<Ya basta, es lamentable verlo haciendo eso una y otra vez y al final vuelve al principio. Solo esta perdiendo el valioso tiempo que no tenemos porqué perder. Entonces momentos tendría que estar preparándose para ejercer su papel> [¡Callarte, no quiero escuchar tu robótica voz! Todo es tu culpa, estaba muy feliz esperando al señor o señora muerte]
—No pedí un segunda oportunidad, y no es como si lo fuera, esto es más un castigo que oportunidad. Tramposos, egoístas.—Hijos de puta.
Valentín estaba tirado en el piso, su mano sostenían una tijera negra con un sorprendente filo. Con ellas se había cortado dos veces las venas.
Al principio creí que al quitarme la vida, esa sería la salida de todo, que moriría y me marcharía de esté lugar. Corrí tras esa luz al final de túnel a una velocidad increíble. Solo para que al final, esa luz fuese el regreso al inicio de está historia donde estaba siendo a bofetado, regañado por Lucila, la madre de Valentín. El cuerpo que poseo en estos momentos.
Resistí a mis impulsos y deje que me golpeara tanto como quisiera, también seguí actuado mi papel. Fue así por casi diez veces, diez veces que me había quitado la vida de diferentes maneras. A la doceava vez ya no logré soportar mi frustración. En ese instante me fuí encima de ella y sin importar que fuese una mujer, intente tomarla por el cuello. A mis ojos solo era un ser despreciable del cuál tenía que deshacerme.
Antes de que mis manos llegarán al cuello de Lucila, la historia volvió al principio, no me rendí ahí y volví a pelear con Lucila. Ella se asustó cuándo vió mi mirada desquiciada, en ese instante estaba furioso porque ya me había quitado la vida más de quince veces y no resultaba cómo quería. Con algo tenía que quitarme la frustración.
Estaba harto de escuchar el mismo discurso cada vez que despertaba de pie frente a ella. Y en ese instante las emociones de este cuerpo se funcionaron con la furia ardiente en mí, por lo que termine por matar a una persona, por primera vez en mi vida me vio obligado a matar un ser humano. Fue horrible.
Apreté tan fuerte ese cuello que terminó por quebrarse al igual que un brócoli. Cumplí el deseo de este cuerpo, de desquitarse toda la furia reprimida en su interior. Quizás dentro de mí duerme una bestia que ni sabía que existía. No lo sé. ¿Soy malvado? Sí, maté a alguien. Mis manos están manchas con más que solo mi sangre. En menos de dos semanas me volví un mounstro.
No tuve ni un minuto para procesar eso cuando a los segundos, volví al mismo instante dónde era golpeado nuevamente, mi remordimiento por ver acabado con su vida, se esfumó en ese instante. Por más que la matará o me suicidara, no había escapatoria de este mundo.
Seguí quitándome la vida por casi tres semanas, perdí la cuenta de cuántas veces todo se volvía a repetir. Estoy por volverme un loco psicópata asesino, no. Ya lo soy. Hasta la opción de morir se me fue quitada. Está situación me hizo hacer cosas que jamás creí hacer, para poder huir de las espinas al rededor de mi desgastada alma.
Me siento asqueado de mi mismo, por dos semanas tuve pesadillas donde veía mis manos ensangrentadas y el frío cuerpo de Lucila, a un lado mío.
¿Como podré ver a mis padres a los ojos? Su precioso bebé, se convirtió en un asesino que mato a una persona, aunque no esté muerta en realidad. Pero sigue siendo un asesinato. Ellos deben de estar decepcionados, y están en todo su derecho. Soy de lo peor, maldita sea.
Valentín está en posición fetal en el frío piso, esconde su rostro lo más que puede, esconde esas lágrimas, que se deslizan por sus heridas mejillas. No llorá de tristeza, llora de rabia, impotencia. No quiere ser un títere. Hace poco regresó de su 40 intento de morir.
La frustración e impotencia de intentarlo todo y que nada resulte es asfixiante para Valentín. No quiere que su vida sea manipulada por alguien más. Prefiere mil veces ser juzgado en el infierno, que ser una batería recargable para esos Dioses, egoístas, narcisistas, egocéntricos.
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¡Ese contrato no es válido, me niego aceptarlo! [Finalizada]
Ficción GeneralMientras agonizaba por la apuñalada en mi estómago, frente a mis pesados ojos, apareció un esponjoso zorro negro. Esos ojos rasgados rojos, me dieron terribles escalofríos. -Estas muriendo. -No me digas. Yo creía que esto era agua-Levanto sus mano...