Veinte corazones nuevos

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· DIANA ·

Estoy sentada en un banco del parque mientras me arrepiento profundamente de la decisión de haber venido. Damon no ha llegado y me duele el estómago por los nervios, porque únicamente a mí se me ocurre aceptar vernos cuando sé que mi cabeza no lo puede soportar.

La verdad es que quería verlo, me gusta hablar con él y está logrando que vuelva a confiar en la población masculina como posibilidad de compañero romántico, pero aun así no lo aguantan mis nervios. Me puse un jean ancho de color claro, un cinturón y un top blanco. Estoy esperando mientras juego con los dedos sobre mi regazo, y pienso en lo positivo de la situación para no ver una cita como algo negativo. Nadie lo llamó cita, pero hemos estado hablando unas dos semanas y las conversaciones van por ese lado. Es lindo, es muy lindo.

Unos minutos más y veo a Damon aparecer a media cuadra, me ve, sonríe, y camina un poco más rápido. Me levanto para saludarlo y también le sonrío.

Me dio un beso en la mejilla en cuanto llegó hasta mí y automáticamente comenzamos a caminar. Aunque no estoy segura de cómo hablar con él en un lugar tan tranquilo y sin gente.

—¿Cómo estás? —Preguntó.

—Bien, —la verdad aún me duele el estómago— bueno, me duele el estómago, pero bien.

—Oh ¿ya tomaste algo para el dolor? —Se ve algo preocupado, pero tranquilo, y yo sólo supe reír.

—No, no, estoy bien. Ya se irá.

Asintió sin mucha convicción y luego me recorrió con la mirada un segundo. Sonrió de manera linda.

—Te ves linda.

Bien, ya no sé cómo responder o actuar. Sonreí, me reí y le dije "Gracias". ¿Se supone que haga algo más? Siento el impulso de escribirle a Joseph o a Lore para preguntar si debería hacerle un cumplido también. Lore es la única amiga que sigo manteniendo de hace años, no hablamos seguido, cada vez que nos escribimos le contamos a la otra todo lo que pasó en nuestras vidas mientras no estuvimos hablando. Y ella está metida en un extraño triángulo amoroso, así que tiene mucho que contar.

Damon tiene ojeras debajo de los ojos, pero apenas se ven, y no se ven mal. Tiene el cabello castaño claro casi rubio, hasta las orejas. Tiene ojos grandes, que en mi opinión son muy bonitos. Se viste con camisas estampadas de cuadros, zapatos blancos y el resto varía. Cuando me habla me mira a los ojos siempre, y cuando yo hablo también, tanto que me cuesta sostenerle la mirada. Caminamos por Crésida mientras él me muestra los lugares y me cuenta cosas. Pasamos por frente a una escuela, un supermercado grande y una plaza con juegos para niños, donde hay varios jugando. Miro en esa dirección y sonrío por lo mucho que me gusta verlos jugar; siempre he amado a los niños y a la forma en la que tratar con ellos era más fácil que tratar con adultos. Me giré a ver a Damon y me encontré con que los estaba mirando de la misma forma ¿se puede ser más adorable?

Me miró, se rio y seguimos caminando.

Llegamos a su casa, me hizo pasar y comenzó a mostrarme el lugar, como si no supiera qué más hacer, y se reía al no saber describir mucho de cada cuarto.

—Ya, eh... cocina.

—Cocina. —Repetí.

—Baño —señaló una puerta.

—Baño.

—Comedor.

—Comedor.

Se paró en un lugar de la cocina señalando la heladera.

—Heladera.

Esta vez me reí y luego repetí.

—Heladera.

"Algo así como estar bien".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora