Epílogo

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"O de las ganas de vivir"

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"O de las ganas de vivir"

Isaza tenía en sus brazos a un pequeño de casi dos años, estaban en aquel campo que había llevado por primera vez a su madre, donde le pidió que fuera su esposa, donde tuvieron cientos de citas, en su lugar.

El pequeño niño era un mini copia de su padre, con algunos pequeños rasgos de su madre, como sus labios, sus ojos y su risa. El cabello con pequeño rizos del pequeño Sebastián era alzado por el aire al igual que el cabello de su padre, quien miraba el paisaje.

—Es un lugar hermoso para que traigas a tu chica ideal a este lugar —empezó a decirle—. Pero recuerda que debe de ser la correcta —el pequeño solo sonrió—. Tu madre adoraba este lugar antes de mudarnos —suspiró—. Es bueno regresar aquí.

—Y también sería bueno si nos hubieras esperado —habló ______________.

Isaza miró a su esposa con una sonrisa. Ella iba con un vestido y en sus brazos llevan a Mía de cinco años, que saludó a su padre con la mano cuando llegaron con ellos.

—Sebastián quería llegar ya —se excusó.

El pequeño miró a su madre y alzando sus manitas en dirección a ella. Así que ambos cambiaron a su hijos y cargaron al otro. El pequeño Sebastián sin duda amaba su papá, pero su madre, su madre era su debilidad, siempre quería estar con ella, que le cantara o jugara con él y Mía.

—Es igual de hermoso que la última vez que venimos —sonrió la chica y se sentó en la banca.

—¿Podemos ir a recoger flores? —preguntó Mía con una pequeña sonrisa.

—Pero no te alejes tanto y cuida a tu hermano —le respondió su madre.

Ambos niños fueron puestos en el suelo. Mía tomó la mano de su pequeño hermano y ambos empezaron a caminar, bajo la supervisión de sus padres.

Los dos se sentaron en la banca y los miraron unos segundos, hasta que Isaza miró a su esposa y sonrió. Los años empezaban a pasar en ambos, estaba seguro, pero aún estaba en ella aquella chica que lo cuidó cuando estaba borracho, su mejor amiga. Ante ese pensamiento sonrió, haciendo que ella lo mirara y también le sonrió.

—Te traje algo —dijo él y como la primera vez que fueron, tomó una rosa que había escondido al lado de la banca y se la dio—. Se lo dije, cada vez...

—Y algo más —terminó ella tomando la rosa y la olió.

—¿Un baile más? —se levantó de la banca y le tendió la mano.

—No puedo negarme —sonrió ella dejando la rosa.

Tomó su mano y una vez más poniéndose en sus posiciones empezaron a bailar. Los niños miraban a sus padres y soltaron una risita, amaban cuando sus padres se comportaban cariños.

Isaza hizo que su esposa diera unas vueltas, haciéndola reír y ambos sonrieron cuando él hizo que se inclinara un poco mientras la sostenía y le dio un beso en los labios, mientras sus hijos aplaudían.

—Te amo —dijo al mismos tiempo y sonrieron.

Estuvieron un rato más en aquel lugar, habían llevado comida e incluso habían puesto un pequeño columpio en unos de los árboles, haciendo que los niños se entretuvieran un rato ahí.

_______________ e Isaza estaban sentado en el mantel que había puesto cerca del árbol y miraban a sus hijos; Mía columpia a su hermano, no tan fuerte porque no quería que se cayera.

—He pensando en volver a juntar a la banda —empezó ha decir Isaza algo incómodo porque no sabía cómo sacar el tema.

—Lo sé —dijo ella sonriendo—. Martín y Villamil me dijeron.

—¿El único que no me traicionó fue Moncho? —fingió indignación.

—Me dijo después también —soltó una risita, haciendo sentir más relajado a su esposo—. Yo sé que es algo que te gusta —lo miró—, no es algo que te prohíba yo o los niños.

—Pero no quiero dejarlos —acaricio su mano dulcemente, sabía que ella lo entendería, como siempre—. La última vez peleamos...

—Juan Pablo, no, eso ya pasó —acaricio su mejilla y él cerró los ojos—. Los cuatro te vamos a apoyar cariño, en todo.

Sonrió esperando a que Isaza entendiera la indirecta, cosa que tardo un minuto. ¿Cuatro? Entonces abrió los ojos sorprendidos y su esposa lo miraba divertido, para luego atacar sus labios, haciendo que ambos se acostaran.

—¡Embarazada! —dijo emocionado y ella asintió sonriendo—. Te amo —volvió a besarla, para segundos después tener a sus dos hijos arriba a de ellos y reían—. Basta, basta, que mamá no puede hacer esfuerzos —sonrió mientras los cuatros volvía a sentarse.

—Niños —habló ______________—, ¿les gustaría ver a su padre y sus tíos cantar?

—¿Enfrente de muchas personas? —preguntó la pequeña niña.

—¡Morat! —dijo el niño eufórico, ya que su madre le ponía música de su padre y sus tíos.

—Tal vez —sonrió ella—. Su padre va a regresar con una nueva gira con su tíos, Martín, Simón y Villamil —miraron a Isaza—, leí tu correo —él sonrió negando con la cabeza.

—¿Irá solo? —preguntó Mía triste.

—¿Quieren ir con él? —preguntó la pelinegra, sorprendiendo a su esposo, mientras los niños gritaban felices que sí—. Entonces iremos a apoyar a papá —dijo mientras abrazaba a Sebastián—. ¿Te gustaría?

—Me encantaría —respondió Isaza evitando llorar, pero sonriendo.

—¿Veremos a papi cantar? —preguntó emocionada Mía.

—Por supuesto que si —le dijo Isaza abrazándola—. Y le cantaré todas las canciones que ha oído con su madre.

Una Vida Secreta - Juan Pablo IsazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora