Cap. 12: La sorpresa

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Sentí en mi cara algo suave y peludo, pensando que podía ser una pata de Eric, pasé la mano por mi cara, pero noté que era mucho más pequeño, que cualquier parte del cuerpo de Eric. Abrí los ojos y me encontré una pequeña bola de pelos naranja acurrucada sobre mi boca, la levanté y resultó ser el gato que había crecido notablemente.

-Ya eres más grande que la palma de mi mano ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

Me puse en pie con el gato entre las manos y me fijé en que me encontraba solo en la caravana.

- ¿Hay alguien?

Las yeguas relinchaban mientras entraban de nuevo en el carro, pero no había ni pista de Eric o de Lima. Pero noté una carta extraña sobre la cama escrita hasta la mitad en un lenguaje extraño y la otra mitad en mi idioma.

-Roy, Lima no sabe escribir en nuestro idioma, solo pone que hemos ido a por el barco por si despiertas mientras estamos fuera, para que pudieses descansar bien hemos movido el carro hasta un acantilado, si quieres puedes venir volando al puerto, te he dejado a Junior en la cara, no te ahogues

Dejé la carta sobre el escritorio y me puse la armadura del pecho.

-Voy a mirar a ver si los encuentro en el puerto.

Metí al gato en mi bolsillo dejándolo asomar la cabeza para que no se agobiase, despegué con cuidado y salí del carro, como ponía en la carta estábamos en un acantilado, no tan alto como el de la isla, pero igual de imponente. A nuestra derecha estaba el puerto así que descendí rápidamente tapando al gato con mi mano, una vez toqué suelo lo saqué y lo puse sobre mi hombro donde se agarró con facilidad y se quedó tumbado.

-No sé si me entiendes, pero si ves a Eric o a Lima maúlla y así sabré dónde están.

Recorrí todo el paseo del puerto, estaba a revisar de pescadores, a diferencia de en midgard, parecían tener una competencia nula, charlaban de barco a barco e incluso compartían sus ganancias, los barcos pequeños ayudaban a atracar los barcos grandes y ello se lo agradecían con pescado, era una muestra de libre mercado sin prácticamente ningún problema, habían desarrollado un estilo perfecto entre el capitalismo y el comunismo el balance ideal entre dos ideas totalmente opuestas, tomando solo lo que más les beneficiaba.

- ¡Roy! - gritó Eric desde la proa de lo que parecía ser el barco mejor equipado de todo el puerto.

Subí volando y me puse a su lado.

-Buenos días grandullón.

-Buenos son los dos días que te has tirado durmiendo.

-Perdóname pequeño, ya sabes que duermo demasiado, espero que no hayas tenido que estar solo por mucho tiempo.

-Lima ha estado conmigo desde que desperté... hace tres horas. - dijo con una sonrisa avergonzado.

-Recibiste una cantidad de daño asombroso, pero salvaste la misión ¿Te sigue doliendo la boca?

-No, y te agradezco lo que hiciste, fue doloroso, pero me salvaste la vida, te voy a estar agradecido por siempre. - Dijo frotando sus orejas en mi mentón.

-Creo que te tengo que enseñar a mostrar afecto como lo hacen los humanos... y puede que alguna otra cosa más.

- ¿No se hace así?

Abracé a Eric y tomé sus brazos poniéndolos a mi alrededor.

-Esto es un abrazo, ya te he dado alguno que otro y si no me equivoco tú también me has dado alguno.

-No eran abrazos, era aferrarme a ti por miedo. Y esto no me gusta. - dijo separándose de mí.

-Vale, vale, hay más formas de dar cariño. - dije mientras Junior pasaba de mi hombro al suyo y se tumbaba.

Desterrados: La Leyenda De RoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora