18 | "𝗘𝗻 𝗼𝘁𝗿𝗮 𝗼𝗽𝗼𝗿𝘁𝘂𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱..."

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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨
“𝐄𝐧 𝐨𝐭𝐫𝐚 𝐨𝐩𝐨𝐫𝐭𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝”

𝗧𝗪: 𝗔𝗕𝗨𝗦𝗢 𝗦𝗘𝗫𝗨𝗔𝗟

Me encontraba en un tipo de sótano, era pequeño con paredes de metal

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Me encontraba en un tipo de sótano, era pequeño con paredes de metal. Nos habían dormido para llevarnos ahí.

Mis lágrimas caían por mis mejillas intentando encontrar una salida.

Pero no podía, estaba en una silla amarrada con una cinta que impedía moverme.

No estaba Glenn. Tampoco Maggie.

Estaba muy asustada por lo que me podría pasar, pensé que sería mi fin.

Todo estaba en completo silencio hasta que escuché golpes provenientes del otro lado de la pared.

Empecé a lloriquear cómo una niña mientras pensaba que yo sería la siguiente.

Escuché unos pasos aproximarse hacia allí. Los golpes habían parado. Supe que me tocaba a mí.

Mi cabeza se llenó de pensamientos malos, pero al abrirse la puerta sólo era un adolescente de la edad de Thomas.

Su peinado era algo inusual, como algo de los 80 's. Su vestimenta también.

Lo malo, era que también estaba golpeado, derramando sangre por la parte de la cabeza.

—Me mandaron aquí para hacerte unas preguntas, niña. No hagas que pierda mi tiempo.— se sentó en la silla que tenía enfrente, y se relajó mientras se cruzaba de brazos.

—¿Qué quieres que te diga? Infeliz.— respondí sabiendo que mejor me debería haber quedado callada.

—¡Espera que te comience a preguntar, imbécil!— golpeó bruscamente la mesa con su puño.

Dió una sonrisa tétrica de lado y empezó a cuestionar. —Dime, ¿dónde queda tu asquerosa pocilga?— interrogó.

Lo miré fijamente a los ojos sin decir nada.

—¡Te dije, dónde está tu comunidad!— Se levantó de su silla repentinamente.

—Si lo digo… te descubrirán y sufrirás de la tortura.— susurré con un tono maníaco.

—No quieres hacer esto por las malas, ¿verdad? ¡¿Quieres que llame al gobernador y que te torture como me dijiste que tu grupo lo hará?! ¿¡Quieres eso, hija de puta?!— sacó una navaja de su bolsillo y la colocó en mi garganta.

Supliqué, diciendo que no me haga nada. Pero la puerta se abrió nuevamente y un hombre alto apareció.

—¿Qué le haces a la pobre niña, Nathan? Déjala, deja a los nuevos ciudadanos.— echó a Nathan y cerró la puerta mientras se dirigía a un paso lento con la mirada fija en mí.

𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐔𝐋𝐓𝐈𝐌𝐎 𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐀𝐏𝐎𝐂𝐀𝐋𝐈𝐏𝐓𝐈𝐂𝐎 | carl grimes.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora