—¡Sebastian! ¡Ven! —dijo (Tn), extendiendo sus brazos y manos cubiertas por unos gordos guantes de lana, agachada para recibir a su amigo peludo. El perrito ladró alegremente y se lanzó a los brazos de su dueña.
A pesar de ser febrero, este año el invierno nos había decepcionado a todos los habitantes de Tokio al solo regalarnos un día de nieve, a pesar de que en el resto de la isla las nevadas fueran intensas y habituales. Aunque, según las noticias, se esperaba una gran nevada para finales de febrero. Sonreí mientras observaba a (Tn) y al perro jugar. Acababa de salir de entrenar, pero los martes (Tn) y yo siempre quedábamos para darle un paseo a Sebastian. Un plan bastante normal si lo comparas con todas las citas a las que lleva Sanji a las chicas que se intenta ligar.
Empezó a anochecer, así que (Tn) y yo decidimos volver a casa paseando. Ahora que los exámenes habían terminado, no teníamos mucho que hacer, más que entrenar nuestros respectivos deportes, o en el caso de algunos alumnos como (Tn), comenzar los preparativos para la ceremonia de graduación y su posterior fiesta.
—¡Oye, quédate en mi casa a cenar! Meiko no está en casa. Podemos ver esa película de la que te he hablado antes.
—¿Pretty Woman?
—¡Esa! ¡Venga, vamos! —tiró de mi brazo y Sebastian corría a nuestro lado. Así, los tres conseguimos llegar a casa de (Tn) en un abrir y cerrar de ojos.
Al entrar, todas las luces estaban apagadas. Efectivamente, no había nadie en casa.
—No sé si Meiko ha dejado algo hecho, ¡pero tranquilo que la cena estará en un periquete! —dijo mientras entraba a la cocina.
No me parecía de demasiada buena educación que hiciera todo ella, porque a pesar de ser una cocinera brillante y de cocinar lo mejor que había comido en mi vida, quería ayudarla un poco. Colgué el abrigo y me quedé en la puerta de la cocina mirando como sacaba una olla. Querría haber hablado, pero ella me vio antes.
—¡Zoro! ¿Necesitas algo?
—No, pero... ¿necesitas ayuda?
—Oh, es eso —rió un poco— Pues no, pero si quieres puedes ir partiendo verduras. Voy a hacer curry porque ya hay arroz hecho. —me dijo sonriendo. Asentí y cogí la tabla de cortar junto con las verduras que había sacado (Tn). Sin levantar cabeza, comencé a partirlas a toda velocidad.
—¡Wow! ¡Qué bien lo haces! ¡A este paso terminaremos en 5 minutos! —me dijo mientras me abrazaba por detrás y asomaba la cabeza.
Ante el contacto inesperado, me puse rojo de pies a cabeza.
«Maldita sea Zoro, ¿por qué tienes vergüenza si es tu novia?»
Me reñí a mi mismo, porque era verdaderamente patético que me sonrojara por algo así.
Carraspée un poco y le sonreí mientras ponía mi mano en su cabeza.
—Lo sé, lo sé, pronto voy a superarte como chef —bromeé con una sonrisa burlona e hinchando el pecho.
—Oh, entonces ya no vas a necesitar que te haga los bentos, gran chef. —Me soltó, y mientras metía las verduras en la olla me miraba.
—Bueno, no he dicho eso... —me llevé una mano a la nuca. Ni loco quería que dejara de hacerlos.
Ella soltó una carcajada, y yo reí también.
—Tranquilo. Mis manos siguen estando a tu servicio —No creo que se haya pensado mucho esas palabras al decirlas. Intenté contener la risa, pero finalmente estallé en una carcajada.
En cuanto ella se dio cuenta de lo que había dicho, se puso roja de pies a cabeza, lo que provocó todavía más risa en mí.
—¡N-no me refería a...! ¡Bueno, da igual! —dijo con los ojos cerrados, muerta de la vergüenza.
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Voluntad de acero (Zoro x Lectora)
FanfictionDespués de sufrir una devastadora derrota a manos de Mihawk en el campeonato nacional de Kendo, Roronoa Zoro empieza a cuestionarse si de verdad debería seguir con el Kendo. Sin embargo, su mejor amiga, (Tn), se compromete a ayudarlo a entrenar y su...