Capítulo 2

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-Oye mocoso, tienes que comer, debes mantenerte con vida hasta que logremos extirpar al zorro de tu interior -unos ojos oscuros vieron con molestia al shinobi de la niebla -¿por qué le das información? -Kisame sonrió con burla -es la verdad Itachi, este mocoso no saldrá de aquí hasta que le saquemos al zorro y la única manera en que lo hará, será muerto, ¿qué más da? -el azabache hizo una mueca de fastidio -no es mi problema, sólo no me des problemas -la risa del Kiri shinobi se escuchó en el oscuro lugar con fuerza. Naruto podía percibirlos claramente, nunca había visto o escuchado a ninguno, realmente no sabía nada de nada, apretó con sus puños las telas sobre las que se encontraba, se maldecía mentalmente por su ignorancia, su debilidad, por su incredulidad.

-¿Quién pudiera imaginar que el gran kyubi no Yoko se encuentra encerrado en un pequeño inútil? -el rubio mordió sus labios con coraje y frustración, sus ojos tomaron una apariencia distinta, mostraban dos rendijas rojas, trató de calmarse, no sabía qué demonios sucedería si trataba de atacarlos, se veían poderosos, lo más seguro es que lo dejarían casi muerto sólo por diversión. Los onix afilaron su mirada viendo un reflejo rojo en sus pupilas, apretó el ceño con cuidado -¿no te callarás? quiero descansar -el Kiri shinobi volteó los ojos con fastidio -estás bastante irritado estos días, vayamos a comer, ya cumplimos con traer algo de comida al mocoso -Itachi asintió lentamente siguiendo a su compañero, con el filo de su mirada veía al pequeño. Naruto seguía sus onix lentamente sin perderlo de vista, volvió a morder sus labios con coraje sintiendo como su chakra curaba esa leve herida al probar su sangre, levantó una ceja con sorpresa, giró su mirada viendo la comida, era pescado crudo como papilla, la vio con asco, había dos botellas de agua, prefería tragar los insectos en el lugar que esa comida para cerdos que el sujeto le había enviado, ya lo había hecho cuando lo corrieron del orfanato, no había más, pero ¿qué caso tenía comer?, ¿qué lo esperaba ahí afuera?, ¿acaso podía huir? la respuesta era nada, nada ni nadie lo esperaba ahí afuera, no podía huir, era débil, era verdad lo que el shinobi con apariencia extraña de tiburón dijo, era un inútil, si saliera de ese lugar viviría huyendo, eso no era libertad.

Naruto se sentó viendo a la nada escuchando las gotas de agua golpear con las rocas, tenía frío, en un golpe de energía pensó, ¿quién decidió que su vida no tenía valor?, ¿quién decidió que él no podía lograr huir?, ¿quién decidió que le pertenecía a Konoha?, ¿quién decidió que debía entregar al zorro y su vida a estos sujetos que lo secuestraron? no era un maldito objeto, bajó su rostro observando sus manos, él era una persona, era un ser humano, tenía derecho a vivir, tenía derecho a creer, tenía derecho a ser libre, asintió decidido, no le entregaría su vida a esos sujetos, ni a Konoha.

El rubio levantó el rostro observando la celda de madera, giró su mirada buscando con que tallar la madera para empezar a preparar su huída, no había nada, no podía ver nada, a pesar de que sus ojos se habían adaptado a la oscuridad, bajó su mirada tratando de pensar, observó sus uñas, tal vez podría, pero se lastimaría, abrió sus ojos recordando los clones, cruzó sus dedos invocando uno, no había mucho espacio, el clon del rubio comenzó a tallar con sus uñas una de las barras de madera siendo constante, en algunos días sino venían a revisarlo, podría huir. El original pensaba con cuidado, no era muy inteligente, pero era astuto para huir y hacer sus travesuras, cerró sus ojos tratando de calmarse.

Era obvio que si salía de ahí lo encontrarían fácilmente, su velocidad era ridículamente lenta a diferencia de un shinobi, para empezar debía ejercitarse y no perder forma, ya pensaría con calma como huir, se levantó, comenzó a brincar, mientras brincaba en sus piecitos recordando las rutinas de ejercicio de la academia, trataba de recordar las lecciones de sobrevivencia y como ocultarse del enemigo, aún recordaba que lo habían parado contra la pared con un balde de agua en las manos en muchas de esas lecciones, trataba de recordar las palabras de Iruka, abrió sus ojos con sorpresa, había recordado algo importante, si llegaba a un río podía dejarse ir con la corriente y huir de ahí, sólo debía ser rápido para correr y localizar algo de eso, el agua borraría su olor y su huella.

Oscuridad (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora