VI

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Al llegar a su apartamento Jungkook se sentía emocional y físicamente exhausto. Se cepilló rápidamente los dientes y se dejó caer sobre la cama, hizo un gesto de dolor cuando su trasero entró en contacto con el colchón y se acomodó sobre su estómago.

Por primera vez esa semana, se quedó profundamente dormido en segundos y no se despertó hasta que la alarma sonó a la mañana siguiente.

Se balanceó precariamente en la orilla de la bañera, trató de ver cómo lucía su trasero en el espejo del baño. A pesar de lo que dijo Jimin, temía que aún estuviera tan rojo como una señal de stop y que todos supieran lo que había ocurrido. Deseó haberlo mirado desde anoche, pero estaba demasiado exhausto.

Jimin tenía razón, no había ni una sola marca. Su piel era del mismo tono que siempre, Jungkook casi se sintió desilusionado cuando tomó una ducha con agua fría. Experimentando apuntó su esponja de baño hacia su trasero y se dio un azote.

—¡Ay!

Se le olvidó que dolía y que no le parecía excitante si él mismo se azotaba.

—¿Por qué demonios quiero hacer esto otra vez? —gruñó y luego esperó con desesperación no haberse dejado una marca. Se revisó relajándose cuando solo se encontró con un área rosada, sabía que se desvanecería para cuando llegara al trabajo.

El golpearse a sí mismo no le causaba emoción alguna. Pensó que debía ser algo relacionado con Jimin. Cuando su atractivo jefe le daba una orden, enviaba una onda de emoción por su cuerpo y se apresuraba a obedecer. Había algo increíblemente excitante en arrodillarse frente a Jimin. Tendría que preguntar por qué le pasaba eso.

A Namjoon le divirtió saber que un poco de la insolencia de Jungkook estaba de vuelta, aunque ya no era tan rebelde. De hecho, parecía brillar lleno de satisfacción, como un gato que había robado un poco de leche. Las enormes ojeras debajo de sus ojos habían desaparecido, por lo que solo podía sospechar que Jimin le hizo algo anoche.

Namjoon esperó con ansias poder hacer confesar a Jimin, pero antes de intentarlo se dirigió al camerino, esperaba ver la reacción de Jungkook cuando viera la decoración que había hecho en el trasero de Jackson la noche anterior, antes de follárselo hasta que ambos quedaron satisfechos.

Adam pareció notar lo que Namjoon tramaba y giró la silla de Jungkook para que pudiera ver claramente cuando Jackson se quitara los pantalones. Jungkook palideció cuando notó las seis marcas moradas perfectamente bien distribuidas.

Jackson miró sobre su hombro y sacudió el trasero.

—Pregúntame si tuve suerte anoche —dijo seductoramente.

—No necesito preguntar, maldito afortunado —dijo Adam—. Luces como un hombre feliz.

—Lo soy —Jack suspiró e hizo un gesto de dolor cuando se sentó sobre una toalla en otra silla.

Namjoon se alejó riendo suavemente.

Jimin se encontraba en el estudio esperando a que los modelos estuvieran listos cuando Namjoon entró riendo.

—¿Qué hiciste ahora, Nam?

—Absolutamente nada. Solo… fui a ver a Jack quitándose los pantalones, le dio todo un espectáculo a Jungkook —se carcajeó.

—¿Cuántas marcas? —Jimin preguntó con una sonrisa sarcástica.

—Seis de las mejores. ¿Cuántas le diste a Jungkook? —preguntó.

—Si le hubiera hecho alguna, no te lo diría y si no las hubiera hecho, te mentiría —contesto con elegancia.

—Eres tan frustrante —se quejó Namjoon—. Te digo todo acerca de mis conquistas, mientras tú me has aburrido estos últimos cinco años. Al menos tienes…

El fotógrafo → JiKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora