23. Punto de Quiebre

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-entonces, ¿Por qué estas aquí?- el pelinegro miró a la persona frente a él con aburrimiento, y cruzó los brazos sobre su pecho, hundiéndose aún más en el sofá.


-mi novio prometió que me dejaría atarlo a la cama si pasaba una hora con usted.- contestó con simpleza antes de sonreír.


Lejos de alterarse, el doctor Thongprasert esbozó una sonrisa genuina, mientras hacía anotaciones en su libreta.


-eso suena como una buena razón,- continuó, -¿puedo saber más? ¿Debes solamente estar aquí o realmente deber trabajar conmigo? Porque si es lo primero, será una hora muy larga.


Ohm miró al doctor con curiosidad. No se dejaría engañar, conocía a los de tu tipo. Su padre se había encargado de eso.


Su última especialista prometió que podría “reparar” sus gustos “desviados”, fue lo que enloqueció al otro Ohm… lo que lo llevó a—

No tenia importancia, el jamás volvería, así que no importaba si confiaba en el psicólogo o no, nadie nunca volvería a llamarlos de esa forma.


-¿Ohm?- el doctor le miró preocupado, era como todo el mundo lo miraba cuando creían que no los observaba. Lo detestaba.


-me dijo que debía trabajar con usted,- continuó, con fingida naturalidad, -pero no me gustan los de su tipo, así que nos haré un favor y le diré que lo intentamos.


-estarías dispuesto a mentirle a tu novio, ¿entonces?- Ohm tensó la mandíbula, el no mentía nunca, y menos a Fluke.


-No puede ayudarme,- insistió en su lugar. -esta aquí para tratar mi memoria, pero no puede tratar algo que no estoy dispuesto a recuperar.


El doctor Thongprasert ladeó ligeramente la cabeza y continuó anotando en la libreta, bajo el escrutinio de Ohm. El pelinegro se sentía incómodo, y no parecía querer disimularlo.


-De acuerdo,- acordó, -podemos hablar de cualquier otra cosa entonces, ¿Qué te parece?- Ohm le miró impresionado, y asintió un par de veces. -cuéntame de ti.


-No hay mucho que decir,- sopesó el pelinegro. -mi vida es bastante tranquila. No creo que venir aquí sea necesario.


-tu novio sonaba un tanto ansioso en el teléfono,- insistió el doctor, -hay afecciones que no notamos hasta que hablamos de ellas, quizás sea tu caso.


-¿Cómo cuales?- indagó Ohm con aburrimiento.


-mal manejo del estrés,- mencionó, tratando de explicar su punto, -ansiedad, depresión.


-ninguna aplica para mi, como dije, llevo una vida tranquila- murmuró confiado. -además, tengo a Fluke conmigo, el hace mis días mas felices.


El doctor hizo anotaciones en su libreta, antes de decidirse por tomar otro ángulo en su conversación. Sabía que no llegaría a ningún lado sin ejercer presión.


-asumo que Fluke es tu novio,- continuó, intentando deslizarse por hielo delgado, -¿quieres hablarme de su relación?


Ohm lo meditó durante un minuto. No tenía nada de malo, Fluke era su lugar seguro después de todo, se sentía cómodo hablando sobre él.


-Fluke es gentil,- murmuró, -desde que apareció todo ha cambiado para mejor. Es amable, cariñoso, y el tipo de personas con las que se hacen planes de vida.


-debe agradarte mucho,- sonrió el doctor. -¿llevan mucho tiempo saliendo?


-solo algunos meses.- continuó el pelinegro, -pero se siente como si nos conociéramos de toda la vida.

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