Seis cosas que están cambiando.

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· DIANA ·

Fría, fría mañana. Un día terriblemente húmedo y gris. El tipo de día que me obliga aunque sea unos momentos a perderme en el enorme mundo de pensamientos que rondan en mi cabeza y chocan entre ellos como cayendo de un acantilado llamado consciencia. Y la clase de día que me da dolor de cabeza.

Todo esto, al menos hasta que veo a Joseph llegar junto a mí a la entrada del pasillo escolar, y me alivia, porque la discusión de mamá y papá hoy me sacó un poco la energía

—Y ennn nuevas noticias, aceptó mi solicitud en instagram, sólo debo subir una historia con la esperanza de que me escriba y esto se convierta en una acalorada y fascinante charla romántica.

Reí, y respondí con bastante menos energía que él.

—Buenos días.

Sonrió y se apoyó en la pared, mirándome.

—¿Todo bien?

—Me duele la cabeza, y a mamá también. Así que estuvo de mal humor y volvieron a discutir. —Hizo una mueca— Todo bien, en serio.

—Bien —puso su mano en mi mejilla y me dio un beso en la frente, y le sonreí mientras me volvía consciente de unas pocas miradas dirigidas a nosotros en el pasillo—. No dejes que te afecte. Ella debería aprender a controlar todo eso. ¿Quieres hablarlo?

Antes de que contestara, Tom apareció por su costado.

—Heyyy, buenos días.

Joseph me miró discretamente un segundo, y yo le sonreí mientras ladeaba la cabeza, para decirle que estaba bien. Y entonces, disimulando complemente su preocupación de hace unos segundos, miró a Tom sonriendo, mientras contestaba:

—Miren eso, ahora sí nos saludas primero

Tom rio, y no pude evitar notar la ausencia de alguien.

—¿Y Peter? —pregunté. Mirando por detrás de él.

—No lo vi esta mañana en el autobús. Así que no sé si venga —miró por detrás de él, siguiendo mi mirada—, tal vez se durmió.

Sólo unos minutos pasaron, mientras Joseph tomaba el celular para mandarle un mensaje, cuando Peter llegó corriendo, con la mochila mal puesta y con aspecto cansado a nuestro lado, respirando rápido, justo al tiempo en que oímos el timbre para entrar a clase. Lo miramos unos segundos, y cuando volvió a recuperar el aliento soltó:

—Me dormí.

Nos tomó unos segundos a Joseph y a mí reírnos. Para acto seguido disculparme y comenzar a caminar los cuatro juntos al salón. Aparentemente, como dijo, se durmió. Se le hizo tarde para el autobús, su papá lo trajo, y creyó que llegaba tarde.

Sus ojeras, sólo un poco más notables que el viernes, hicieron, probablemente, que Joseph preguntara qué lo mantuvo sin dormir, o tal vez fue por su llegada tarde, no estaba segura.

—No podía dormir —respondió sin más, soltando un bostezo—. No sé, muchas cosas en la cabeza, supongo.

No supe si debía decir algo, y Joseph estaba a punto de hacerlo, pero Peter interrumpió, carraspeando y mirándonos.

—¿Durmieron bien?

—Ah, bien, —contesté— aunque Ruffy estuvo algo pesado, pero al final también se durmió, así que bien.

Miré a Joseph, esperando que contestara, y Peter también.

–Casos paranormales. —Dijo— Hasta las cuatro de la mañana.

"Algo así como estar bien".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora