ੈ🍷CINCO

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Claro, a Mile le hubiera encantado decirle al peliazul que era su Omega, pero no podía, por lo menos no aún.

Por esa razón; simplemente lo pensó. Porque dentro de su corazón, Apo era su Omega, ese maravilloso ser que se convirtió en su mundo, su razón de vivir, su salvador, su todo.

Es por eso que cuando Apo le dijo "Papá no te dañará" Mile no pudo evitar chillar frustrado. Él nunca vio a Apo como su papá, mucho menos como un hermano mayor. Él vio en Apo a una pareja potencial. Un hombre hermoso al que deseaba.

Podía sentirlo, su aroma a rosas y vainilla era tan fuerte que enloquecía a su Alfa, para su clan ya era un adulto, por lo que, fácilmente podría saber si había encontrado a su destinado y vaya suerte la que tuvo. Pues resultó ser un humano maravilloso y con una belleza impresionante.

Aunque. No estaba seguro si a su clan le caería en gracia que su pareja fuera un humano y hombre, por el tema de los cachorros. ¿Apo sería capaz de concebir?

Esa duda no lo dejaba dormir en las noches. Para su clan, la procreación era sumamente importante por el hecho de su casi extinción. Y si Apo no podía quedar preñado...

Lo obligarían a buscar una hembra y así poder tener cachorros.

Pero no. Él estaba loquito de amor por Apo, jamás podría lastimarlo de ninguna forma, Apo es como una piedra preciosa, difícil de conseguir y con una belleza única que lo hacía especial. Su alma estaba conectada a la del humano y lo único que hacía falta era la marca.

A pesar que el humano no mostraba el mismo interés, él lo enamoraría poco a poco. E iba a empezar por ya no morder los zapatos de Barcode, sí, empezaría por ahí.

—Muy bien Ranger. Es hora de que vayamos a trabajar, te quedas cuidando la casa, ¿de acuerdo? Se un buen perro.

El Lobo ladró, y Apo le dio un besito en la frente, seguido de una caricia por parte de Barcode.

Cuando por fin se vio solo. Volvió a su forma humana, así había vivido los dos años, al irse sus amos, Milw regresaba y mantenía la casa limpia y ordenada.

Era importante que mantuviera un equilibrio, por lo general, se mantenía en su forma humana, sólo cuando salía de caza su Lobo tomaba posesión de su cuerpo.

Y en esta ocasión no sería diferente, por lo que, aún desnudo; se puso un mandil amarillo de los que sus amos usaban y se dispuso a limpiar el polvo.

Lo bueno de ese apartamento, era que al ser pequeño, no acumulaba tanta basura, eso y que sus amos eran muy limpios.

Mile había observado como Apo lavaba la ropa y la planchaba. Observó como Barcode ordenaba sus libros y materiales de trabajo. Es decir, él descubrió la forma de vivir de los humanos. Totalmente diferente a la que él estaba acostumbrado, pues en su clan sólo usaban taparrabos y listo. Era más fácil, porque no planchaban nada, sólo lavaban la ropa en un río.

También aprendió a cocinar. Sólo viendo a Barcode y Apo hacerlo los domingos. Los dos eran muy buenos en eso, y Mile había saboreado los deliciosos platillos que preparaban, pues Apo siempre le daba de lo que comía aunque Barcode lo regañara.

—Apo...

Mile suspiró enamorado. Apenas una hora había pasado y ya lo extrañaba mucho. ¿Qué estaría haciendo? ¿Habrá comido ya?

Como quería hablar con él a través de su posible vínculo pero para llegar a eso debía morderlo y por cómo era Apo, tal cosa no le gustaría. Era tan vanidoso que una pequeña marca en su perfecta piel lo volvería loco.

Mile Había descubierto cada mínima cosa de Apo.

La cantidad de sal que le ponía a la comida, la forma tan minuciosa en la que doblaba la ropa, cómo se rociaba el aroma fresco de sus lociones, lo detallista que era con el cuidado de la casa, las raras mascarillas que usaba antes de dormir, las cremas para la piel y el cabello, la marca de shampoo que más le gustaba, en fin. Conocía su comida favorita y que tipo de ropa interior era su favorita.

De Barcode no podía ser tan específico.

Sí sabía algunas cosas, quizás algunas mañas, pero era mayor conocedor del peliazul ya que dormía en la misma habitación, pero en una cama aparte para él.

Sabía que Apo no roncaba y solía dormir en la misma posición casi toda la noche, le tenía miedo a la oscuridad; pero antes de dormir, Apo siempre le decía que se sentía protegido al tenerlo con él.

Eso hacía que su orgullo de Alfa creciera dentro de su pecho, no había cosa más satisfactoria que saber que su pareja se sentía seguro al lado de él.

Volvió a suspirar y sonrió. Apo era tan dulce, que eso sólo le provocaba querer lanzarse sobre él y marcarlo para siempre.

Y sólo la diosa Luna sabía cuánto le costaba mantenerse quieto, pero debía esperar, es decir, su Apo no lo dejaría, eso era seguro, hasta podría apostar que Barcode tampoco lo dejaría. Pero no estaba seguro si reaccionaría bien a su situación.

Apo aún lo estaba asimilando.

Y Mile sólo podía esperar a que su amo se calmara para confesarle sus sentimientos y empezar con el cortejo.

Porque su Lobo lo quería, lo quería tanto como él mismo lo deseaba.


My Sweet Wolf

My Sweet Wolf- MileapoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora