Capítulo 4

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Llevaba dos pequeñas barras de madera rotas, llevaba bastante tiempo en ese lugar, estaba seguro. La maldita madera parecía acero, acomodó con cuidado las barras de madera para que no parecieran rotas, faltaba una tercera y podría huir, estaba por terminar, comenzó a tallar con velocidad, se desesperó, dejó la piedra de lado y pateó el trozo, una, dos, tres veces más, el trozo cedió, con velocidad lo arrancó y se coló por el pequeño agujero, corrió con velocidad hacia donde se escuchaba ruido, entró en un pasillo angosto, comenzó a entrar a una elaborada red de pasadizos, era un maldito laberinto, paró en seco, regresó sobre sus pasos llegando a la entrada donde comenzó, estaba parado viendo el pasillo con cuidado, ¿cómo demonios saldría?, tenía que ser hábil y lógico, ¿cómo demonios saldría del laberinto?, no había más que hacer, colocó su mano en la pared, de esa forma podía regresar si no la soltaba.

Caminó lentamente sin soltarse, aún podía sentir esa brisa venir del lugar, cada vez más fuerte, talló su rostro con su mano libre, sudaba de miedo, no podía fallar, aumentó la velocidad, cada vez se respiraba mejor, menos sofocante, abrió sus gemas al ver la luz de la luna entrar al lugar, parpadeó con dolor en sus ojos, pero no podía parar, corrió con velocidad sin soltar su mano de la pared hasta llegar a la salida, sus ojos dolían, ¿no había visto luz en cuanto tiempo?, ¿meses?, no, era mucho más tiempo, abrió sus ojos con dificultad, se abrieron con sorpresa, era un maldito precipicio, ya había llegado ahí, no se rendiría, comenzó a bajar suavemente tratando de no caer o matarse en el intento, cuando brincaba del monte kage por lo menos sabía dónde caer para no matarse, aquí no había nada.

Mientras bajaba abrió sus ojos con terror, sintió dos chakras en la zona, trató de bajar más rápido, su pie se soltó, se aferró con fuerza al lugar sin querer morir -maldita sea -susurró bajito, reconocía esos chakras, era el maldito bombardero y la marioneta, su pie trataba de ubicar un lugar donde sujetarse, respiró hondo tratando de calmarse, comenzó a bajar nuevamente al encontrar donde amortiguar, iba a media montaña -me lleva el carajo -podía sentir que salían del lugar buscándolo, el rubio se soltó aventándose al precipicio, afiló su mirada viendo árboles en el lugar preparado para ser recibido por ellos, cruzó sus brazos en su rostro para no matarse o sacarse un ojo, se hizo bolita, pero nunca llegó a tocar los árboles, abrió sus ojos con terror, un puñetazo cayó en su rostro desmayándolo al momento.

….

Abrió un ojo con difícultad, el otro estaba cerrado e hinchado del golpe que recibió -¿querías dejarnos en mal?, maldito idiota, mhn -Deidara se ensañó con el golpeándolo una y otra vez, el pequeño se cubría como podía -mhn -le dolía una mierda, ese hijo de perra sufriría cuando pudiera liberarse, al final de una patada fue lanzado al interior de su celda, el de la roca hizo un sello con sus manos, levantó un muro de rocas delante de la reja de madera, sólo había espacio para su comida y un hueco para ver que estaba ahí con vida, lanzó nuevamente un grupo de bombas riendo con maldad, disfrutando su dolor -mnhhhhnnn aaaaaaaaahhh -esta vez no aguanto y gritó lleno de dolor -lo matarás idiota -el rubio de la roca rio con diversión -no seas estúpido, es un jinchuriki, falta más para matarlo -se burló al verlo casi muerto -con esto no te quedarán ganas de volver a huir, hijo perra -ambos mayores sonrieron -larguémonos de aquí -ambos Akatsukis salieron del lugar con calma dejando a un moribundo Uzumaki, cuando se percató que ya no estaban cerca el Uzumaki, una vez más, bastante lento, lleno de dolor acercó su mano a su boca, mordió suavemente, podía sentir como el dolor reducía sus heridas, comenzaban a sanar lentamente, sintió que aún le faltaba mucho para lograr sanar completamente, pero estaba agotado, por lo menos no moriría desangrando, cerró sus ojos, había gastado demasiado chakra en sanar.

…..

Una mirada intensa lo hizo levantar sus grises con cuidado, apretó el ceño con seriedad al ver los onix que lo veían de una manera extraña, no sabía identificar que sentía en su chakra, era confuso, a la mejor sólo era un clon, tenía una vibra similar a los suyos, Naruto mordió su mejilla ante esa mirada, se sentía incómodo, no sabía qué pensar, los onix lo analizaban con cuidado, lo hacían sentir como un animal acorralado por su presa -Konoha aún te busca a pesar del tiempo -el Uzumaki apretó el ceño, no le interesaba, ante el silencio Itachi habló nuevamente -¿acaso no te interesa volver? -el menor negó lentamente.

El Uchiha analizaba sus reacciones con cuidado -si lograrás huir, ¿no volverías? -Naruto bajó el rostro observando sus sucias manos sin interés, no quería hablar con nadie de esa organización, sus dedos levantaron tierra y la dejaron caer aburrido -veo que no estás dispuesto a hablar aún -el Uzumaki continuó eludiendo -sabes, nunca me ha gustado que me ignoren -Naruto levantó el rostro mostrando sus grises nuevamente, se dejó caer acostado sin evitar la mirada del mayor, observando su reacción aunque no había nada, su rostro estaba en blanco.

Itachi metió en una pequeña tela dos panes nikuman calientitos, los coló en la celda, el rubio tragó pesado -cómelos -el Uzumaki observó la comida, tenía meses sin probar nada más que insectos, le traían pura comida para cerdos, pero esto era de calidad, tragó pesado bajo la atenta mirada del azabache, eso sí podía comer, había algo en su mirada oscura que no podía evitar obedecer, tomó uno en sus manos y lo mordió suavemente disfrutando su sabor como si nunca lo hubiera probado, disfrutaba cada mordida lentamente cerrando sus ojos con emoción, tomó el otro, continuó del mismo modo, lo olfateó profundamente, sonrió poquito, lo devoró con velocidad, cuando terminó levantó sus grandes gemas menos toscas hacia los onix que lo veían nuevamente de forma extraña, ambos se perdieron en la mirada del otro algunos segundos, hasta que el clon desapareció en cuervos. Naruto estaba desconcertado por el actuar del Uchiha, ¿no era un desgraciado como el resto?

Oscuridad (Itanaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora