Capitulo III

7 3 0
                                    

Entre grietas y música.

Parte 1.

Para corazones rotos.

—¿Iremos en canoas hasta el otro lado? —repite Riley por tercera vez, Warren asiente ante su pregunta y tomando el libro que ella sostenía lo echo en su mochila para que no le pasara nada. Sin prestar atención a aquella acción, Riley observa aun el lago frente a ella, le tiemblan los dedos de solo pensarlo, les temía profundamente a esos lugares con mucha agua, podía soportar verlo frente a ella, tolerar que estuviera allí, pero era solo de lejos, la idea de entrar en allí, aunque fuera en canoas...simplemente no, un no rotundo.

—Será solo una vuelta y volvemos, me encargare de que no te pase nada, tranquila —aunque su sonrisa calma un poco el interior de Riley no lo hace por completo, y aunque ella tuviera las ganas de acompañarlo a cumplir con aquel juego organizado por el campamento no podía, temía mucho a lo que pudiera pasar de ella llegar a tocar el agua —. ¿Puedes hacerlo? Te veo algo preocupada...

—Es que yo... —los altavoces suenan anunciando que cada uno debía tomar su lugar. Riley se lo pensaba, debía contarle a Warren que le temía a aquello, pero ¿y si la veía como un bicho raro? ¿si no quería juntarse con ella luego? Los pensamientos negativos comenzaron a tomar su cabeza haciendo que un sinfín de probabilidades de que algo malo pasara por esto le aterraron por completo, alguien ahogado, perder a su amigo, que la canoa se rompiera e incluso pensó en cocodrilos, todo lo que pudiera ser un peligro inminente dentro de esas aguas oscuras comenzaron a atormentar su mente haciendo que a último momento, cuando todos se preparaban y comenzaban a entrar en sus canoas ella huyera de allí cubriendo sus oídos, tratando de callar sus pensamientos y conseguir algo de calma.

Pero le era imposible.

Pensamientos por aquí y por allá, veía peligro en todo a su alrededor, pensaba en que en cualquier momento alguien saldría herido con lo más mínimo de aquel lugar. Corriendo entre la gente, odiándose así misma por no poder disfrutar de las cosas sin pensar en el peligro llego a la pequeña cueva tras las cabañas y, echándose allí en el suelo, sobre la maraña de mantas que mantenían Warren y ella, se hizo un ovillo mientras cubría sus oídos pidiéndose así misma que acabara con esos pensamientos, que los detuviera, necesitaba detenerlos si no quería que ellos terminaran acabándola más a ella.

Meciéndose mientras mantenía sus piernas pegadas a su pecho, tarareando las letras de una canción y cubriendo sus oídos comenzó a llorar, a pensar otra vez en el hecho de que nunca podría volver a relacionarse con los demás si ella continuaba así, pensando en que la harían a un lado si descubrían cuantos defectos cargaba encima. Le dolía el pecho, la garganta, sentía los nudos haciéndose dentro de ella cada vez más fuertes, necesitaba que acabara todo lo que la atormentaba.

—¿Riley? —escucho la voz de Warren distante y se cubrió rápidamente con una de las mantas, no quería que la viera llorando, no llevaban ni dos semanas de conocerse, no podía dejarse romper frente a él, ¿y si se burlaba? ¿y si se alejaba de ella por esto? El vacío se hizo más grande, el dolor, las ganas de llorar creciendo, ¿Por qué no podía ser normal como los demás? ¿Por qué tenía que ser como era?

Sintió el calor de Warren a su lado, el pelinegro había tomado asiento junto a su cuerpo en silencio y, debatiéndose entre hacerlo o no, se inclinó sobre ella tratando de abrazarla, parecía más bien un oso cubriendo a sus crías que un abrazo por la postura de Riley, quien al sentirle se había dejado de mecer.

—Tranquila, estoy aquí contigo...

Su corazón se hizo un nudo, sus lágrimas desbordándose más rápido que antes, no eran muchas palabras, pero siempre serían las que hubiera querido escuchar cada vez que se ponía así, alguna ayuda, alguien que si entendiera.

Detrás de su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora