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Después de lo sucedido aquel día, Dabria había cambiado, seguía preguntándose a sí misma porqué no le afectaba, porqué lo disfrutó.

Se encontraba en lo que era su nueva habitación desde hace unas dos semanas, estaba recostada en la cama boca arriba, mirando al techo.

Masky y Hoodie habían salido como normalmente y Toby estaba en el frente de casa, practicando el tiro con hachas, así que por seguridad de ella misma prefirió quedarse encerrada a estar con él, no sea que se le cruzaran los cables y en vez de darle a un árbol quisiera usar su cabeza como diana.

Su estómago rugía, pero se habían quedado sin conservas, solo quedaban latas de atún, rogaba porque esta vez los que estaban fuera trajeran algo de comer. Se levantó de la cama y salió de la habitación en dirección a la cocina, rebuscó en los armarios vacíos hasta que dio con una de las latas de aquel pescado.

Tampoco podía quejarse, agarró uno de los tenedores y abrió la lata para después tomar asiento y empezar a comer. No tardó en devorar su comida y una vez que iba a sacar su paquete de tabaco la puerta se abrió rápido y de manera brusca.

El de pasamontañas cargaba con el de máscara, su chaqueta era manchada por un gran cúmulo de sangre centrado debajo de las costillas.

— ¡Dabria! ¡Trae todos los trapos que puedas! - habló alto Hoodie, su voz era agitada aunque trataba de mantener la calma.

La chica hizo caso, rápidamente se levantó de su lugar para buscar por aquel par de telas que tenían por la cocina, agarró lo más limpio que encontró. 

Toby corría escaleras arriba para después bajar con el botiquín de emergencias, la morena le entregó lo que le había pedido.

Hoodie desabrochó la chaqueta de su amigo y levantó su camisa, dejando a la vista tres profundos arañazos, como si se hubieran peleado con un oso.

— ¿Qué ha pasado? - preguntó la de ojos verdes, acercándose un poco más.

— Toby, vigila la zona, procura que no nos haya seguido.

Y otra vez, como era de costumbre Hoodie ignoró su pregunta, el de bozal tomó sus hachas y salió sin decir palabra alguna de su hogar.

Ella veía como el de pasamontañas trataba con mucho cuidado las heridas de Masky, desinfectando estas para después coserlas.

Pequeños quejidos se escuchaban tras aquella máscara, pero eran leves, casi inaudibles.

— Hoodie, puedes responderme ahora, ¿qué ha pasado? no me ignores, no hagas como que todo está perfectamente, de lo contrario no estarías cosiendo a Masky en un sofá lleno de mugre.

Aquel comentario hizo reír al de capucha, una risa suave y baja.

— The Rake.

— ¿Y qué es eso? ¿Un oso? - el chico negó con su cabeza, respondiendo a su pregunta.

— La criatura más peligrosa que hay por aquí cerca, Dabria, si lo ves, solo espera tener la suerte de salir con vida.

***

Hoodie había salido a por provisiones mientras que el de las hachas seguía patrullando la zona, así que a orden del de pasamontañas, Dabria tenía que cuidar del de máscara.

Masky seguía acostado en el sofá, mientras que ella había traído una de las sillas de la cocina al salón, para poder sentarse frente a él. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que el que había antes con ellos se había ido, pero si él no llegaba la morena tendría que revisar el vendaje del chico, y si estaba manchado ya que su compañero no era experto en coser heridas, cambiarlo por uno limpio.

MONSTER | MaskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora