024.

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Ambos nos vestimos en silencio mientras nos mirábamos con sonrisas cómplices, Mehmed me miraba con un brillo especial en sus ojos.

Fuimos interrumpidos por la comida que había solicitado el príncipe dejándolo todo en la pequeña mesa redonda de pequeñas patas muy cerca del suelo haciendo el ambiente más romántico. Les ordenó encender un par de velas y cuando todos se retiraron dejándonos solos nuevamente ambos comenzamos a comer.

Tuvimos la oportunidad de hablar lo que me había ocurrido con los jenizaros y él se sorprendió. También me comentó que su padre también estaba asombrado por mis dotes y que en las reuniones del consejo siempre me veía metida en la conversación cosa que ambos no pudimos ocultar una risa.

Al finalizar la comida, Mehmed me leyó uno de sus libros mientras por mi parte me deleitaba con los postres. Dejándome encantada el hecho de que el príncipe en ningún momento había dejado de sonreír.

Un poco más tarde cuando la Luna estaba por llegar a su punto más alto Mehmed se levantó, tomó una manta y la puso frente a la chimenea.

Él hace un ademan para que me acerque y me indica con una señal que me siente sobre la manta. Lo obedecí mirándolo atentamente mientras él, de un estante, sacaba una fina tela dorada el cual acercó hacia mi y lo colocó como velo en mi cabeza cubriendo mi cabello y parte de mi rostro.

Cierro los ojos cuando el deja pequeñas caricias en mi rostro seguido de un beso en mi frente. Aquel era un momento tan íntimo que no necesitamos palabras para expresar lo que ambos estabamos sintiendo. Sentí cosquilleos por todo mi cuerpo cuando también dejó un beso en la punta de mi nariz y luego en mis labios. Se alejó levemente y abri mis ojos cuando comenzó a hablar.

—Ahora debes proclamar el testimonio de Fé.—Exclama suavemente el príncipe sin dejar de observarme.—Repite las palabras que diré. ¿si?

—Si, príncipe.—Ronronee Hipnotizada por la belleza del Mehmed a la luz de la chimenea.

—No hay otro Dios que Alá..

—-Testifico que no hay otro dios que Alá

—Y testifico que...-Continúa Mehmed sin apartar sus ojos de los míos.

—-Y testifico que...

—Que Mahoma es su sirviente y mensajero..

—Que Mahoma es su sirviente y mensajero..—Repetí y el unió nuestras frentes cerrando un momento sus ojos antes de volverlos a abrir.

—Esto que dijiste significa que no crees que exista otro Dios que merezca alabanza mas que Alá y que proclamaras al profeta Mahoma como el mensajero de dios y el sello de todos los profetas

Ambos nos quedamos en silencio un momento. Mehmed acaricia mi mejilla con suavidad y sus ojos pasan de mis labios a mis ojos lentamente. Mi corazón latia con fuerza, con tanta fuerza que crei desmayarme en ese momento.

—Ryhan...—Susurró.

Un susurro que acarició mi alma y me hizo estremecer. Lentamente pestañeo al no entender lo que decía y el me sonríe repitiendo aquellas palabras.

—Ryhan...—Repite quitando lentamente el manto dorado de mi cabeza

—Ryhan...—Exclamé también.— ¿Que es? ¿Que significa?

Por un momento dudé si realmente entendía el Turco y mi mirada de confusión lo hizo reír ligeramente.

—Tu nombre a partir de este momento es Ryhan, mi dulce y extraordinaria Ryhan que significa la favorita de Alá.—Toma mi mano y deja un beso en ella.—Tienes un don y desde que llegaste al Palacio todo parece más brillante, el pueblo, el Reino e incluso los jenízaros, todo el pueblo hablan de ti, te aman.—Su sonrisa no se borra en ningún momento-¿Y como no hacerlo? —Susurra admirandome mientras sus dedos recorren mi rostro y luego acaricia mis labios produciendo un cosquilleo en mi cuerpo.—Me haces amarte cada día más y agradezco que Alá te haya enviado a mis brazos, no puedo sentirme más afortunado.

Las palabras de Mehmed ocasionan que lágrimas rebeldes amenacen con escapar de mis ojos. Su expresión cambia a una de extrema preocupación cuando su mirada se posa en una lágrima que resbalaba por mi mejilla.

—¿Te he incomodado? ¿por que lloras?—Rápidamente limpió mis lágrimas y yo no pude evitar abrazarlo.

Me sentía tan amada por él que no pude ocultar mi emoción.

—Príncipe, usted me hace tan feliz.—Exclamé apenas aferrandome a su cuerpo y él me toma con sus fuertes brazos para levantarse e ir juntos a la cama nuevamente.

Con delicadeza él me recuesta y comienza a repartir besos por mis mejillas limpiando con sus labios él rastro de lágrimas. Sus besos siguieron bajando por mi cuello mientras sus manos poco a poco se unieron a la escena para acariciar con delicadeza mi cuerpo y no pude evitar suspirar. Poco a poco comenzó a sacar los lazos de mi vestido para deshacerse de el y dejarme completamente desnuda una vez más.

Con delicadeza y suavidad Mehmed nuevamente me hizo el amor esa misma noche. Esa noche sólo existimos los dos y nuestro amor.

Muy temprano en la mañana me desperté en los brazos de mi príncipe, ambos estabamos desnudos por lo que no pude evitar sonrojarme cuando imágenes de la noche anterior se colaron en mi cabeza.

Esa mañana se sentía diferente, yo me sentía diferente.

—Buenos días, mi amada.—Murmuró somnoliento con los ojos cerrados y se acurrucó más contra mi cuerpo.

—Buenos días, mi príncipe.—Susurré escondiendo mi rostro en su cuello.

El dejó pequeñas caricias en mi cadera y me aferra aún más a su fornido cuerpo mientras mis manos recorren su pecho.

Lamentablemente aquella comodidad tuvo que ser interrumpida por nuestros deberes. Ambos desayunamos juntos y luego me retiré de sus aposentos para dirigirme a los baños.

La sonrisa de mis labios no se borró en ningún momento, incluso cuando alguien me toma del brazo a mi lado y me jala arrojándome al suelo.

—¿¡QUIEN TE CREES!?—La reconocida voz de Nurbahar me hace reír mientras me levanto y la miro con arrogancia.

—¿Quien te crees para tocarme, Nurbahar?—Le gruñi. Si, esa mañana me sentía poderosa.

Ambas estabamos solas en los pasillos, raro en ella ya que siempre estaba acompañada por sus pulgas.

—¡Eres una maldita serpiente Sarah! Anoche el príncipe me esperaba y tú...

Mi risa la silencia y su rostro queda rojo por la ira. Nurbahar levanta la mano dispuesta a golpearme pero la tomé con rapidez de la muñeca para detenerla. Mi expresión se ensombrece y la miro directo a los ojos.

—¡Mi nombre es Ryhan! Grabatelo en tu cabeza. ¿Y quien me creo? Soy la favorita de Alá y el amor del príncipe Mehmed, su favorita, quien llevará a sus hijos en su vientre.—Fuerzo mi agarre y la escucho jadear—Te sugiero que te deshagas de la idea que podrás recuperar siquiera un poco de la atención del príncipe porque él nunca —La sacudo levemente para que su rostro quede aún más cerca del mio y la siento temblar. Apostaba que mi expresión le dió miedo.—NUNCA, JAMÁS.—Exclamé más alto.—Volverá a pedir por ti, a mirarte y muchos menos tocarte. Mientras yo esté aquí ni tu ni nadie más que yo entrará a sus aposento y si estas buscando deshacerte de mi te deseo mucha suerte con ello pero no olvides quien soy porque la próxima vez que me busques...—Mis uñas se clavaron en su piel mientras la miré fijamente—me encontrarás y conmigo tu final.

Suelto su muñeca de forma bruta, tanta que provoca que ella caía al suelo y sonreí al verla a mis pies.

—Juro que me vengaré.—Solloza y sonreí por ello.

—Si, como sea. Quédate ahí, es donde perteneces.—Gruñí sonriente y vuelvo a caminar hasta los baños para así darme una merecida ducha.

IMPERIO OTOMANO | ❝ Mehmed ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora