ARRORRÓ

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Eduardo.

—¿Qué crees que haces pedazo de mierda? Necesito que te levantes a la de ya para poder irnos a tiempo, muévete antes de que te levante a putazos—los gritos que se escuchaban en toda la habitación me levantaron de golpe, buscando con la mirada instintivamente a Gonzalo, quien estaba tranquilamente poniéndose sus pantalones sentado en la esquina de la cama aun con el torso desnudo.

—¿Te gritan a ti? —pregunte mientras buscaba mi ropa para poder levantarme y andar por la casa más cómodamente.

—No leoncito, desde hace rato le andaban gritando a Rubén para que se levantara, pero al parecer no lo hace. Buenos días por cierto mi amor—Gonzalo se dejó caer de espaldas hacia la cama para dedicarme una sonrisa de oreja a oreja.

—Buenos días Gonzo—respondí mientras me levantaba de la cama para colocarme el pantalón.

—Oye, necesito hacerte saber que hoy no estaré en casa, te quedaras solo con Iker, espero que se lleven bien. Hace rato vino esta Valentina para avisarme que salimos a las doce en punto hacia un juzgado, seguramente para poder ver algo sobre el caso de mi madre... ¿Te puedo encargar algo? —pregunto Gonzalo dejándome totalmente desconcertado ante su petición.

—Claro dime lo que necesites...—Gonzalo dudo un poco si decirme o no sobre lo que tenía en mente, tardando unos segundos mientras me ponía rápidamente mi pantalón.

—La comida que hacen aquí nunca me gusto, y no creo que haya cambiado por que la cocinera sigue siendo la misma, así que quería pedirte si tú me podías cocinar cuando llegue del juzgado, porque quiero comer algo que me guste...sabes que mejor olvídalo, es una petición muy tonta.

—No claro que no, para mí no es tonta...claro que lo hago, no me cuesta nada hacerlo, si lo hago en México ¿Por qué no hacerlo aquí también?

—Pero allá es diferente, porque solo estamos tu y yo—Gonzalo comenzó a acercarse lentamente mientras me abrazaba por la cintura acercándome a él.

—Creo que el viaje te afecto la neurona, estas más diferente que de costumbre—Gonzalo comenzó a reír fuertemente mientras me besaba las mejillas.

—Es lo que tu provocas, este viaje me hizo apreciar todos los cambios que has tenido desde que nos conocimos, ya no eres el tierno niño con el cabello loco y su sonrisa nerviosa, ahora eres todo un hombre, con cuerpo delgado pero fibrado, sus tatuajes en clavícula y brazos que me vuelven loco sin olvidar su cabello tan esponjoso como las mismas nubes.

—Algo quieres y no es dinero—dije provocando más risas por parte de Gonzalo quien comenzaba a besarme y marcar mi cuello.

—Me conoces...pero ahora no podemos, tengo que salir y ya es tarde, aun no termino de arreglarme para verme presentable—por primera vez le preste atención al pantalón de Gonzalo, siendo este uno de vestir, observando en una silla su camisa, un chaleco de vestir y un saco que hacia juego con el pantalón.

—¿Vas a ir a alguna fiesta? —pregunte separándome de Gonzalo mientras buscaba mi playera.

—No, ya te dije que voy al juzgado, es como la quinta vez que te lo digo, comienzo a sospechar que no me prestas atención a lo que te digo.

—Para nada, si lo hago, y no fueron cinco, máximo tres tampoco exageres. ¿Te vas a tardar? O será rápido.

—Eso si no se leoncito, espero que sea rápido y llegue temprano para irnos a dar la vuelta.

—¿No se supone que iba a ser el desalojo de tu padre? —pregunte mientras observaba como Gonzalo se confundía al abotonar su camisa.

—No, el desalojo paso un día antes de que nosotros llegáramos, afortunadamente no tendré que encontrarme con mi padre hasta nuevo aviso—al ver que Gonzalo se confundía con los botones me acerque a ayudarle—Gracias, estoy un poco dormido al parecer—Gonzalo rio un poco esperando a que su camisa este totalmente abotonada.

De Viaje A Chile 🏳️‍🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora