¡Papá!

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Espero que les guste~

Nota: Por todos los cielos, había olvidado el largo nombre que Gus le  puso a su palisman. Emmiline Bailey Marcostimo xD

Llevarlo a la ducha y esperar en la misma habitación solo por seguridad es raro para Gus, una sensación que solo crece mientras escucha la voz infantil tararear.

Ayudarlo a vestirlo también es raro, especialmente porque alguna vez logró ver su espalda y pecho lleno de cicatrices, solo para que esta vez la piel este lisa y limpia, sin ningún tipo de marca. No parece muy feliz por la remera blanca que tiene pero los pantalones oscuros, las medias rojas y los zapatos negros le quedan cómodos, una victoria al menos.

Lo escucha divagar sobre pájaros mientras lo alza y camina a paso apurado por los pasillos, distrayendo a los estudiante con ilusiones o esquivándolos lo mejor posible, entrando a la enfermería y sonriendo ligeramente al ver a Amity ya allí, luciendo tan ansiosa como él se siente.

No mucho después, vestido y completamente limpio, Hunter se encuentra sentado en una camilla de la enfermería, solo quieto y a gusto allí por tener entre sus brazos al camaleón que le pertenece a Gus, quien parece ansioso mientas la enfermera extiende las manos y cierra los ojos, un aura azulada rodeando sus manos y el pequeño cuerpo del niño.

-¿Esta bien?- Amity se animo a romper el silencio presente, Ghost saltando de su lugar en sus hombros para acercarse al niño y reclamar caricias. Hunter esta ansioso, dándole todo el cariño posible a los palismanes, riendo ligeramente.

-Lo está...- asintió, la magia apagándose mientras baja las manos con un ligero suspiro. -...bueno, si quitas la parte en la que se encogió- hizo un gesto. -Lo que sea que le haya caído encima, lo rejuvenecido sin borrar su memoria-

-Pero no parece recordar todo correctamente- especialmente teniendo en cuenta su actitud.

-Su memoria puede estar borrosa en todo caso pero reconoce todo a su alrededor, es el mejor resultado- agregó la enfermera. -No hay mucho que pueda hacer excepto esperar a que su tutor venga y dejar que un experto en pociones encuentre una cura- ninguno de los amigos del niño sabe como sentirse al respecto ante eso pero no hay muchas opciones por el momento y solo optan por asentir.

-¡Gus!- llamo Hunter entre risas y ahí es cuando notan que el camaleón logró subirse a la cabeza ajena, estirándose todo lo posible en un intento de agarrar el mechón rubio siempre presente.

-Le enviare esto a Willow- el ilusionista hizo aparecer su pergamino con un ligero movimiento, sacando una foto rápida de la escena para enviárselo a su amiga. Ella va a enloquecer, esta seguro.

-Yo se lo enviare a Luz- la chica de mechones lavanda saca su propio pergamino para sacarle un foto y enviársela a su novia.

-¡Hunter!- la puerta se abre de repente y allí entra aquel que alguna vez fue líder del aquelarre de los abominables, luciendo tan elegante como siempre pero con una expresión llena de preocupación en su rostro.

-¡Papá!- es difícil no notar como los ojos de Hunter se iluminan al ver al hombre entrar, bajando de un salto y tropezando un poco, corriendo apenas recupera el equilibrio. Darius luce confundido y conmocionado, tanto por la apariencia ajena como por como acaba de llamarlo, aunque eso no evita que se incline en piloto automático y abra los brazos justo a tiempo para que el niño choque contra su pecho.

-¿Principito?- lo rodea con sus brazos, sin poder creerlo a pesar de tenerlo justo frente suyo.

-Hola papá~- sonrío enormemente, mostrando el espacio entre sus dientes, e ignorante de la crisis mental qué el adulto esta sufriendo. Darius se queda muy quieto mientras hay pequeñas manos en sus mejillas y ojos castaños llenos de inocencia que lo miran alegremente. Es extraño, en el buen sentido, ver al usualmente paranoico y tenso Hunter luciendo tan pequeño y confiado, con la inocencia que alguna vez le quitaron en todo su esplendor.

-¿Qué te paso, principito?- murmuró, curioso.

-Algo pegajoso me cayó encima...- hizo un puchero, respondiendo antes de que sus amigos pudieran. -...Gus me llevo a las duchas- pareció pensativo, bajando momentáneamente la vista para mirar su remera blanca. -Quiero una remera roja- declaró, los adolescentes tosiendo ligeramente para ocultar sus risas.

-Te...conseguiré una en cuanto volvamos a casa, ¿si?- Darius decidió no preguntar mucho sobre el tema, aunque no pudo evitar sonreír ligeramente. El color favorito de Hunter era el rojo, incluso en su estado actual.

-Esta bien- se paro de puntas de pie solo para poder aferrarse a los hombros ajenos y aunque el mayor no es experto en sujetar niño, acomodo lo mejor posible su agarre para enderezarse con el menor en brazos. Es una situación muy surrealista y extraña.

-Él creía que alguien lo estaba siguiendo para envenenarlo- Amity se acerca para hablar en voz baja.

-Eso es...preocupante- Darius frunció el ceño, algo molesto por la necesidad del rubio por ocultar sus problemas de él. Estaba intentando solucionar sus problemas de confianza pero era un largo camino. -¿Algo que deba saber?- miro con seriedad a la enfermera, atento y acomodando de manera inconsciente al niño en sus brazos, decidido a ignorar como este parece tocar tentativamente su cabello abominable.

-Esta desnutrido. No lo suficiente como para ser peligroso pero le falta algunos kilos para el peso estándar que debería teniendo en cuenta su edad y estatura- hablo ella con tranquilidad. -Por lo demás, no hay nada. Sin moretones, sin cortes, ni siquiera tiene cicatrices o cualquier tipo de daño que hayan tenido sus músculos antes- nadie comenta ante eso pero no pueden evitar hacer una mueca. Su amigo tenía muchas heridas ya cicatrizadas y el daño ya estaba hecho cuando se unió a su grupo.

-Bien, me lo llevaré- asintió, ya haciendo una lista mentar de lo que iba a necesitar.

-Buscaré sus cosas...- Gus se ofreció al instante, sonriendo con algo de súplica en sus ojos. -...y pasaré por su casa, si me lo permite- y el hombre sabe que ese chico iba a aparecer de todos modos sin importar que le dijera.

-¡Si, Gus ira a casa!- Hunter enseguida se volteo a ver a su amigo, su sonrisa enorme y brillante. -¿Vamos a jugar?-

-Claro, jugaremos a lo que quieras- el ilusionista sonrió, planeando rebuscar entre sus cosas para encontrar algún juguete o juego. Eso pareció animar al niño, sus emocionados saltos entre los brazos ajenos visibles. Darius ya podía sentir lo energético que iba a ser ahora, ya se sentía cansado de solo imaginarlo.

-Lo llevare luego a la casa de Eda...- avisó, sintiendo al ver como los adolescentes se animaban ante eso. -...así no invaden mi casa solo para verlo- no quería ni siquiera imaginar el desastre que eso podría ser.

Pequeño HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora