II

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Isagi se sentó junto a Reo sobre las gradas de la cancha de fútbol, donde podían ver a Kunigami y otros compañeros jugando.

Reo notó la forma embobada en la que su amigo miraba al mayor, en el cómo sus labios no dejaban de sonreír y en el cómo sus mejillas se mantenían ruborizadas en todo momento. También notaba cómo Kunigami volteaba a ver en su dirección cada tanto. Era tan obvio lo que sentían el uno por el otro que se preguntaba porqué aún no se habían confesado y empezado a salir.

—Si sigues viéndolo así se va a dar cuenta que te gusta —le dijo a Isagi, mientras desviaba la mirada hacia otra parte del campo. Por un segundo, notó como Raichi giraba su cabeza hacia ellos con disimulo. Cuando sus ojos conectaron, fue el rubio quién volvió a girar de inmediato.

"Chico raro", pensó Reo.

—Incluso si se entera, creo que aún me trataría como su amigo. O puede que... me corresponda.

—¿¡Eh!? ¿De qué hablas? Ayer no querías que se enterara por nada del mundo y ahora tienes esperanzas de ser aceptado, ¿pasó algo entre ustedes? ¿Es eso? —interrogó Reo lleno de asombro al oír las últimas palabras de Isagi.

—Shhh... Baja la voz. Te voy a contar, pero tranquilízate.

Reo asintió, e Isagi mantuvo silencio un momento para pensar en lo que iba a decir: era tan emocionante que temía dejar detalles fuera,  aunque recordaba todos a la perfección.

***

Kunigami recibió a Isagi en su departamento, le explicó que sus padres se encontraban en el trabajo y que un amigo vendría a visitarlo más tarde para ver cómo estaba. Condujo al menor hasta su habitación dónde le dejó sentarse en el sillón puff como hacía siempre que venía.

—Gracias por venir, estuve solo todo el día y me aburría demasiado —dijo Kunigami.

—No es nada, Chigiri me contó sobre tu resfriado y pensé que estarías muy mal, pero parece que ya estás recuperado. Salvo por tu nariz, está muy roja.

—Ah, está así por que me la estuve sonando muchas veces, ya lleva un rato ardiéndome.

—Trata de usar pañuelos húmedos en lugar del papel, así mejorará un poco.

—De acuerdo doctor, ¿algo más?

—Sí. Debes abrigarte más y-

—Mira tú —lo interrumpió fingiendo indignación—, me lo dice el chico que siempre anda desabrigado todo el tiempo.

—Es porque tengo resistencia al frío, no como tú —se burló Isagi.

—Patrañas. Tú también debes abrigarte más, ven aquí —dijo Kunigami sonriendo mientras envolvía a Isagi con el edredón de su cama. 

—No, suéltame, yo no tengo la nariz roja —Isagi se contagió del humor del más alto y trataba de quitarse la tela encima.

 Los movimientos de Isagi eran torpes e inútiles pues Kunigami había logrado bloquearle la visión. Cuando trató de quitarse la parte que le cubría el rostro, el mayor tiró con fuerza la manta hacia sí mismo haciendo que Isagi cayera sobre él.

Al percatarse de su posición, Isagi empezó a ponerse rojo: Tenía las manos sobre el pecho de su amigo y su rostro se separaba al contrario por apenas unos centímetros. Bastaba con que uno  de los dos estirase un poco el cuello para cerrar la brecha que tenían.

Kunigami, en silencio, dirigió sus manos hacia las orejas del otro, tomó sus lóbulos y empezó a acariciarlos. Isagi soltó un pequeño bufido al sentir el frío de las manos ajenas, cosa que el mayor encontró agradable. Al no ser apartado decidió seguir sus egoístas deseos de tocar al menor cuánto quisiese. Cuando se cansó de la oreja bajó a las mejillas, haciendo círculos con sus pulgares sobre los pómulos y arrastrando sus dedos. 

Isagi empezó a sentir su cuerpo menos tenso con el pasar de los segundos. Inconscientemente se restregó contra la mano de Kunigami, quién bajó su mano hasta su mentón, tomándolo y levantándolo un poco hacia su dirección.

Cada uno veía los labios del otro con anhelo. Podían sentir sus respiraciones chocando contra sus pieles. Kunigami había olvidado por completo el ardor de su nariz y el miedo de Isagi por ser rechazado desapareció de su mente como si nunca hubiera existido.

Pero el momento nunca se dio, su bella atmosfera fue perturbada por el ruido del timbre. Se separaron con rapidez.

—I-Iré a atender —dijo el más alto levantándose del suelo.

—E-Está bien, de todas formas será mejor que ya vaya a casa.

Kunigami fue a atender el timbre mientras Isagi tomaba sus cosas y se acomodaba un poco el pelo, aún si salir de su asombro por lo sucedido. Escuchó a Kunigami algo molesto en la sala, lo que le hizo feliz por dentro.

Ambos se despidieron y prometieron verse al día siguiente en la escuela.

Isagi salió del edificio y empezó a caminar casi saltando de alegría.

***

Reo escuchó el relato sin esperar nada impresionante, pero su emoción iba aumentando a medida que Isagi se acercaba a la parte final. Cuando su amigo dejó de hablar, le regaló una mirada de "te lo dije", cosa que fastidió un poco a Isagi.

—No, no, no. Tú ni sabías que entre él y yo pasaba algo así que no me veas así.

—Ayer era imposible y ahora resulta que siempre tuvieron algo, ¿eh? Admítelo Isagi, yo sabía que había tensión romántica entre ustedes. Es cierto que me equivoqué al principio pero rectifiqué y mira que tan acertado estaba. Me alegro por ti, tienes al chico en la bolsa.

—Como sea —dijo el pelinegro, no quería darle más vueltas a Reo con eso, prefirió contarle cómo se había sentido al llegar a casa, en el cómo casi no dormía de la emoción. Del calor que no lo abandonó durante todo el tiempo y que de hecho, se había reforzado cuando vio al pelinaranja en la mañana.

—Ay el amor —suspiró Reo—. Que cosa linda y rara.

—Y sí —respondió Isagi también en un suspiro—. Quiero decirle cómo me siento.

—¿No quieres esperar a que lo haga él?

—Si se me adelanta no lo detendré, pero quiero decir que es mi novio cuánto antes.

—Pues que sea lo que cupido desee.

Los chicos veían la cancha de fútbol con amplias sonrisas hasta que el fin del recreo los devolvió a tierra y se sintieron algo estúpidos por su comportamiento.

"Solo espera, te lo diré pronto", pensó Isagi mirando hacia la cancha de fútbol.

Charlas con Reo || Blue Lock || Kunigami x IsagiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora