1. Promesa

904 55 48
                                    

Esta vez todo es distinto. No hay celebración, no hay sonrisas, ni risas, ni euforia. Solo está ese sentimiento de vacío, de rabia, de enfado. Realmente estoy empezando a derrumbarme.

Después de despedirnos de todos nuestros amigos, que no han parado de animarme ni un solo segundo, (Tn) y yo caminamos en silencio de vuelta. Todavía el sol no se ha escondido, aunque sé que pronto lo hará.

Ella mira al suelo, aunque noto que me da un par de miradas cortas de vez en cuando.

Ya que ninguno de los dos dice nada, yo decido revivir cada minuto del combate dentro de mi cabeza. Cada estocada, cada bloqueo, cada caída, cada error... Sin darme cuenta, me estoy mordiendo el labio con tanta fuerza que me empieza a sangrar.

Noto como (Tn) vuelve a alzar la mirada para mirarme, y nuestras miradas de cruzan unos segundos. Y de repente, ella dice:

—¿Quieres ir al río?

El río. Eso evocaba muchos recuerdos en mí. Allí es precisamente donde por primera vez conocí a esa chica tan especial para mí. Nunca he sabido con certeza como me siento hacia ella, solo sé que ella es diferente a todos los demás, que siempre quiero estar ahí, cuidarla, y protegerla.

—Vale. —Me limito a responder, tampoco sé lo que me apetece ahora mismo.

Mientras caminábamos, y durante todo este tiempo que hemos estado después del torneo, ella podría haberme dicho cientos de chorradas del tipo: "no pasa nada" o "lo importante es pasárselo bien" Pero no lo ha hecho. Realmente me conoce, y sabe lo mucho que era para mí esto.

Una vez llegamos al río, decidimos sentarnos en el césped que hay a la orilla, viendo a los niños y adolescentes jugar o pasar el tiempo tranquilamente con sus amigos. Para ellos es un día completamente normal, y me enfada saber que ellos nunca sabrán que para nosotros no lo es.

—Oye, Zoro... —Me pregunta, con un tono de voz realmente bajo.

—¿Hm? —me giro vagamente para mirarla. Está nerviosa, se muerde el labio.

—Sé lo mucho que te importa esto, y yo... yo no te estoy consolando como la buena amiga que debería ser, pero es que no sé qué decirte para reconfortarte. Lo siento. —dice, cabizbaja, y evitando hacer contacto visual conmigo, aunque al final sus grandes ojos se posan sobre mí.

—No lo necesito. —Tragué grueso, tenía un gran nudo en la garganta.

—Claro que sí. —ella se arrima un poco y me abraza, y yo, aunque crea que no lo necesito, la realidad es que sí, y por eso, acabo hundiendo mi cara en su cuello. Sus brazos me arropan, de alguna manera llenan este vacío que me está carcomiendo. Puede que no hagan falta palabras para hacerlo, puede que solo necesite tenerla cerca para saber que todo está bien.

Sin quererlo, ni siquiera notarlo, lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, lágrimas silenciosas que pronto se convierten en llanto.

—¿Cómo voy a cumplir mi promesa? ¡Es imposible! —Trato de secarme las lágrimas, pero es imposible, a este punto ya es inútil guardarme nada frente a ella.

—Shh... Zoro, Kuina estaría orgullosa de que hayas llegado hasta aquí. —me susurra suavemente.

—¡Pero no es suficiente! ¡Si no venzo a Mihawk, viviré a la sombra de ello toda mi vida!

Ella se separa de mí, y coge mi rostro entre sus suaves y cálidas manos, mientras me quita algunas lágrimas de mis mejillas.

—¿Quieres vencerlo? —Sus grandes y vivaces ojos me miran fijamente, veo en ella una expresión suave, pero también determinada. Está apretando sus labios con fuerza, puede que ella también esté reteniendo sus ganas de llorar, pero supongo que jamás lo sabré. Asiento.

Voluntad de acero (Zoro x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora