todas en el harem y no tengo siquiera un momento para comer.-No pude evitar temblar. No dejé que ninguna lagrima cayera de mis ojos pero el día de hoy fue sumamente agobiante. Si no fuera por la hermosa mañana que había pasado con el príncipe Mehmed habria sido el día más horrible de mi existencia.- Me duele todo el cuerpo y ya no puedo más, solo mátenme para acabar este sufrimiento. He limpiado todo lo que me ordenaron. Ventanales, el cuarto de la Sultana Mahidevran, el piso, la ropa y tuve mis clases. ¿Podrian darme al menos un pedazo de pan?

Gruñí sumamente molesta con al voz cortada. Solo habían pasado tres días desde mi llegada al Palacio y todo esto, si seguían más días como éste, me mataría muy pronto.

Sumbul voltea, me analiza y luego mira detrás de mi para reverenciarse.

Al voltear veo a la Sultana Hürrem frente a mi y me reverencio ante ella.

-¿Eso es cierto?-La mirada de Hürrem es escalofriante.- ¿Por qué le han dado tantas tareas a esta joven?

-Sultana yo..-Sumbul traga saliva.

-¿¡QUE ES ESTO SUMBUL!?-Grita sobresaltandome.

-Sultana..-Murmuré en permiso de hablar.-He recibido órdenes todo el día sin embargo, ninguna fue de Sumbul aga. Unas muchachas me decían que hacer y...

Hürrem me mira arqueando las cejas sin borrar su expresión molesta.

-Acompañame.-Mueve sus labios molesta y luego mira a Sumbul.-Pide a los cocineros que preparen algo de comer y traelo a mis aposentos.

El corazón se me detiene pero no tardé en seguir a la Sultana.

¿Que está pasando en el harem y por qué presiento que tengo algo que ver?

IMPERIO OTOMANO | ❝ Mehmed ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora