—Vamos Jungkook. Llegamos tarde —dijo Jimin, mirando su reloj con impaciencia.
Jungkook miró reaciamente a la almohada que había llevado consigo a todos lados el domingo.
—Si no temiera que Namjoon pidiera ver mi trasero, me llevaría esa adorable y acolchada almohada conmigo.
Jimin rio.
—Tienes razón en cuanto a Namjoon. Adoraría saber cualquier chisme, pero estoy seguro de que estarás bien sin la almohada. Solo escoge sillas acolchadas y trata de no dejarte caer.
—Es fácil para ti decirlo —gruñó Jungkook, haciendo un gesto de dolor mientras se subía al auto de Jimin—. No creo poder participar en las tomas hoy. —El dolor había cambiado y no era tanto ardor en la superficie como dolor muscular, lo que lo atormentaba.
—No hay necesidad, no voy a fotografiar hoy. Necesito mostrarle todas las fotografías a Namjoon y a su socio esta tarde. Así que tendrás que permanecer con esa ropa.
Jungkook suspiró lleno de alivio. No se sentía cómodo para hacerlo público cuando aún trataba de comprender todo lo que implicaba. A veces se sentía bastante cómodo con todo lo que ocurría. En otras ocasiones, estudiaba el rostro de Jimin como si el hombre fuera un completo extraño en vez de ser con quien había compartido su cuerpo de formas más íntimas que la sexual.
Si creyó que sería un día relajante sin Namjoon, Jungkook pronto descubriría lo contrario. Jimin le ordenó alinear mesas por todo el estudio. Jungkook las armó y luchó con ellas para acomodarlas, creó una larga superficie donde Jimin podría incluir todas las impresiones de las fotografías que había hecho.
Incluso era mucho mayor que la colección de juguetes, potros, inmovilizadores y látigos que se encontraban en las mesas opuestas, había un pequeño camino entre las mesas donde uno podía ver las fotografías de un lado y los implementos del otro.
Antes que Namjoon llegara, Jimin fue a por Jungkook y lo abrazó un rato.
—¿Cómo está tu trasero? —preguntó frotando la famosa parte de su anatomía.
—Me duele un poco —admitió Jungkook, reposando su frente en el hombro del otro hombre.
—Sí y te has estado moviendo mucho. Lamento eso —dijo Jimin—. ¿Por qué no te sientas y tomas una aspirina?
—¿Sentarme? —bromeó Jungkook.
Jimin rio.
—Cierto. Bueno, haz lo que gustes, pero te lo advierto, si tomas la cena de pie estoy seguro de que Namjoon no te dejará en paz.
—Iré por unas aspirinas ahora mismo —dijo Jungkook con firmeza. Se estremeció al pensar que Namjoon podría burlarse de él toda la noche y se dirigió al baño.
Jimin abrió la puerta al escuchar que alguien tocaba y se topó con Namjoon al lado de su socio.
—Yoongi. —Jimin le saludó sacudiendo su mano.
—¡Jimin! Qué bueno verte otra vez —dijo Yoongi alegremente—. Namjoon me ha emocionado, estoy ansioso de ver lo que has hecho.
Sacudió la mano de Jimin mientras Taehyung se adelantó y fue en busca de Jungkook.
—Oye tío. ¿Cómo estás? ¿No crees que ese tipo está bastante loco? Hace que Namjoon y Jimin parezcan un par de gatitos.
Jungkook asintió, consciente del poder que emanaba del hombre. Su rostro era placentero y su mirada gatuna, le daba una expresión amistosa que contrariaba a su aura peligrosa.
—¿Cómo lo sabes? ¿Qué te hizo? —Jungkook tembló.
—¿Qué no haría? Pero solo espera a que su novio llegue. Lo veremos después.
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El fotógrafo → JiKook
Hayran KurguJeon Jungkook necesitaba de manera urgente un empleo para cubrir los gastos que necesitaba para la universidad, por lo cual él acepta trabajar como asistente para un infame e enigmático fotógrafo Park Jimin. Trabajar para Jimin durante una sesión f...