10. Luces navideñas y plegarias de año nuevo

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A medida que los parciales se acercaban, también lo hacían los exámenes de admisión en la universidad, que serían en enero, justo después de volver de las vacaciones de Navidad.

Después de las vacaciones, tendríamos dos semanas en clase para repasar y para estudiar todo. Entraba muchísimo temario, pero los estudiantes todavía lo veíamos lejos, como una preocupación futura. Aunque, había otros que, como (Tn) habían empezado ya a repasar todo, todos los días. Sí, lo sé, algo inhumano.

Ahora estábamos en las últimas clases antes de la comida, y todos mirábamos al reloj esperando a que diese la hora para ir a comer y abandonar cuanto antes ese infierno que tanto estrés nos había hecho pasar. Lo bueno era que, al ser el ultimo día antes de vacaciones, no teníamos clase por la tarde.

Cuando la manecilla dio las 2, todos nos levantamos a todo correr y celebrando. Recogimos las mochilas y salimos a tomar el aire antes de entrar otra vez al morirnos de frío.

—¡Pues a mí mis padres me van a llevar a esquiar! —comentaba Vivi mientras juntábamos las mesas de clase para comer, ya que había empezado el frío y el mal tiempo, y ya no podíamos comer bajo aquel árbol como de costumbre.

—Yo normalmente iría a mi pueblo con mis padres, pero este año, por el mal tiempo, han cancelado los vuelos —dijo (Tn) apenada. Se la veía decaída—. Pero no pasa nada. Serán mis primeras navidades en Tokio, por cambiar no pasa nada —dijo, con algo más de ánimo. Torcí un poco mis labios al recordar lo emocionada que siempre se veía por estas fechas porque por fin podría ver a su familia.

—Tú tranquila, aquí podemos hacer un montón de cosas. —dijo Nami con tono tranquilizador—. ¡Además, aquí el año nuevo se celebra a lo grande! Lo pasaremos bien, ya verás. —le dio un caluroso abrazo a (Tn) mientras frotaba su mejilla contra la de ella, provocando que le agradeciera entre risas.

Nos despedimos de nuestros compañeros de clase y ahora si, salimos emocionados por las puertas del instituto. La fría brisa invernal nos golpeó de inmediato, recordándonos que las vacaciones de invierno habían comenzado oficialmente. (Tn) se despidió de mí con una sonrisa y yo me dirigí a mi casa.

Cuando llegué, todo el estrés y el cansancio del trimestre de pronto cayeron sobre mis hombros, y me desplomé sobre el sofá. No sé cuanto tiempo había pasado, pero me desperté al recibir unos golpecitos en la cabeza.

—Zoro... ¿Por que no te has ido a la cama? —era mi madre.

—Pues no sé, estaba cansado... —dije, con un bostezo.

Ella me revolvió el pelo.

—Te esfuerzas demasiado. Igual que (Tn). Sois igualitos.

Asentí, sin mucha idea de entender lo que estaba diciendo realmente.

—Hablando de (Tn), justo el otro día estuve hablando con su tía y me dijo que no podría ir con su familia porque no para de nevar en todo Japón. Aquí es cuestión de tiempo que también comienzen las nevadas. Pobrecita, anda que pasar navidad sin su familia...

Mientras me incorporaba, asentí, serio.

—Mira, he tenido una idea buenísima. Espera. ¡Arashi! —gritó mientras se asomaba a las escaleras.

—¿Qué quieres, cielo? —mi padre bajó las escaleras con taza de café en mano y un libro, extrañado. Estaba claro que la llamada de su mujer le había tomado completamente desprevenido.

—Te acuerdas de que Meiko y (Tn) van a estar solas en Navidad, ¿verdad...? ¿Por qué no las invitamos a cenar? —nos miró a ambos buscando nuestra aprobación, aunque, como cualquier madre, seguramente estaba convencida de que íbamos a aceptar porque siempre tenía las mejores ideas del mundo.

Voluntad de acero (Zoro x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora