6. "De lo malo y la pequeña pizca de lo bueno"

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"De lo malo y la pequeña pizca de lo bueno"

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"De lo malo y la pequeña
pizca de lo bueno"

Las vacaciones decembrinas habían terminando y una vez más significa su rutina del trabajo y escuela, aunque ahora algo o en realidad alguien se había incluido en ella, Juan Pablo Isaza. El chico de verdad que empezaba a pasar más tiempo con ella o hablar de cualquier cosa, porque ________________ lo entendía con cosas que los demás no, tenían una sincronización asombrosa.

«¿Qué planes para hoy?» —mando el mensaje Isaza a la pelinegra.

«Tarea, tarea y tarea :c»

«¿Y después de la tarea?»

«No te das por vencido tan fácilmente, ¿eh?»

«Sabe que no ;)»

«De acuerdo, noche de películas y juro que si vuelves a poner una de terror y me asustas te mataré yo»

«Hecho :)»

La chica dejó su celular en la cama y siguió con lo suyo, solo le falta poco y podía ser libre; agradecida que su equipo de la universidad si hiciera bien las cosas, si no juraría que se lanzaría por la ventana. La puerta de su habitación se abrió, dejando ver a su mejor amigo, que traía una charola con el desayuno para ella y lo dejó en la mesita de noche.

—Come antes de que muera —le dijo él y ella sonrió—. Nos vemos mañana, estrellita, que hoy tengo mucho trabajo.

—Si trabajo se le llama salir con una chica —le dijo burlona y él se sonrojó—. Isaza me dijo, pero eso es lo de menos. ¿Por qué aún no me la presentas? —frunció ligeramente el ceño—. Pensé que tu hermana, tu madre y yo éramos tus únicas chicas —dramatizo divertida haciéndolo reír.

—Adiós, ____________ —besó su frente y se fue.

Media hora después maldecía por todo, el internet le había fallado y no podía mandar los malditos archivos, los malditos archivos que dependía su calificación o reprobar el bloque y eso no pasaría.

Tomó su laptop y la echo a su mochila junto como sus llaves, celular y dinero, para luego salir de su departamento rumbo a la casa de su compañero de la universidad Jorge, el chico castaño y ojos azules que estaba en su equipo. Llegó en veinte minutos, que al verla en su casa le sorprendió, pero la recibió feliz.

—Lamentó molestar —dijo mientras ambos terminaban su tarea.

—No importa, así nos podemos ayudar entre ambos.

Y era verdad, en quince minutos todo quedó en orden y enviaron la tarea, odiaba tener que enviar tareas, amaba más hacerlas y que las calificara los profesores en persona.

—Me has salvado la vida, Jorge —dijo la chica feliz y lo abrazó, haciéndolo reír.

—Lo sé, cuando quiera —sonrió.

Una Vida Secreta - Juan Pablo IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora